En línea con lo que esperábamos, Banco de México recortó su tasa de interés por cuarta ocasión consecutiva en 25 puntos base, para colocarla en 7.25%. Todos los integrantes votaron por disminuir la tasa, pero uno votó por un recorte mayor (de 50 puntos base). La justificación detrás es los menores niveles de inflación, los cuales se ubican por debajo del objetivo puntual del 3.0%.
Banxico considera que es muy probable que persistirá la debilidad en la actividad económica que ha venido registrando por varios trimestres. Además, aunque el balance de riesgos para la inflación se modera un poco por la mitigación de algunas de las tensiones externas (acuerdo de fase 1 entre EUA y China; y los avances en la ratificación del TMEC), el aumento reciente a los salarios mínimos podría generar presiones de costos hacia adelante, con afectaciones en el empleo formal y en los precios.
La autoridad monetaria mantiene abierta la puerta a futuros recortes de tasas de interés, pero al menos se reduce la especulación de que el ritmo y nivel de las bajas podría acelerarse.
La reacción del peso mexicano ha sido escasa, y se mantiene cotizando alrededor de $18.95 spot. El impacto de la decisión de Banxico fue contrarrestado por las noticias de que hoy la Cámara de Representantes podría ratificar el T-MEC y de que la agencia S&P ratificó la calificación de deuda soberna de México en "BBB+" (perspectiva negativa). Respecto a este último punto, S&P mantiene la calificación de la deuda soberana de nuestro país tres escalones por arriba del grado de inversión, aunque alertó que mantuvo la perspectiva negativa por las señales mixtas que emanan de las políticas gubernamentales que continúan erosionando la confianza del sector privado y disminuyendo las perspectivas de crecimiento económico. El bajo crecimiento podría impactará negativamente en la base de los ingresos no petroleros (tributarios), lo que puede dificultar al cumplimiento de las metas fiscales.