(Artículo escrito por Jim Rickards. Diego Martínez es el economista jefe de Inversor Global).
El factor más decisivo en la implementación del plan económico de Trump es la reacción de la Reserva Federal. El camino de los tipos en 2017 será clave respecto al éxito o fracaso de sus planes.
La Fed puede elegir adaptarse a los grandes déficits de Trump. Así, la Fed no se anticipará a la inflación sino que esperará hasta que emerja. La inflación actual todavía está por debajo del objetivo de inflación de la Fed del 2%.
La Fed también puede buscar tipos reales negativos como medida de estímulo. Éstos existen cuando la tasa de inflación es mayor al tipo de interés nominal. Esta condición puede existir en cualquier nivel de tipos nominales. Por ejemplo, una inflación del 3% con tipos nominales del 2,5% produce una tipo negativo real del 0,5%.
Una inflación del 4% con tipos nominales del 3,5% produce el mismo tipo negativo del 0,5%. La Fed no quiere inflación del 3,5%. Pero pueden alcanzar tipos negativos a cualquier nivel usando represión financiera para poner un techo a los tipos nominales. Esto se hace comprando bonos del tesoro aun cuando la hoja de balance de la Reserva Federal es suficientemente grande.
Este tipo de adaptación a los déficits más altos se llama "dominancia fiscal", una idea del antiguo gobernador de la Fed Rick Mishkin. La idea es que la independencia de la Fed es principalmente una ilusión y hará lo necesario para facilitar los deseos fiscales del Congreso.
Bajo la dominancia fiscal, la inflación persiste durante un período de tiempo. Gradualmente erosiona el valor del dólar y de la deuda denominada en dólares. Así es como Estados Unidos redujo su ratio deuda-PIB de 1946 a 1970.
El problema de esto es que la inflación no es solo un fenómeno monetario sino también uno de comportamiento. La emisión de dinero se combina con la voluntad de los individuos de pedir prestado, gastar e invertir.
Tal disposición es mayormente psicológica — dependiendo de los espíritus animales de Keynes. Sin embargo, una vez cambien las expectativas de escenarios deflacionarios a inflacionarios, es difícil que vuelvan a cambiar. Esto podría llevar a una situación en la cual las expectativas de inflación cambien del 1% al 3%, pero luego rápidamente cambien al 5% o más.
La Fed cree que pueden bajar las expectativas inflacionarias del 3% al 2%. Pero podría no ser así. Cualquier intento por subir los tipos para tratar con expectativas más altas de inflación podría tener el efecto opuesto mientras los consumidores vean los tipos más altos como una validación de que la inflación está fuera de control.
Esto es exactamente lo que pasó en 1974–81. La Fed empezó detrás de la curva y se quedó ahí hasta las extremas medidas del presidente Paul Volcker en 1980–81.
Alternativamente, la Reserva Federal podría subir agresivamente los tipos en 2017 anticipándose a la inflación de Trump. Esta política se basaría en la lectura de Janet Yellen de la Curva Phillips y la bien aceptada noción de que la política monetaria actúa con retraso.
Con el desempleo en caídas post-recesión y las demandas de beneficios por desempleo en mínimos históricos, el análisis de Yellen es que las presiones inflacionarias por el aumento de las demandas de salarios son solo cuestión de tiempo. Como el ajuste monetario funciona con una demora de seis a doce meses, es importante subir los tipos ahora para mantenerse por delante de la inflación.
Otro punto a considerar es que la Fed está desesperada por subir los tipos todo lo que sea posible. Esto le permitiría tener algo de poder para hacer futuros recortes en la próxima recesión.
Según los cálculos de la Fed, la euforia en el mercado de acciones después de las elecciones de Trump cuenta como una flexibilización de las condiciones financieras. Es la excusa perfecta para hacer más ajustes monetarios.
El último comodín es el dólar. Un ciclo de ajuste de la Fed fortalecerá el dólar. Esto es deflacionario porque Estados Unidos es un importador neto y un dólar más fuerte abarata los bienes importados para los consumidores estadounidenses y otros participantes en la cadena de suministro global.
La combinación de un dólar más fuerte, deflación importada y tipos más altos en una economía débil podría llevar a una recesión.
El peor resultado económico sería una estanflación. La triste combinación de inflación alta y bajo crecimiento real o recesión.
El riesgo sistémico es tan peligroso como siempre. Podría jugar un papel grande e inesperado en los planes económicos de Trump. Los bancos demasiado grandes para caer están tan grandes como siempre, tienen un porcentaje mayor de activos del sistema bancario y libros de derivados mucho más grandes.
En sistemas dinámicos complejos como los mercados de capitales, el riesgo es una función exponencial de la escala del sistema. Esto significa que el tamaño más grande del sistema implica una futura crisis global de liquidez y un pánico del mercado peor que el del 2008.
La habilidad de los bancos centrales de lidiar con una nueva crisis de liquidez está altamente restringida por tipos de interés bajos y hojas de balance infladas que no han sido normalizadas desde la crisis. En el próximo pánico, los bancos centrales irán al FMI para que provea la liquidez necesaria.
Esa liquidez tomará la forma de la emisión de billones de Derechos Especiales de Giro. Esta emisión será altamente inflacionaria y terminará con el papel del dólar como la moneda de reserva global.
Hay muchos potenciales catalizadores que podrían disparar una crisis, como podría ser el Deutsche Bank (DE:DBKGn), entregas fallidas de oro, una crisis de deuda denominada en dólares de los mercados emergentes, un desastre natural, etc. El catalizador para tal pánico es irrelevante — lo que importa es la inestabilidad del sistema en conjunto.
Cuando se dispare el catalizador y empiece el pánico, las dinámicas impersonales toman vida propia. Esas dinámicas son indiferentes a las ideologías políticas o a las decisiones de los gobiernos.
Una administración de Trump podría ser superada rápidamente por una crisis de liquidez global. Y las élites globales operando a través del FMI, BIS y G20 dictarán soluciones. Trump podría ir con la solución de la élite, que involucraría la cooperación con China, o podría pelear contra ellas, generando una nueva Gran Depresión.
Teniendo en cuenta todo esto, esta es la valoración más precisa: la economía global está en el precipicio entre la inflación y la deflación.
El vector inflacionario podría dominar rápidamente, basado en una combinación de los déficits de Trump y la adaptación de la Fed. Contrariamente, el vector deflacionario podría dominar basado en factores fundamentales como el dólar fuerte, el des-apalancamiento, la demografía y la tecnología, combinadas con un prematuro ajuste de la Fed.