La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, provocó un gran revuelo en los mercados de deuda pública la semana pasada cuando afirmó que los responsables de la política monetaria de la eurozona ya no descartan una subida de tasas este año. Este giro hacia una postura más agresiva —después de que Lagarde mantuviera en diciembre que no creía que el BCE fuera a subir las tasas en 2022— ha tenido un impacto inmediato.
El rendimiento de los bonos griegos e italianos se ha disparado, ya que la perspectiva de un ajuste de la política monetaria, incluido el probable fin de las compras de bonos del BCE, ha afectado a la deuda pública, especialmente en los países periféricos de la Unión Europea.
El rendimiento de los bonos griegos a 10 años subió 25 puntos básicos el lunes por la tarde, hasta superar el 2,3%, mientras que el rendimiento de los bonos italianos a 10 años sumó 10 puntos básicos y se acercó al 1,9%.
Incluso el rendimiento de los bonos alemanes a 10 años continuó su ascenso —hasta territorio positivo, hasta el 0,23%-- y el rendimiento de los bonos franceses a 10 años alcanzó su cota más alta desde enero de 2019, en el 0,67%.
Klaas Knot, presidente del banco central holandés, de línea agresiva y sin pelos en la lengua, disipó cualquier duda que pudiera haber quedado sobre las intenciones del BCE tras la comparecencia de Lagarde cuando dijo durante el fin de semana que la primera subida de tasas probablemente llegaría en el cuarto trimestre, seguida de una segunda a principios de 2023. Knot, uno de los 25 responsables de la política monetaria del Consejo de Gobierno del BCE, prevé que la inflación de la eurozona se mantendrá en el 4% durante la mayor parte del año.
Lagarde intentó calmar a los inversores el lunes asegurando que cualquier cambio en la política monetaria del BCE sería gradual. Sus declaraciones aminoraron el aumento del rendimiento, pero no lo frenaron del todo.
El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense aumenta tras la sorpresa del informe de empleo no agrícola, aunque la tendencia alcista podría ser temporal
En Estados Unidos el sólido informe sobre el mercado laboral del viernes impulsó el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años por encima del 1,9%, cerca del umbral clave del 2%, y algunos analistas establecieron el 1,95% como punto de repunte para impulsar el rendimiento.
El informe que indicaba que la economía creó 467.000 puestos de trabajo en enero, muy por encima de lo esperado —triplicando las previsiones que hablaban de 150.000—, indica a los inversores que la Reserva Federal tendría libertad para subir las tasas en marzo, como estaba previsto.
Al mismo tiempo, la tasa de equilibrio a cinco años de los bonos del Tesoro muestra una inflación sólo un poco inferior al 3%, lo que sugiere que la Reserva Federal sería capaz de contener la subida de los precios sin llevar a la economía a la recesión. Los valores del Tesoro a 30 años protegidos contra la inflación registraron un rendimiento positivo la semana pasada, lo que indica que las tasas de interés reales negativos acabarán por desaparecer.
El rendimiento de los bonos del Tesoro a 2 años, que refleja el impacto de las subidas de tasas a corto plazo, se disparó por encima del 1,3% el viernes, tras establecerse por debajo del 1,2% el jueves.
Las subastas de esta semana podrían dar más pistas sobre el rumbo del rendimiento y la forma de la curva de rendimiento. El Tesoro subastará 50.000 millones de dólares en bonos a 3 años el martes, 37.000 millones en bonos a 10 años el miércoles y 23.000 millones en bonos a 30 años el jueves.
Sin embargo, los economistas de postura contraria consultados por Barron's pronostican un nuevo descenso del rendimiento, argumentando que los últimos sólidos datos económicos se deben al excesivo aumento de las reservas, especialmente en los grandes almacenes, lo que hace que la economía sea vulnerable. También citan la elevada deuda pública como un lastre para la recuperación económica, lo que mantendrá limitados las tasas a largo plazo.
En cualquier caso, los mercados de deuda pública han entrado en una nueva fase de volatilidad, ya que los bancos centrales ajustan sus perspectivas de política monetaria y el COVID-19 sigue teniendo un impacto errático. Los inversores no pueden permitirse el lujo de dudar como los responsables de la política monetaria, por lo que los mercados son propensos a sufrir oscilaciones exageradas.