Durante agosto, la aceleración de la última ola de infecciones de COVID-19, impulsada por la propagación de variante Delta, ha ocasionado un fuerte aumento de la aversión al riesgo a lo largo de los mercados financieros. Sin embargo, esto ha afectado en mayor proporción a los mercados emergentes, pues hay temores de que la reimposición de medidas de confinamiento y restricciones a la movilidad puedan disminuir el crecimiento de la economía global, en especial de la demanda de economías industriales.
En consecuencia, los precios de commodities, como el petróleo y los algunos metales industriales, han caído rápidamente. Lo que ha debilitado aún más la posición de las divisas de países exportadores como México, Brasil, Rusia, Chile, entre otros.
Por lo tanto, el índice cambiario MSCI de mercados emergentes se ha presionado a la baja y, en lo que va del mes, ha perdido más del 0.91% (al 19/ago). Además, desde que el mercado ha confirmado sus apuestas sobre el inicio del recorte a las compras de activos de la FED, tras la publicación de sus minutas, el índice cayó en 0.45%. A la par, el dólar se ha fortalecido a lo largo del mercado cambiario, pues el mercado incrementó su demanda por instrumentos refugio de riesgo, como esta divisa, y ya ha comenzado a descontar el inicio de la normalización de la política monetaria en EE.UU. Lo que a propicia un flujo de capitales positivos hacia ese país por el atractivo de mayores tasas de interés.
En el caso de nuestra moneda, el peso mexicano USD/MXN se perfila a depreciarse por quinta sesión al hilo, con una pérdida acumulada del 2.74%.