Justo cuando parecía que los precios de la energía volvían a estar bajo control, tras el gigantesco incremento en 2022, al final de la pandemia, el petróleo vuelve a cotizarse al alza. En aquel momento, se encareció por una combinación de interrupciones en la cadena de suministro, el enorme incremento de la demanda que supuso el retorno de la normalidad y la elevada inflación del dólar. Este repunte se produce por la combinación de incerdidumbre geopolítica y recortes voluntarios en la oferta por parte de los miembros de la OPEP+. La tensa situación del Medio Oriente, el escalamiento del conflicto entre Israel e Irán (importante productor de hidrocarburos) y la continuación de las sanciones a otros países productores de petróleo podrían contribuir, en forma combinada, con nuevos máximos históricos en los próximos meses. De hecho, el crudo marcador Brent está por encima de USD 90 por barril, y parece estar en una tendencia ascendente; en tanto, el WTI y el Light Sweet superan los USD 86 y aparentemente buscan registrar más ganancias.
Esto, además, llega en un pésimo momento para los consumidores comunes, que apenas comenzaban a recuperarse de la histórica presión de precios, que llevó al límite sus capacidades de resiliencia. Pero, como saben los inversionistas y traders, toda crisis representa también una oportunidad. Teniendo esto presente, analicemos cuál es la trayectoria más probable para el petróleo en las próximas semanas y meses, y veamos qué factores determinarán sus movimientos por el resto de 2024.
Tensiones en aumento
Este ha sido un tema recurrente durante los últimos dos años, pero parece que las vicisitudes geopolíticas mundiales han vuelto a intensificarse con la actual situación en Israel y su proyección sobre la región. El ataque a la embajada iraní en Damasco ha elevado las preocupaciones de que una escalada afecte a este productor clave de petróleo, y al potencial impacto en los precios de los hidrocarburos que esto significaría. Y pese a que el petróleo iraní está ya sujeto a numerosas sanciones por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, su disponibilidad tiene un efecto significativo en el mercado mundial, dado que una oferta plena de crudo más barato a países que no acompañan estas sanciones reduce las cantidades que necesitan de Brent y otros tipos de petróleo parecidos a los estándares estadounidenses.
Cuando se cierra un grifo, la única dirección posible para el precio del petróleo es hacia arriba; el conflicto en Europa del Este también está dejando su huella en el lado de la oferta, pues los renovados ataques a refinerías sólo le echan más leña al fuego. La magnitud del impacto que semejantes conflictos tienen sobre el mercado mundial será en cierto modo aplacado por Estados Unidos, como gran fiel de la balanza en los dos teatros de conflicto y, en sí mismo, un productor clave del mercado. En año electoral, el presidente de EE. UU., Joe Biden, seguramente se sentirá presionado para mantener el petróleo por debajo de USD 100, y queda por ver si lo logra, bien sea a través de la diplomacia o la manipulación del mercado.
Controles artificiales
Como sabemos, si hay un mercado intervenido por fuerzas externas es el petrolero; y sus movimientos suelen ser tanto resultado de políticas gubernamentales como lo son de las fuerzas contrapuestas de la oferta y la demanda. Probablemente la OPEP+ sea el cartel de precios más conocido del planeta, y lleva ya un año largo implementando un recorte voluntario de producción. Tanto Rusia como Arabia Saudí han reducido su oferta petrolera en 1 millón y 500,000 barriles por día (bpd) respectivamente, aunque Rusia pasará a limitar su recorte a 471,000 bpd, pero sustituyendo un tope a sus exportaciones por una bajada de su producción. Los elevados precios suelen favorecer a estos países productores de petróleo, y una producción artificialmente reducida contribuye a que los precios se incrementen. No obstante, también aprecian beneficiarse de los precios más altos, lo que los lleva a producir y vender cada vez más crudo. Se trata de un delicado ejercicio de equilibrio que funciona para mantener los precios dentro de unos márgenes razonables.
EE. UU. también es un jugador con poder suficiente para impactar sobre los precios: actualmente, su objetivo es mantener bajo control el valor del petróleo, cuando estamos entrando a la temporada de viajes en ese país, para no crear malestar entre sus ciudadanos justo antes de que acudan a las urnas electorales en noviembre. Con esto en mente, la Administración Energética de Estados Unidos incrementó ya hasta 3.2 millones de barriles sus reservas de petróleo durante la última semana de marzo, aun cuando una encuesta realizada por analistas de Reuters estimaba una caída de 1.5 millones de barriles. De prolongarse esta política y si los países de la OPEP+ continúan buscando mayores ganancias, podríamos ver retroceder los precios del petróleo nuevamente hasta la marca de USD 80, o incluso por debajo de esta.