Los bonos del Tesoro estadounidense parecen hacer aguas. Eso mantiene el rendimiento de los bonos de referencia a 10 años en torno al 1,60% a pesar de las fluctuaciones habituales.
Los inversores han tenido ya en cuenta las positivas noticias económicas, pero un informe de empleo alcista el viernes podría soliviantarlos si hay progresos no sólo en la tasa general, sino en la tasa más amplia que incluye la participación laboral.
Mensajes mixtos, obstáculos políticos
Dos indicadores de la actividad manufacturera se publicaron el lunes, lo que envía mensajes mixtos. El PMI manufacturero del ISM no cumplió las expectativas y se mantuvo en 60,7 puntos frente a las expectativas que apuntaban a 65,0 y frente a los 64,7 de marzo, mientras que el PMI manufacturo de IHS Markit casi igualó las previsiones ascendiendo hasta 60,5 puntos, aproximadamente lo mismo que en marzo.
La noticia hizo que el rendimiento de los bonos a 10 años se desplomara hasta un 1,58% frente al 1,63% al comienzo de la jornada de negociación, pero los bonos se recuperaron hasta situarse en torno al nivel del 1,60%. Esto sigue suponiendo una pérdida de 3 puntos básicos en el conjunto de la jornada, pero el rápido repunte muestra la resistencia de los inversores en ese nivel.
Los cuellos de botella de la cadena de suministro están obstaculizando claramente la actividad manufacturera, pero cualquier cosa que supere los 50 puntos en los índices de actividad manufacturera indica expansión. Las acciones suben ante las previsiones de reactivación de la economía.
Los poco alentadores datos del sector manufacturero dirigen aún más la atención hacia el próximo informe de empleo, que los analistas consideran un indicio más preciso de hacia dónde se dirige la economía. No hay duda de que la demanda del sector manufacturero está aumentando, pero las alteraciones y la escasez están lastrando la actividad.
Si el sector manufacturero cojea, se espera que los restaurantes y los hoteles den un empujón al empleo. Las previsiones apuntan a la creación de 975.000 puestos de trabajo, pero muchos economistas creen que la cifra alcanzará el millón o incluso más.
En el frente político, los paquetes de gasto multimillonario del presidente Joseph Biden están empezando a encontrarse con algunos obstáculos en el Congreso, incluso entre los demócratas. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, con las mayorías más estrechas, ha puesto como fecha límite el 4 de julio para el paquete de 2,3 billones de dólares que incluye el gasto en infraestructura, lo que indica semanas de debate y consenso en una agenda que podría resultar ambiciosa. Otro paquete de Biden de 1,8 billones de dólares para educación, cuidado de niños y otros apoyos familiares llegará más tarde.
El líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, el republicano de Kentucky, dijo el lunes que el apoyo de su partido al gasto combinado de 4,1 billones de dólares sería cero. Los republicanos quieren impulsar un plan de gasto más discreto de 600.000 millones de dólares destinado a carreteras, puentes, aeropuertos y otros proyectos que responden a un concepto más tradicional de infraestructura.
El senador demócrata de Virginia Occidental, Joe Manchin, también ha expresado su preocupación por las cantidades de gasto involucradas en los paquetes de Biden. Los demócratas necesitan 50 votos en el Senado contra un frente republicano unido si quieren que la vicepresidenta Kamala Harris tenga el voto de desempate, por lo que la oposición de Manchin es significativa.
También se opone a utilizar el llamado proceso de reconciliación presupuestaria que permite a los demócratas aprobar proyectos de ley en líneas partidistas incluso con el obstruccionismo filibustero, además de oponerse a cualquier esfuerzo para limitar considerablemente el obstruccionismo filibustero.
El resultado es que hay considerables dudas sobre la cantidad final y el calendario de implementación de los nuevos paquetes de gasto tras la aprobación en marzo de los 1,9 billones de dólares en medidas destinadas a aliviar el impacto del COVID-19.
El Departamento del Tesoro anunció el lunes sus planes de pedir prestados 1,3 billones en los dos últimos trimestres del año fiscal hasta el 30 de septiembre, ascendiendo el total del año fiscal 2021 a 2,3 billones de dólares. La aprobación del proyecto de ley de ayuda contra el Covid quintuplica los planes de endeudamiento para el trimestre actual hasta 463.000 millones de dólares frente a los 95.000 millones de dólares estimado originalmente. El Tesoro ha estimado el endeudamiento del cuarto trimestre en 821.000 millones de dólares. La aprobación de una nueva legislación sobre el gasto podría elevar las previsiones de endeudamiento.
Éstas son grandes cifras, y está por ver si los políticos o los votantes se enfrentarán a este tipo de gasto y endeudamiento si la economía parece avanzar a pasos agigantados por sí sola.
La otra incógnita es la inflación. Se han conocido subidas no sólo de los precios de las materias primas, sino también de los productos afectados por los cuellos de botella. Servicios como el transporte de camiones también están impulsando los precios ante la fuerte demanda, mientras que los ingresos están aumentando.
Históricamente, esto se consideraría una receta para la inflación, pero los responsables de la política monetaria de la Reserva Federal insisten en que cualquier repunte de los precios será "transitorio". Está por ver lo tolerantes que van a ser los inversores con una inflación más alta, transitoria o no.