Ritmo, sonido, ecos y silencio; polvo, poblachos y caminos; fantasmas y muerte. La palabra llana y directa; la sintaxis austera y machacona. De toda esa materia está constituida la prosa perfecta y profunda de Juan Rulfo. El resultado es una obra breve, concisa y contundente, intensa y bella, rústica y brutal, de una cadencia costumbrista estilizada de poesía, de una lírica negra y violenta en un México que, en aquellos años cincuenta posrevolucionarios, fechas en las que publicó “El llano en llamas” (1953) y Pedro Páramo (1955), era eminentemente rural.
Según datos del INEGI, en 1950 el 57% de la población mexicana habitaba en comunidades rurales (menos de 2,500 habitantes) y en torno a un 43% residías en áreas urbanas. En ese campo mexicano, Rulfo nos narra historias de desolación y desesperanza, de abandono, violencia y muerte. En el 2010, el paisaje mexicano es muy distinto. Es un país de grandes manchas urbanas, de megalópolis y extensas zonas metropolitanas: un 78% de la población es urbana mientras que la población rural ha descendido a un 22%. Sin embargo, si nadie es más suyo, en la creación de estilo, que Juan Rulfo, nadie es tampoco, cien años después de su nacimiento, más actual.
Por supuesto, que esa transformación de México es natural. El campo, dedicado a actividades agropecuarias, se ha ido despoblando conforme avanzaba la industrialización del país y las ciudades ofrecían más oportunidades de trabajo, mejores salarios y mayor calidad de vida. En todas las economías avanzadas y en vías de desarrollo, el sector agropecuario, pilar de la economía hasta el siglo XIX, fue perdiendo peso a favor del sector industrial y, posteriormente, del de servicios. Actualmente, el sector primario en México representa algo más del 3% del PIB, comparado con un 33% del sector secundario y un 62% del terciario.
Pero algo ha tenido también que ver también el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La apertura y liberalización del sector agropecuario dejó al campo mexicano dedicado a cultivos básicos (maíz, soya, trigo, algodón, arroz, sorgo) en clara desventaja contra Estados Unidos. Ése es el México de Juan Rulfo que todavía clarea en el paisaje mexicano. Pero por otro lado, ha convertido al país, geográfica y climáticamente más favorecido, en un vergel de árboles frutales, verduras y hortalizas, cultivos de mayor valor agregado como el mango, aguacate, limones, tomates, pepinos o frutas exóticas, que inundan a Estados Unidos fuera de temporada.
Pero veamos el México de Juan Rulfo, ése del maíz y de otros cereales, el del “coamil donde yo sembraba todos los años un tantito de maíz para tener elotes”. Bajo el TLCAN se eliminaron aranceles y tarifas para los productos agropecuarios. Sin embargo, no fueron nada exhaustivos a la hora de eliminar otro elemento clave que distorsiona el libre comercio: los subsidios agrícolas. En consecuencia, México no pudo competir frente a las masivas ayudas que reciben los agricultores estadounidenses. Gracias a esas subvenciones, Estados Unidos ha recurrido a prácticas de “dumping”, esto es, ha vendido productos agropecuarios a México a precios inferiores a sus costos de producción, lo que ha provocado varios efectos perniciosos sobre el campo mexicano.
Uno, las importaciones estadounidenses, más baratas como resultado de los subsidios, desplazaron a los productos mexicanos; dos, para poder competir, los productores mexicanos tuvieron que reducir a su vez los precios de sus mercancías, deprimiendo sus ingresos; tres, en consecuencia, ese campo tradicional dedicado a los cultivos básicos, donde se concentra una gran parte de la población agraria, se ha empobrecido y ha dejado en situación de precariedad a campesinos y pequeños agricultores; cuatro, la avalancha de productos importados ha exacerbado la dependencia alimenticia de México, sobre todo en relación con Estados Unidos; y quinto, ante la pobreza y la vulnerabilidad de esa población, muchos han partido, bien hacia la ciudad, bien hacia Estados Unidos.
El caso más emblemático es el del maíz, germen de la cultura mesoamericana. México es autosuficiente en la producción de maíz blanco, el que se destina a consumo humano. Según la Sagarpa, para el 2017 se estima una producción de 23.3 millones de toneladas de este grano, lo que representaría un aumento del 4.7% y suficiente para cubrir la demanda total de grano doméstica. Sin embargo, Estados Unidos inunda a México de maíz amarillo para alimentar al ganado. Según los datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, las exportaciones de maíz amarillo (excluyendo el maíz dulce) aumentaron en un 670% desde 1997. En el 2016, México compró a Estados Unidos 2,643 millones de dólares (mdd) en maíz, y apenas le vendió 15.7 millones. También fue México deficitario en trigo (607 mdd), arroz (270 mdd), y otros cereales (159 mdd). Y esos déficits son resultado de los mejores rendimientos, productividad y excedentes estadounidenses, pero también de los subsidios que recibe todo el cinturón maicero (Iowa, Illinois, Indiana, Minnesota), estados que en su mayoría votaron por Trump y que ahora temen que su presidente les bloquee el comercio con México. Entre 1995 y 2014, los subsidios al maíz en Estados Unidos se han elevado a 94,300 mdd. México, entre tanto, se apresura estos días a negociar con Brasil y Argentina acuerdos comerciales para buscar alternativas de suministro a esos granos.
Si es ésa la respuesta correcta o si la política de estado debe ser privilegiar la producción nacional es otro tema. Lo que sí es que el campo mexicano sigue siendo muy pobre.Según el CONEVAL, en el 2014 el 61.1% de la población rural se encontraba en pobreza, lo cual significa 17.0 millones de mexicanos: el 20.6% del campo se encontraba en pobreza extrema, y un 40.5% en pobreza moderada. Y los pueblos se siguen abandonando: “De tiempo en tiempo, alguien se iba; atravesaba el guardaganado, donde está el palo alto, y desaparecía entre los encinos y no volvía a aparecer ya nunca. Se iban, eso era todo”, dice Rulfo en el cuento de “La Cuesta de las Comadres”.
Muchos a Estados Unidos, a probar suerte. “Ya ve usté, el Carmelo volvió rico, trajo hasta un gramófono y cobra la música a cinco centavos”, dice un hijo a su padre cuando le advierte que se va al Paso del Norte porque “la semana pasada no conseguimos para comer y en la antepasada comimos puros quelites”. Durante la década de los noventa, la población inmigrante mexicana aumentó a un ritmo vertiginoso: pasó de 4.298 millones en 1990 a 9.178 millones en 2000, o el 29.5% de la población total foránea.
Desde entonces, el crecimiento se ralentizó y en los últimos años se ha estabilizado. En 2014, la población inmigrante mexicana se estimaba en 11.714 millones, y su proporción había descendido a 27.6%, según el Instituto de Políticas de Migración. De hecho, y según el Centro de Investigación Pew, entre el 2009 y 2014, hubo una salida neta de 140,000 inmigrantes mexicanos de Estados Unidos. Así, México ya no es el principal país de origen de inmigrantes en Estados Unidos, sino que ahora es China y la India.
Ahora, además,Trump los quiere regresar a la fuerza, y a alguno podría no quedarle más remedio que regresar a Comala en busca de un tal Pedro Páramo.
“- ¿Quién es? – volví a preguntar.
- Un rencor vivo – me contestó el”.
INFOGRAFÍA
Con el TLCAN, Estados Unidos cobró ventaja en la producción de cereales y cultivos básicos, altamente subvencionados, y otros rubros implíctamente subsidiados (carne, pienso, lácteos) en tanto México orientó sus esfuerzos a la horticultura y las frutas exóticas. El resultado agropecuario, para el 2016, fue un superávit a favor de México de 6,052 mdd…
Fuente: Oficina del Censo de EU
… pero el campo que Juan Rulfo describe en su obra es el campo tradicional, el de los campos de milpa donde crecía el maíz y que por siglos ha alimentado a México, a las pequeñas familias agrícolas, a los campesinos, a los indígenas, y que hoy no puede competir con EU. Pese a ser México autosuficiente en maíz blanco, el déficit con EU es brutal…
Fuente: Oficina del Censo de EU
… por tanto, el campo que se ha trabajado en México toda la vida permanece empobrecido. En el 2014, seis de cada diez mexicanos que vivían en el campo eran pobres: cuatro vivían en pobreza moderada y dos en pobreza extrema. La pobreza en el campo es mayor a la observada en la ciudad, y sus habitantes buscan oportunidades.
Fuente: Coneval
… una es migrar a la ciudad. Otra a Estados Unidos. Con la entrada del TLCAN, entre 1990 y el año 2000, la migración a Estados Unidos se disparó y el número de inmigrantes se elevó de 4.3 millones en 1990 a 9.2 millones en el año 2000. Ahora bien, en los últimos años la población migrante se ha estabilizado y en los últimos años hasta ha habido una salida neta.