Los responsables de la política monetaria de la Reserva Federal expresaban su preocupación la semana pasada por cuestiones que van desde el aprovisionamiento excesivo de riesgos en un entorno de bajos tipos de interés hasta los imponentes requisitos para financiar al Gobierno al ir aumentando el déficit federal. Pero Richard Clarida, vicepresidente de la Fed, fue sorprendentemente optimista con respecto a la economía.
En una comparecencia virtual de la reunión de miembros del Instituto de Finanzas Internacionales, Clarida dijo: "Esta recesión ha sido, con mucho, la más profunda de la historia de la posguerra, pero también puede entrar en el Libro Guinness de los Récords como la recesión más breve de la historia de Estados Unidos".
El hecho de que Clarida —a diferencia del presidente de la Fed, Jerome Powell, y dos de los otros tres miembros de la junta de gobernadores— tenga un doctorado en economía ha dado un peso considerable a estas declaraciones.
"El flujo de macrodatos registrados desde mayo ha sido sorprendentemente fuerte", seguía Clarida, "y muchos pronosticadores estiman que el crecimiento del PIB del tercer trimestre podría haber repuntado a una tasa anual del 25-30%".
Tras una fuerte caída del 32% de la tasa anual en el segundo trimestre, eso representaría una recuperación que se parece mucho a una V.
La economía estadounidense ha desafiado a los escépticos, dice Clarida, mientras los consumidores estadounidenses han desafiado la sabiduría popular y responden a los bajos tipos de interés y al crédito fácil, junto con el apoyo fiscal del Gobierno. "Construyen casas, compran coches y encargan equipos y software", dice.
Clarida ha reconocido que el gasto en servicios está algo rezagado, pero incluso en este caso hay un lado bueno. Durante el debate, Clarida dijo que "hay una demanda acumulada" de servicios que elevarán la economía a medida que la pandemia Covid-19 vaya desvaneciéndose. Además, dice, los hogares han acumulado ahorros considerables que proporcionarán un "viento de cola" para la economía en ese momento.
El optimista pronóstico depende de la cooperación contra el virus, reconoce Clarida, y bien podría pasar otro año hasta que vuelvan a registrarse niveles prepandémicos. Tanto la Fed como el Gobierno tendrán que proporcionar más ayuda, explica.
Mary Daly, presidenta de la Fed de San Francisco, también ha sido optimista en una comparecencia ante la prensa, diciendo que los tipos de interés cercanos a cero son la política correcta para la economía ahora mismo. Dijo que podría hacer falta más acción por parte de la Fed y que los responsables de la política monetaria supervisarán cuidadosamente los datos entrantes. Y explica: "Nuestra economía y nuestra política monetaria están en una buena posición en este momento. Nos veo también posicionados para capear esta tormenta en la que estamos, y está por ver si hará falta más".
Los 17 miembros del Comité Federal de Mercado Abierto participan en reuniones de política monetaria cada seis semanas más o menos, pero sólo 10 de ellos tienen derecho a voto: los cinco miembros de la junta, el presidente de la Fed de Nueva York y otros cuatro presidentes de bancos regionales que se turnan el derecho a voto cada dos o tres años. Daly, que asumió su cargo en octubre de 2018, cumplió su primer año completo como miembro con derecho a voto en 2021.
El presidente de la Fed de Boston, Eric Rosengren, continuó sus declaraciones de la semana pasada sobre lo vulnerable que es el sistema financiero tras 12 años de bajos tipos de interés afirmando que Estados Unidos necesita reglas más estrictas para frenar el apalancamiento y la asunción de riesgos. Y dijo al Financial Times: "Si queremos mantener una política monetaria... que aplica tipos de interés bajos durante mucho tiempo, debemos exigir una autoridad de supervisión financiera sólida para poder restringir el nivel de asunción de riesgos excesivo que se da al mismo tiempo”.
A Randal Quarles, vicepresidente de la Fed para la supervisión, le preocupa que el banco central tenga que continuar sus compras de activos durante mucho tiempo porque el Departamento del Tesoro de Estados Unidos está emitiendo tanta deuda nueva que podría abrumar a los mercados privados. La deuda nacional ha ascendido a más de 27 billones de dólares frente a los 23 billones de dólares al comienzo del año fiscal. Quarles explica:
"Puede que haya sido un simple macrohecho que el mercado de bonos sea mucho más grande de lo que era incluso hace unos años, que el gran volumen haya superado la capacidad de la infraestructura del mercado privado para apoyar el estrés de cualquier tipo".