Este próximo miércoles 11 de diciembre se da a conocer la cifra de inflación en EUA correspondiente al mes de noviembre. La expectativa es que a tasa anual repunte una décima a 2.7%, su segunda alza consecutiva y en su rubro subyacente se mantendría en 3.3% por tercer mes consecutivo.
En balance, si bien noviembre no será un mes de progreso sustancial hacia el objetivo del 2%, es muy probable que las variaciones mensuales de los principales componentes de la cesta muestren que las dinámicas desinflacionarias no han desparecido.
Al igual que el mes pasado, el rebote en la tasa anual se justifica por un efecto base. Así, la inflación se mantiene cerca del objetivo de estabilidad de precios. Sin embargo, la batalla, aún no está ganada.
Mucho se especula sobre las eventuales presiones inflacionarias que habría en EUA en caso de que el presidente electo implemente sus promesas de campaña una vez que tome posesión a partir del próximo 20 de enero. En particular las políticas de aranceles generalizados, reducción de las tasas de impuestos corporativos y la deportación masiva de inmigrantes.
En su última reunión de política monetaria, el presidente de la Fed fue cuestionado al respecto, y el funcionario fue muy contundente al decir que es muy pronto para especular sobre ello. A corto plazo, el resultado de las elecciones en EUA no afectará sus decisiones de política.
Hasta el momento, el banco central de Estados Unidos ha sido capaz de contener los precios con su política monetaria sin provocar pérdidas de empleo ni una recesión, logrando el ansiado aterrizaje suave.
En este sentido, el reporte de precios al consumidor de esta semana servirá para cerrar la pinza sobre las apuestas entre inversionistas de los futuros pasos de la Fed respecto a la tasa de interés.
Si la inflación cumple las expectativas o incluso quedan por debajo de lo anticipado, se consolida la idea de un recorte de 25 puntos base para el encuentro del 18 de diciembre y de por lo menos dos más (de igual magnitud) para todo el 2025. Bajo este escenario, la reacción inicial del peso mexicano sería positiva, entre 10 y 15 centavos de apreciación.
Por el contrario, si la inflación supera expectativas, crecerán las apuestas de que la decisión de la Fed en diciembre podría implicar hacer una pausa, o por lo menos aumentaría la posibilidad de que así lo fuere. También implicaría apuestas de que para 2025 se retrase un nuevo recorte, quizá hacia la segunda mitad del año. En este escenario, la reacción inicial de la moneda mexicana sería negativa, alrededor de 15-20 centavos de depreciación.
Con este indicador nos podremos dar una idea de la tendencia final que tendría el peso mexicano para fin de año. Esto es, para considerar la posibilidad de que rompa hacia abajo el psicológico de los $20.0 o concluir alrededor de $20.15.