Para nadie es un secreto la compleja encrucijada, por la que atraviesan actualmente las economías de los países emergentes y entre ellas de forma destacada Brasil, donde el acelerado ritmo de devaluación, consecuencia en buena medida de factores externos y la inestabilidad política y económica interna, avivan cada dia, el fuego que consume los mercados financieros de este gigante sudamericano.
Si, Brasil ese país preponderante en la determinación de los precios internacionales del café, en su condición de mayor productor del grano, país donde los precios locales, los que pagan los exportadores a los productores rurales, no han disminuido en línea con las cotizaciones internacionales, e incluso han aumentado, gracias precisamente a esa devaluación que hace que el bajo precio internacional actual, se haga atractivo cuando se expresa en términos de su moneda local, el real.
Esa es la realidad, la caída de los precios del café en las bolsas internacionales, no está afectando a los productores en Brasil (de hecho en Colombia tampoco, donde se está presentando el mismo fenómeno). Hoy en día, un productor cafetero en Brasil, tiene la suerte de vender su producto a mejores precios que hace 6 meses, cuando las cotizaciones internacionales eran mucho más elevadas.
Es tan diáfana esta situación, que ahora todos los que estamos inmersos en el negocio cafetero a nivel mundial, estamos acostumbrándonos a ver como el precio del café internacional se impacta negativamente, cada vez que se devalúa el Real Brasilero, cosa que entre otras, pasa muy seguido las últimas semanas. Esto porque, al subir el precio del dólar en Sao Paulo, se sabe surgirán oleadas de ventas de parte de los exportadores Brasileños, que pueden darse el lujo de pagar mayores precios en reales a sus proveedores.
Tampoco es un secreto para nadie, que la situación actual de los mercados financieros no es para nada saludable, que su negativa respuesta de las últimas semanas, es una natural reacción y ajuste a padecimientos que no se han logrado subsanar por años.
La adicción al endeudamiento que se ha propagado como un virus por cada rincón del planeta, la promesa de la Fed de cambiar el rumbo de su política monetaria e iniciar una campaña de incrementos de tasas de interés y ahora un nuevo factor de preocupación generalizado, como es la debilidad de la economía China, principal motor de los precios de las materias primas, implican un escenario macroeconómico que cambia a pasos acelerados, de regular a peor. Todos factores que no auguran un camino color de rosa a las economías emergentes, entre ellas por supuesto Brasil.
Sin importar si estamos en una situación de sobre oferta, o exceso de demanda de café a nivel global, la coyuntura financiera, hace que el desempeño de Brasil a nivel macroeconómico, así como su capacidad de respuesta ante la crisis, continúen marcando la pauta para el mercado internacional del grano.