Al oro le sienta bien la incertidumbre: su precio en los últimos meses ha subido dramáticamente. Esta semana alcanzó un máximo de 2,059 dólares la onza, su nivel más alto en lo que va del año y apenas unos cuantos dólares por debajo del récord histórico. Y detrás de este aumento se encuentra una fuerte demanda por parte de los actores chinos, como aquí le hemos reportado.
Los volúmenes de compra no dan signos de desaceleración. De hecho, la posición neta de los 10 principales comerciantes de la Bolsa de Metales de Shanghái ya alcanza niveles récord, impulsada por la adquisición de más de 16,000 nuevos contratos largos desde diciembre.
Como le comentamos en el pasado Reporte Fundamental, a nivel minorista, la demanda china de barras y monedas de oro sumó 82 toneladas en el período julio-septiembre, un alza interanual del 16 por ciento, a pesar del encarecimiento del rey de los metales en yuanes, siendo el mayor volumen para un tercer trimestre desde 2018.
Wang Lixin, CEO del World Gold Council en China, atribuyó este auge al deseo de refugio ante la incertidumbre geopolítica global y el débil desempeño de inversiones alternativas en el mercado doméstico. Los ahorristas del gigante asiático ven al oro como una reserva de valor más confiable.
Compras del banco central chino, al alza
Pero a la par del sector privado, el Banco Popular de China (PboC, en inglés) también ha retomado agresivamente la compra de oro para sus reservas desde noviembre del año pasado. De acuerdo con cifras oficiales, en lo que va del actual ciclo ha acumulado 232 toneladas.
Analistas del sector como Jan Nieuwenhuijs, de Gainesville Coins, estiman que ese banco central ha comprado mucho más: 593 toneladas en lo que va de 2023, un 80 por ciento por encima de lo divulgado. Así, las reservas extraoficiales totales de China ya alcanzarían las 5,220 toneladas, más del doble de las cifras oficiales reportadas.
Esto catapultaría al país asiático al tercer puesto mundial en el acopio de oro, detrás de Alemania y Estados Unidos. Y junto con las reservas de Rusia, las dos potencias suman un poderoso bloque superior a 7,500 toneladas, casi al nivel de EU.
Más allá del deseo de los inversionistas chinos de proteger su capital, su banco central parece tener objetivos geopolíticos. Dentro de su estrategia de reducir la dependencia del gigante asiático del dólar estadounidense, el oro funge como un activo alternativo para diversificar sus reservas internacionales.
Esta política cobra más relevancia si se considera que China registró una salida récord de 75,000 millones de dólares en septiembre del año pasado, en medio del fortalecimiento del billete verde. Desde entonces han intensificado los controles de capital para evitar la fuga de divisas. Pero nada ha detenido el empeño del PBoC de seguir diversificando hacia el oro.
¿Hacia dónde se dirigen los precios?
Con los chinos tan comprometidos, todo parece indicar que el reciente repunte del oro aún tiene espacio para extenderse. Los principales bancos de Wall Street coinciden en sus proyecciones: es muy probable que el metal áureo supere su máximo histórico de 2,075 la onza en los próximos meses, empujado por la sed insaciable de China, pero también la de occidente, hasta hoy rezagado.
La barrera psicológica de los 2,050 dólares se rompió este viernes, lo que –apuntan los analistas técnicos– abre la posibilidad a potenciales ganancias.
De hecho, Andrew Matthews, trader de commodities del banco suizo UBS (SIX:UBSG), afirma que con un posicionamiento moderado, demanda institucional sostenida, estacionalidad favorable de fin de año y opciones apostando fuertemente al alza, todo apunta a que el oro continuará su marcha ascendente para establecer nuevos récords históricos por encima de los 2,075 dólares por onza en el corto plazo.
El pronóstico alcista para el rey de los metales se ve reforzado, asimismo, por las previsiones de otros grandes bancos como JP Morgan (NYSE:JPM), que estiman que el índice bursátil de referencia más importante del mundo, el Standard & Poor’s 500, perderá casi el 10 por ciento en 2024.
De acuerdo con un análisis de JP Morgan, el índice S&P 500 descenderá a 4,200 a finales de 2024, lo que supone una caída de aproximadamente el 8 por ciento desde su nivel actual, un desplome que catapultaría la búsqueda del refugio seguro del oro.
Aunado a eso, los estrategas mencionaron la desaceleración del crecimiento mundial, la contracción de la liquidez, los riesgos geopolíticos y políticos y las elevadas valoraciones como importantes vientos en contra a los que se enfrentan los activos de riesgo.
"La renta variable está actualmente muy valorada, con una volatilidad cercana a su mínimo histórico, mientras que los riesgos geopolíticos y políticos siguen siendo elevados. Los analistas prevén un crecimiento mediocre de los beneficios mundiales, con caídas para la renta variable desde los niveles actuales", advierten.
Aquí, a los inversores mexicanos les cae como una auténtica “bendición” que el inflado “superpeso” mantenga su fortaleza, pues nos seguirá permitiendo invertir en los activos arriba citados –en especial en oro físico– a precios de remate. Una oportunidad única que no volverá.