El Brexit significó la reconfiguración del mapa mundial en términos geopolíticos y económicos, impactando de lleno y sin previo aviso en los mercados financieros.
Este histórico desplome fue exacerbado tanto por el excesivo optimismo con el que venían comprándose los mercados en las jornadas previas, como por un pánico generalizado que perdió correlato con la realidad macroeconómica.
Al parecer, la desmesura de esta reacción inicial quedó corroborada a lo largo de esta semana, en la que gradualmente se verificó una recuperación de los principales índices bursátiles a niveles previos al desplome.
¿Pero hacia dónde se canalizaron estos flujos monetarios originados por esta venta masiva de acciones?
En el epicentro del temblor, los inversores se refugiaron en el dólar, el oro y los mercados de crédito, en un éxodo comúnmente conocido como "flight to quality" (vuelo a la calidad).
Para entender los impactos de esta migración hacia el gigantesco y heterogéneo conglomerado que caracteriza al mercado de renta fija, debemos detenernos en la repercusión del Brexit en las distintas clases de bonos en términos de su calidad crediticia, país de emisión y tipo de emisor:
- En primer lugar, los precios de los bonos del Tesoro Americano se dispararon como consecuencia directa de la demanda global por activos libres de riesgo. Los flujos no arribaron únicamente del desarme de posiciones en renta variable sino también de la renta fija soberana de otros países que dejaron de ser percibidos como refugios seguros.
En particular, la pérdida de calificación crediticio de 'triple A' del Reino Unido anunciada por las agencias S&P y Fitch a principios de esta semana, vigorizó esta migración hacia la deuda soberana de EEUU. Por otra parte, los refugios alternativos en Japón y los países centrales de Europa están signados por una histórica incursión en política monetaria caracterizada por tasas de interés nominales negativas (lo que significa que los inversores no sólo no reciben interés sino que deben pagar un costo).
Este escenario concentró la atención de inversores desesperados por percibir tasas de interés en el mercado norteamericano. El dato más curioso es que mientras que en pleno derrumbe bursátil los precios de los bonos del tesoro americano se incrementaron, en la posterior recuperación de esta semana no solo no se contrajeron sino que continuaron la escalada. La tasa de interés que ofrecen lo Bonos del Tesoro a 30 años cerró este viernes en 2,24%, el nivel más bajo de su historia. La explicación de este fenómeno reside en la percepción de los mercados de que la incertidumbre llegó para quedarse.
- En segundo lugar, los bonos soberanos de la UE respondieron de maneras disímiles al Brexit, reflejando una heterogeneidad cada vez más acentuada entre las economías que forman parte. Las tasas de los bonos de los países centrales disminuyeron e incluso en algunos casos fueron empujadas a terrenos aun más negativos. Tal fue el caso de Alemania, cuya tasa para bonos a 10 años llegó a tocar un valor mínimo de -0,17%.
En el sentido contrario, las tasas de los bonos de la periferia (tales como España, Italia, Portugal, Grecia, Irlanda) pegaron saltos positivos y sus precios exhibieron una fuerte correlación con el mercado de acciones durante el desplome, pero a lo largo de esta semana se revalorizaron.
- Por último, los bonos corporativos europeos demostraron una sorprendente solidez como una alternativa de refugio. Esta reacción no necesariamente se traduce en la creencia de que fácilmente se reorganizará la actividad económica europea con prescindencia del Reino Unido.
Resulta más lógico argüir que su estabilidad se debió a dos razones: i) en un mundo de tasas cero, son una alternativa que ofrece mayores retornos y, ii) son más seguros que las acciones dado que ante un eventual default, los acreedores tienen prioridad de cobro por sobre los accionistas. El índice de BoFa Merrill Lynch que monitorea los bonos corporativos europeos de alta calidad crediticia se mantuvo estable durante la jornada negra post Brexit y en los últimos días retomó su curva ascendente.
El mercado de bonos de baja calidad crediticia, o junk bonds, acompañó el derrumbe accionario inicial reflejando una preferencia por la calidad, pero se recuperó de este shock a lo largo de la semana. Los ETFs de bonos corporativos de baja calidad crediticia atrajeron 1,5 mil millones de dólares durante la semana según Bloomberg.
Inclusive, los bonos convertibles contingentes europeos (que son una nueva clase de instrumentos de crédito que se convierten en acciones en momentos de alto estrés financiero) rápidamente se recompusieron de su caída inicial de acuerdo con el índice de Capital Contingente elaborado por BoFA Merrill Lynch.
El comportamiento que exhibieron los Swaps de Incumplimiento Crediticio (CDS) también esta en línea con esta fortaleza que viene demostrando el mercado de crédito. Estos instrumentos actúan como un seguro sobre bonos, ofreciendo protección ante la eventualidad de un default, por lo que un aumento de compras de CDS es señal de deterioro financiero. Sin embargo, los CDS bancarios se mantuvieron estables en la última semana, indicando que no se avizora una nueva crisis crediticia en el corto plazo.
Concluyendo, la resiliencia que manifestó el mercado crediticio no solamente se verificó en bonos de alta calidad, respondiendo a la demanda proveniente del flight to quality, sino que abarcó múltiples instrumentos de deuda de distintos países y ratings crediticios. La causa fundamental radica en la creencia de que el Brexit desincentivará el aumento de tasas de la FED y el BCE en el corto plazo. En la misma línea, se espera que el BCE continúe inyectando liquidez a través del nuevo programa de compra de deuda corporativa, con el que ya suministró más de 5 mil millones de euros al mercado.
Por otra parte, el rebote del mercado bursátil para nada indica que la incertidumbre se evaporó. De hecho, las dudas sobre el proceso que efectivizará la salida del Reino Unido se incrementan día a día e incluso ya se habla de la posibilidad de la anulación del mismísimo Brexit. La volatilidad que seguirá reinando en los mercados hasta que se esclarezca el panorama mundial indica que los mercados crediticios van a seguir ofreciendo un escudo protector a los inversores más aversos al riesgo.