El banco central de Rusia no pudo más con la presión y la debacle del rublo. La moneda rusa, el lunes, se despeñó un 12% y cotizaba en torno a los 64 rublos por dólar. En el año ya se ha derrumbado contra el dólar más de un 50%. El índice bursátil de Moscú, el Micex, se desplomó a su vez cerca de un 10%.
Los capitales salen despavoridos del país por las fuertes sanciones económicas impuestas al país por su osadía en Crimea y Ucrania, y por el derrumbe del precio del petróleo. Ambos sucesos están despedazando al rublo, que está en caída libre pese a que en el año el país se ha gastado 90,000 millones de dólares defendiendo a la divisa.
Así las cosas, el banco central no tuvo otra salida que disparar las tasas de interés para frenar la salida de capitales. La máxima autoridad monetaria elevó las tasas de 10.5% a 17% este lunes. Esa decisión viene luego de que el pasado jueves incrementara la tasa de referencia de 8% a 10.5%, medida que resultó insuficiente.
El resultado es que Rusia irá de cabeza a una recesión profunda. El banco central advirtió que el PIB se podría contraer un 4.7% el año que viene y un 1.1% adicional en el 2016 si no rebotan los precios del petróleo. La caída del rublo, además, ha empujado a la inflación a niveles cercanos al 10%. En noviembre la tasa se situó en 9.1% y lo más probable es que el año concluya con una inflación de doble dígito.
No le pudieron salir peor las cosas al presidente ruso Vladimir Putin. Cuando más beligerante se mostró con occidente, más vulnerable se le ve. La bonanza petrolera, que durante los últimos lustros le permitió cimentar su poder y acometer una política nacionalista agresiva, se ha desvanecido. A los problemas externos hay que sumar ahora una economía en recesión, con presiones inflacionarias, los capitales huyendo, el rublo desplomándose y cada vez con más dificultades para pagar su deuda.