Ayer la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), realizó la presentación del informe titulado Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2017, en el cual se informó que el crecimiento económico estimado para el 2017 en México sería de 1.9%, (haciendo un ajuste a la baja de 0.4 puntos porcentuales respecto a la estimación anterior) y del 2% para 2018.
Esta estimación de crecimiento está fundamentada en una tendencia a la baja en la inversión y en el gasto público debido los esfuerzos de consolidación fiscal que contemplan menores ingresos provenientes de la industria petrolera. Asimismo, el dato contempla una menor demanda externa como resultado de una reorientación proteccionista por parte de Estados Unidos en sus relaciones comerciales con México, así como menores flujos de remesas y caída en la Inversión Extranjera Directa.
Para el conjunto de la región de América Latina y el Caribe, se informó que la actividad económica regresará a terreno positivo por una recuperación en la demanda externa y se estima un crecimiento del 1.3% para este año y de 2.1% para el 2018. De ser así, la región saldría de la recesión en que cayeron los dos años (-1.0% en 2016 y -0.6% en 2015). En el 2016, cinco países de América del Sur tuvieron contracción en su PIB (Argentina, Brasil, Ecuador, Surinam y Venezuela), mientras que para el 2017 sólo se espera que Venezuela permanezca en recesión. El PIB de América del Sur, tras contraerse un 2.3% en el 2016, podría expandirse un 0.9% en el 2017 y un 2.0% en el 2018.
Esta estimación ya tiene contemplada tanto los riesgos internos como los riesgos externos. De acuerdo con la Unidad de Desarrollo Económico de la Cepal, en los riesgos internos se encuentran:
1. El deterioro de las finanzas públicas luego de la crisis financiera del 2008 – 2009 y el desplome de las materias primas a partir de mediados de 2014, sobre todo el petróleo. La Cepal resaltó que las presiones de deuda en México están en “focos amarillos”.
2. Regreso a las presiones inflacionarias derivado de la recuperación del precio de algunas materias primas, exportaciones importantes para la región.
3. Finalmente, el deterioro social por el desempleo y por el menor gasto público característico de la política económica actual.
Entre los riesgos externos se encuentran:
1. Las condiciones financieras globales que toman en cuenta el alza de los tipos de interés en Estados Unidos y su consecuente repercusión en los créditos y en el consumo; así como las tasas de interés negativas en Europa por las políticas monetarias expansionistas que se han venido llevando a cabo, lo que ha debilitado al sistema financiero de aquellas regiones.
2. El resurgimiento de las tendencias proteccionistas y su impacto en la política exterior que afecten a las decisiones de inversionistas como consecuencia de la toma de presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, así como el Brexit y sus consecuencias en Europa.
3. La desaceleración de la economía en China en parte resultado del cambio de modelo económico, el cual ha pasado de estar basada en el comercio internacional y en la inversión a otro cuyo fundamento se concentra en el desempeño en el consumo interno y el sector de servicios.
Sin embargo, en éste último punto, no se ahondó en las relaciones económicas que China ha venido cosechando con fuerza en los últimos años con América Latina y en el interés que puede existir por ocupar espacios que Estados Unidos dejaría de ocupar con la política proteccionista venidera. Habrá que recordar que hoy China es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú y el segundo de países como México, Argentina y Venezuela.
Sobre esto último, el informe se limita a insistir en la mayor diversificación de las exportaciones lo cual permitiría atenuar los choques externos, punto no menos importante si se considera que más del 83% de las exportaciones tienen como destino Estados Unidos.