En días recientes hemos hablado, en estas mismas páginas, sobre el estancamiento total del sector secundario mexicano, ése que engloba a la actividad industrial. Dicho texto lo terminábamos diciendo que “el mexicano de a pie es el que sostiene la economía” gracias a la vitalidad del gasto de consumo, cuyo dinamismo se concentra en el sector terciario. El reporte preliminar del PIB para el segundo trimestre corroboró esa tendencia. El sector secundario, en su serie original, apenas se expandió un 0.8% en el segundo trimestre respecto al mismo período del año pasado, en tanto el sector terciario creció un 3.2%.
La fortaleza del consumo en México, se explica por cuatro factores: uno, el auge de las remesas, cuyo poder adquisitivo en pesos se ha potenciado por la depreciación de la divisa mexicana; dos, por unas tasas de interés históricamente bajas, lo que está revitalizando al crédito; tres, por el propio crecimiento económico y los mayores niveles de empleo, lo que ha mejorado los ingresos de los trabajadores; y cuatro, por unos niveles de inflación que han permanecido bajos y estables, lo que no ha dañado la renta real de los mexicanos ni, por tanto, su capacidad de compra.
Las remesas, en efecto, han ganado peso como una de las principales fuente de ingresos para la economía mexicana, sobre todo para las familias de menores recursos, que suelen ser sus receptores. Durante el período de enero a junio, su monto en dólares asciende a una cifra récord de 13,156 millones de dólares (mdd), lo que supone un incremento de 8.9% respecto al mismo período del año pasado. Ese monto y ritmo de crecimiento rebasa en mucho a los ingresos recibidos por las exportaciones petroleras en dicho período (8,103 mdd), lo cual significa un desplome del 36.7% respecto al mismo período del año pasado, y a los ingresos por turismo, cuyo monto de enero a mayo se sitúa en 8,379 mdd, con un crecimiento del 7.3%. Las exportaciones automotrices, en el período de enero a junio, significaron casi 55,000 mdd, o una caída de 3.5%.
Si ya en dólares tanto el monto como su tasa de crecimiento lucen formidables, mejor se ve aún al convertir esos dólares en pesos a un tipo de cambio mucho más favorable. En pesos, el monto acumulado de enero a junio asciende a una cifra récord 238,000 millones de pesos (mdp),y el acumulado de los últimos doces meses se eleva a 448,709 mdp, o un incremento del 30% respecto al mismo período del año pasado.
El segundo factor que está espoleando al gasto de consumo es el dinamismo del crédito sustentado en el bajo nivel de las tasas de interés y el crecimiento económico, pese a que Banxico ha venido encareciendo el costo del crédito en los últimos meses. El crédito vigente de la banca comercial al sector privado se situó en junio en 3.220 billones de dólares, comparado con 2.806 billones en junio de 2015, lo que implica un aumento del 14.8%. Todos sus rubros crecen a tasas de doble dígito. El crédito para el sector servicios, el más relevante, se ha incrementado un 16% mientras que el crédito al consumo lo ha hecho un 13.1%.
Aun así, el crédito al sector privado en México apenas representa un 32.7% del PIB, lo que revela el bajo nivel de bancarización en México y el escaso acceso al crédito que tiene un porcentaje muy alto de la población, lo que limita la capacidad del sector interno para contribuir al crecimiento económico. En contraste, en Chile el crédito al sector privado representa un 111.2% del PIB, en Brasil un 67.9%, en Colombia un 47.1%y en Perú un 36.8%. Dicho esto, la estabilidad financiera que México ha logrado en los últimos lustros, la solidez de una banca comercial bien capitalizada y cada vez más competitiva, y las bajas tasas de interés que han prevalecido en el país ha permitido ir ampliando el crédito al sector privado, el cual apenas representaba un 13.4% del PIB en el 2001.
El tercer elemento que explica el auge el consumo es la mejora del mercado laboral. En junio, la tasa de desempleo a nivel nacional se ubicó en 3.9%, que es la más baja para dicho mes desde el 2008 (3.4%) y supone una sustancial mejora respecto a la tasa de 4.4% de hace un año. Si observamos la tasa de desempleo mediante la serie de tendencia-ciclo, la tasa de desempleo se situó en 3.96%, y por primera vez desde septiembre de 2008, cuando la quiebra de Lehman Brothers, desciende de 4.0%. Esa tasa es la que mejor refleja la tendencia del empleo en función de su ciclo económico una vez se excluyen factores anómalos que pueden distorsionar las cifras.
El hecho, por tanto, de que la economía se encuentre en una clara fase expansiva también ha repercutido en la evolución de los salarios. Por ejemplo, las remuneraciones por persona dentro de las empresas de comercio al por menor se han incrementado un 4.2% en el período de enero a mayo respecto al mismo período del año pasado en tanto en el comercio al por mayor se han elevado un 2.6%. En el caso de la industria, más paralizada, el crecimiento de los ingresos de los trabajadores es menos claro: las remuneraciones medias reales por hora hombre trabajada se incrementaron en el período enero a mayo un 1.3%. Aun así, en todos los casos, la mejora de las remuneraciones es evidente respecto al reciente pasado.
Finalmente, y pese a la depreciación del peso, la inflación permanece en niveles deprimidos, lo que está preservado el poder de compra de los ingresos de los mexicanos. El martes se publicó la inflación para julio, y en términos anuales la inflación se ubicó en 2.66% en tanto la subyacente se mantuvo ligeramente por debajo del 3.0%. Donde más resienten los consumidores la depreciación del peso es a la hora de comprar mercancías, con una tasa de inflación de 3.71%.
El caso es que el gasto de consumo goza de buena salud en México, y el impacto neto de la depreciación del peso parece haber favorecido a los mexicanos, que han visto como se inflaba el valor de las remesas en pesos en tanto la inflación ha permanecido controlada. Así, el consumo privado se ha expandido, de enero a mayo, a una tasa acumulada de 3.6% frente a una tasa de 2.8% en el mismo período del año pasado.
En esa misma dirección apunta el reporte, más oportuno, de las ventas a mismas tiendas de la ANTAD, las cuales aumentaron un 10% en julio, lo que supone la tasa más alta desde noviembre de 2011. De enero a julio, las ventas se han incrementado un 7.4%, lo que supone una aceleración respecto a la tasa de 5.8% en el mismo período del año pasado. Asimismo, las ventas de vehículos en el mercado mexicano se dispararon a una tasa anual de 17.9% en julio, lo que significa un crecimiento acumulado de 18.3% de enero a julio. En ese período, se han vendido en el mercado interno 853,620 vehículos, lo que supone un récord histórico. Julio, por tanto, muestra un gran dinamismo del consumo privado, lo que hace pensar que el tercer trimestre empezó bien. Y eso que la confianza del consumidor se hundió a 88.9 en ese mes comparado con 93.5 en junio. Pero una cosa es lo que el mexicano dice en una encuesta, y otra cosa lo que realmente hace. Y el dato duro nos dice que sigue comprando con furor.
INFOGRAFÍA
Cuatro factores son los que explican que el consumo se haya erigido como el motor de crecimiento en México. El primero son las remesas, las cuales han alcanzado niveles récord tanto en dólares como en pesos. El auge de la economía estadounidense así como la depreciación del peso ha generado una ola de ingresos para las familias de bajos recursos…