Por Andrew Osborn
MOSCÚ, 22 jul (Reuters) - La suspensión de los atletas de un país de un Juego Olímpico por acusaciones de que el Gobierno encubre sistemáticamente la práctica de dopaje provocaría un escándalo político en muchos lados, y afectaría la posición de la persona al mando.
Pero en Rusia, a meses de las elecciones parlamentarias y en medio de una crisis económica, el presidente Vladimir Putin y sus aliados han presentado las acusaciones de dopaje institucionalizado como un complot para sabotear la imagen de Rusia, al estilo de lo que pasaba durante la Guerra Fría.
Putin comparó la situación a los eventos de la década de 1980, cuando Moscú y Washington boicotearon mutuamente sus eventos olímpicos y dedujo que el escándalo de dopaje -que ya le ha costado su lugar a los atletas rusos en Río y que podría terminar con todo su equipo fuera- es un ataque político.
La táctica tiene éxito porque apela al patriotismo de los rusos y deja casi blindado a Putin, a quien muchos ven similar a un zar, una figura paterna para la nación.
La televisión estatal replica el mensaje del Kremlin y suele excluir a las voces disidentes. Pero encuestadoras independientes muestran que los rusos de verdad apoyan Putin, a quien atribuyen la recuperación de la dignidad del país tras el caótico colapso de la Unión Soviética.
El deporte ha sido una gran parte de eso. Putin, un eximio judoca que también juega hockey sobre hielo, ha vinculado su imagen a las proezas deportivas de Rusia, dándole su impronta personal a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en 2014.
El próximo gran evento deportivo que organiza Moscú es el Mundial de fútbol 2018 tras el escándalo de corrupción en el que se vio envuelta la FIFA.
Rusia niega haber pagado sobornos para organizar el torneo y Putin dijo que se le debería dar un Nobel de la Paz a Joseph Blatter, el ex presidente de la FIFA que tuvo que dejar su cargo a raíz del escándalo.
Las acusaciones de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) de que el Gobierno ruso y su servicio de inteligencia han cubierto sistemáticamente la práctica de dopaje de los atletas del país ensucian a Rusia.
Pero según el profesor Sergei Medvedev de la Escuela Superior de Economía, en Moscú, la forma de pensar de los rusos, la actitud de los electores hacia quienes los gobiernan y la estructura del sistema político implican que Putin tiene poco que temer.
"Olviden el racionalismo occidental de la política", afirmó el académico. "Putin triunfa porque es un zar (...) para los rusos, él es como una figura paterna. La legitimidad de un padre no se puede socavar, pase lo que pase". (Editado en español por Janisse Huambachano)