Por Anthony Boadle
BRASILIA, 9 ene (Reuters) - El nuevo presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, ha iniciado su mandato con una serie de luchas internas, giros repentinos en sus propuestas y confusión que han generado preocupación entre los inversores sobre la capacidad del ejecutivo para llevar a cabo las acuciantes reformas fiscales.
Las divisiones no se han hecho esperar entre los equipos políticos y económicos sobre los planes del Gobierno para controlar el elevado déficit presupuestario, que incluyen la revisión de un caótico código fiscal y un costoso sistema de pensiones.
Los comentarios de Bolsonaro en entrevistas y en Twitter tampoco han estado en sintonía con los de sus asesores principales, lo que supone un aviso para los inversores que esperaban que el Gobierno se centrara en una reforma de pensiones rápida para apuntalar sus finanzas antes de abordar una serie de polémicos problemas sociales en el interior y las propuestas de política exterior.
El viernes, por ejemplo, Bolsonaro dijo a la prensa que iba a incrementar el impuesto a las operaciones financieras y a reducir la tasa impositiva más alta sobre las rentas. Eso provocó un rápido desmentido de un subsecretario del ministro de Economía, Paulo Guedes, y el jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, dijo posteriormente que el presidente estaba equivocado.
Las contradicciones inquietaron a los inversores, que habían aplaudido la selección de economistas ortodoxos reunidos por Guedes, muchos de ellos exalumnos de la escuela de libre mercado de la Universidad de Chicago.
El cruce de opiniones hizo que muchos optaran por mantenerse a la espera, especialmente en los mercados de deuda, dijo Fabio Knijnik, director del fondo brasileño K2 Capital.
Si bien muchos inversores nacionales siguen siendo optimistas, los extranjeros con otras opciones han sido más cautelosos con respecto a Brasil.
"Es menos probable que pongan dinero en un país donde un secretario de finanzas dice que lo que acaba de decir el presidente no tiene sentido", dijo. "No vemos que los miembros de este Gobierno caminen al mismo paso".
El mercado bursátil de Brasil ha sido uno de los de mejor desempeño en el mundo en los últimos seis meses, y el Bovespa .BVSP , principal índice bursátil brasileño, subió un 25 por ciento como reacción a la victoria de Bolsonaro en las elecciones en octubre y el nombramiento de un gabinete bien visto en los mercados.
La divisa y el mercado de renta variable de Brasil continuaron subiendo con el cambio de año, pero las ganancias se han ralentizado a medida que aumentan los interrogantes.
El miércoles, Bolsonaro celebró el máximo histórico en el Bovespa. "El optimismo sobre el nuevo Gobierno brasileño se está sumando al escenario global", dijo en Twitter.
POLÍTICA FRENTE A ECONOMÍA
Sin embargo, la confusión sobre la reforma de las pensiones, que según Knijnik era la piedra angular de la agenda económica del presidente, ha hecho pensar a algunos que la fiesta puede durar poco.
Bolsonaro propuso en una entrevista con la cadena de televisión SBT que la nueva edad mínima de jubilación sería de 62 años para los hombres y 57 para las mujeres, más alta que ahora pero menos de lo que pretendía el Gobierno anterior.
Los inversores ven estas propuestas como una señal de que, con el fin de limitar el coste político, se podría diluir el proyecto de ley redactado por el Gobierno anterior, con una reforma que facilitaría su tramitación en el Congreso pero que exigiría nuevos cambios legislativos en el futuro.
Guedes ha dicho que está a favor de una propuesta más dura que podría ser políticamente difícil pero que tendría un impacto más duradero y de mayor cuantía en la deuda pública, que se ha disparado al 77 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).
"Los equipos políticos y económicos están en desacuerdo. Hay una falta de cohesión e incluso de coordinación entre los colaboradores más cercanos del presidente Bolsonaro", dijo Leonardo Barreto, jefe de Factual, una consultora política con sede en Brasilia.
Guedes está adoptando un enfoque de "todo o nada" para las reformas fiscales, mientras que Lorenzoni ha indicado que haría concesiones al Parlamento para recabar más apoyos políticos, dijo Barreto.
Las contradicciones resaltan tensiones más profundas en el Gobierno de Bolsonaro, que reúne a ex altos cargos militares, nacionalistas de derechas, economistas formados en Chicago y evangélicos cristianos, todos con su propia agenda.
Bolsonaro ya se ha encontrado con el desacuerdo de las fuerzas armadas con respecto a su sugerencia de que Brasil albergue una base militar estadounidense.
Los inversores temen que el Gobierno se centre primero en los problemas sociales, que son importantes para la base electoral conservadora de Bolsonaro, pero que erosionan el capital político necesario para la impopular reforma de las pensiones.
Los grupos de presión del mundo agropecuario quieren que Bolsonaro tome decisiones rápidas para relajar las leyes que restringen la posesión de armas de fuego. Los partidarios evangélicos quieren que la educación sexual, la diversidad de género y los pensadores políticos de izquierda salgan del currículo de las escuelas públicas.
"Cuando aprueben la reforma de pensiones, pueden lidiar con todas las cuestiones ideológicas de las que hablan, como la cuestión de que las chicas vayan de rosa y los niños de azul", dijo Knijnik.