por Fernanda Celis
Infosel, enero. 15.- La galopante ola de contagios de covid-19 que inició en diciembre y la consecuente capacidad hospitalaria al límite, no es la preocupación más inmediata de un sector restaurantero. Lo es más una de sus consecuencias: el cierre de negocios, una de las estrategias incluida en el semáforo rojo con el que el gobierno capitalino ha pretendido frenar los contagios el último mes.
A diferencia del inicio de la pandemia, cuando también cerraron y estaban menos preparados para el negocio de comida para llevar, los meses largos de ventas bajas por el aforo limitado pusieron en una situación de mayor vulnerabilidad a los empresarios que ya califican la situación de complicada, crítica y desesperante.
"Con los negocios cerrados, la estamos pasando bastante mal, no hay empresa del giro que quieras, que pueda sobrevivir y aguantar sin ventas, y cumpliendo con sus obligaciones y gastos", dijo Roberto Alvarado, uno de los socios del restaurante de comida mexicana TK Terraza Grill, en Tecamachalco, Estado de México --también en semáforo en rojo--, así como de una unidad de La Cocina de El Tras en la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México.
Los restauranteros coinciden en que, si al inicio de la pandemia resultó complicado quedarse sin clientes de la noche a la mañana, ahora el panorama no es mejor, pues con operaciones solo para llevar y delivery, los ingresos no son suficientes para pagar la nómina, a los proveedores, las rentas de sus locales y para cubrir una larga lista de deudas, entre ellas las bancarias, en el caso de aquellos que lograron acceder a algún crédito tras el primer latigazo del aislamiento.
Para Alvarado y sus socios, que además cuentan otros dos restaurantes en los estados de Morelos y Guerrero (Zihuatanejo), así como uno más en Reino Unido, sortear la crisis económica por la pandemia ha sido toda una hazaña, pues el fondo de ahorro para contingencias se fue acabando en los primeros meses de la pandemia, por lo que cada uno de los dueños tuvo que empezar a poner recursos de sus bolsillos.
En el caso de Alvarado, él y sus socios han "aguantado" lo más posible la totalidad de su personal, aunque tuvieron que reducir los sueldos, además de que muchos trabajadores decidieron buscar otras opciones de empleo en el comercio informal o como repartidores, ya que gran parte de sus ingresos provenían de las propinas.
El panorama no luce mejor para otras empresas del sector. Fernando Saucedo, director general de Ihop México, una cadena de restaurantes cuya especialidad son los pancakes, cuenta que la crisis económica lo ha obligado a recortar entre un 35% y 40% de su plantilla de 900 personas con las que contaba al inicio de la pandemia.
Para Ihop, no hay otra opción más que abrir, pues en su cartera solo hay recursos para el pago de nómina de 15 días, lo que también pone en riesgo la existencia de sus 15 unidades, la mayoría en la Zona Metropolitana del Valle de México.
"Estamos desesperados, al igual que toda la industria, porque no podemos seguir cerrados, estamos a punto de quebrar. Ya tuve que cerrar una unidad y si no nos dejan reabrir en las próximas semanas, tendré que cerrar muchas unidades, si no es que todas. Muchas unidades tendré que cerrar, no tenemos para seguir sosteniendo la renta y gastos de nómina", dijo Saucedo en llamada telefónica.
Manolo Ablanedo, vocero de Grupo Fisher´s, cuya plantilla asciende a dos mil 200 trabajadores en sus 30 unidades, dice que su cadena también ha estirado lo más posible la liga para evitar recortes, no obstante, no hay dinero que alcance para cubrir sus deudas con las cortinas abajo.
"Con los proveedores estamos endeudados hasta el tope, cualquier proveedor dirá que le debemos mucho dinero, con Coca-Cola (NYSE:KO), Grupo Modelo, del pescado, todos nos han ayudado mucho, pero ya nos dejaron de surtir", dijo Ablanedo, uno de los voceros del movimiento #AbrimosOMorimos, que ha impulsado la reapertura de restaurantes con el gobierno capitalino.
Para los restauranteros, las deudas son cada vez más grandes, incluso para aquellos que lograron acceder a créditos bancarios cuando comenzó la reactivación económica a finales de junio con el pase a semáforo naranja en la Ciudad de México.
Al inicio de la pandemia, Fernando Ibarrola, co-propietario del restaurante mexicano 3 Tonalá y de las cafeterías, estilo mediterráneo, Caffe Toscano, recibió la negativa de bancos como BBVA (MC:BBVA) México para obtener financiamiento, hasta que logró hacerse de recursos con Mifel, con la reapertura de la industria a mediados del año pasado, lo que le permitió enfrentar algunos pasivos.
No obstante, con un segundo cierre de negocios físicos los créditos que se habían convertido en un respiro, ahora son asfixiantes, pues las deudas incrementan, dice Ibarrola, que tiene a su cargo alrededor de 250 empleados, a quienes dio turnos para poder trabajar en delivery, ya que no cuenta con recursos para seguir pagando su nómina con normalidad.
"Tras el primer cierre de los establecimientos, a consecuencia del confinamiento, hice hasta lo imposible: adquirí deudas bancarias, ajusté mis gastos, con la intención de retener a todo mi personal. . . ¡Fue imposible!", escribió en una carta Giulliano Lopresti, dueño del restaurante Quebracho, de parrilla argentina.
El gobierno de la Ciudad de México ofreció a los restauranteros no pagar en enero el Impuesto Sobre Nómina (ISN) y dar 100 mil apoyos directos por dos mil 200 pesos (110 dólares) a los empleados del sector.
"Peor es nada", dice Ibarrola sobre los apoyos, no obstante, sabe que eso no es suficiente para salir del hoyo.
Luego de manifestaciones que llevaron a pláticas entre miembros del movimiento #AbrimosOMorimos y el gobierno de la Ciudad de México, ambas partes analizaron una propuesta para una posible reapertura, que será anunciada de manera oficial este viernes.
La respuesta del equipo de Claudia Sheinbaum, jefa del gobierno capitalino, es una luz para los empresarios y trabajadores del sector, pues los restaurantes podrían comenzar su reapertura gradual a partir del lunes 18, con un horario limitado y mesas en el exterior de los locales.
Infosel, enero. 15.- La galopante ola de contagios de covid-19 que inició en diciembre y la consecuente capacidad hospitalaria al límite, no es la preocupación más inmediata de un sector restaurantero. Lo es más una de sus consecuencias: el cierre de negocios, una de las estrategias incluida en el semáforo rojo con el que el gobierno capitalino ha pretendido frenar los contagios el último mes.
A diferencia del inicio de la pandemia, cuando también cerraron y estaban menos preparados para el negocio de comida para llevar, los meses largos de ventas bajas por el aforo limitado pusieron en una situación de mayor vulnerabilidad a los empresarios que ya califican la situación de complicada, crítica y desesperante.
"Con los negocios cerrados, la estamos pasando bastante mal, no hay empresa del giro que quieras, que pueda sobrevivir y aguantar sin ventas, y cumpliendo con sus obligaciones y gastos", dijo Roberto Alvarado, uno de los socios del restaurante de comida mexicana TK Terraza Grill, en Tecamachalco, Estado de México --también en semáforo en rojo--, así como de una unidad de La Cocina de El Tras en la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México.
Los restauranteros coinciden en que, si al inicio de la pandemia resultó complicado quedarse sin clientes de la noche a la mañana, ahora el panorama no es mejor, pues con operaciones solo para llevar y delivery, los ingresos no son suficientes para pagar la nómina, a los proveedores, las rentas de sus locales y para cubrir una larga lista de deudas, entre ellas las bancarias, en el caso de aquellos que lograron acceder a algún crédito tras el primer latigazo del aislamiento.
Para Alvarado y sus socios, que además cuentan otros dos restaurantes en los estados de Morelos y Guerrero (Zihuatanejo), así como uno más en Reino Unido, sortear la crisis económica por la pandemia ha sido toda una hazaña, pues el fondo de ahorro para contingencias se fue acabando en los primeros meses de la pandemia, por lo que cada uno de los dueños tuvo que empezar a poner recursos de sus bolsillos.
En el caso de Alvarado, él y sus socios han "aguantado" lo más posible la totalidad de su personal, aunque tuvieron que reducir los sueldos, además de que muchos trabajadores decidieron buscar otras opciones de empleo en el comercio informal o como repartidores, ya que gran parte de sus ingresos provenían de las propinas.
El panorama no luce mejor para otras empresas del sector. Fernando Saucedo, director general de Ihop México, una cadena de restaurantes cuya especialidad son los pancakes, cuenta que la crisis económica lo ha obligado a recortar entre un 35% y 40% de su plantilla de 900 personas con las que contaba al inicio de la pandemia.
Para Ihop, no hay otra opción más que abrir, pues en su cartera solo hay recursos para el pago de nómina de 15 días, lo que también pone en riesgo la existencia de sus 15 unidades, la mayoría en la Zona Metropolitana del Valle de México.
"Estamos desesperados, al igual que toda la industria, porque no podemos seguir cerrados, estamos a punto de quebrar. Ya tuve que cerrar una unidad y si no nos dejan reabrir en las próximas semanas, tendré que cerrar muchas unidades, si no es que todas. Muchas unidades tendré que cerrar, no tenemos para seguir sosteniendo la renta y gastos de nómina", dijo Saucedo en llamada telefónica.
Manolo Ablanedo, vocero de Grupo Fisher´s, cuya plantilla asciende a dos mil 200 trabajadores en sus 30 unidades, dice que su cadena también ha estirado lo más posible la liga para evitar recortes, no obstante, no hay dinero que alcance para cubrir sus deudas con las cortinas abajo.
"Con los proveedores estamos endeudados hasta el tope, cualquier proveedor dirá que le debemos mucho dinero, con Coca-Cola (NYSE:KO), Grupo Modelo, del pescado, todos nos han ayudado mucho, pero ya nos dejaron de surtir", dijo Ablanedo, uno de los voceros del movimiento #AbrimosOMorimos, que ha impulsado la reapertura de restaurantes con el gobierno capitalino.
Para los restauranteros, las deudas son cada vez más grandes, incluso para aquellos que lograron acceder a créditos bancarios cuando comenzó la reactivación económica a finales de junio con el pase a semáforo naranja en la Ciudad de México.
Al inicio de la pandemia, Fernando Ibarrola, co-propietario del restaurante mexicano 3 Tonalá y de las cafeterías, estilo mediterráneo, Caffe Toscano, recibió la negativa de bancos como BBVA (MC:BBVA) México para obtener financiamiento, hasta que logró hacerse de recursos con Mifel, con la reapertura de la industria a mediados del año pasado, lo que le permitió enfrentar algunos pasivos.
No obstante, con un segundo cierre de negocios físicos los créditos que se habían convertido en un respiro, ahora son asfixiantes, pues las deudas incrementan, dice Ibarrola, que tiene a su cargo alrededor de 250 empleados, a quienes dio turnos para poder trabajar en delivery, ya que no cuenta con recursos para seguir pagando su nómina con normalidad.
"Tras el primer cierre de los establecimientos, a consecuencia del confinamiento, hice hasta lo imposible: adquirí deudas bancarias, ajusté mis gastos, con la intención de retener a todo mi personal. . . ¡Fue imposible!", escribió en una carta Giulliano Lopresti, dueño del restaurante Quebracho, de parrilla argentina.
El gobierno de la Ciudad de México ofreció a los restauranteros no pagar en enero el Impuesto Sobre Nómina (ISN) y dar 100 mil apoyos directos por dos mil 200 pesos (110 dólares) a los empleados del sector.
"Peor es nada", dice Ibarrola sobre los apoyos, no obstante, sabe que eso no es suficiente para salir del hoyo.
Luego de manifestaciones que llevaron a pláticas entre miembros del movimiento #AbrimosOMorimos y el gobierno de la Ciudad de México, ambas partes analizaron una propuesta para una posible reapertura, que será anunciada de manera oficial este viernes.
La respuesta del equipo de Claudia Sheinbaum, jefa del gobierno capitalino, es una luz para los empresarios y trabajadores del sector, pues los restaurantes podrían comenzar su reapertura gradual a partir del lunes 18, con un horario limitado y mesas en el exterior de los locales.