Por Lucila Sigal
BUENOS AIRES, 11 nov (Reuters) - Una obra de teatro inspirada en Isabel Perón, la primera presidenta mujer de Argentina, apela a la sátira política y el musical para reflexionar sobre los fantasmas del peronismo, un movimiento que ganó las últimas elecciones presidenciales y ha marcado la historia política reciente del país.
En momentos en que la dos veces presidenta peronista Cristina Fernández acaba de ser electa vicepresidenta -un cargo que Evita Perón ambicionó y la muerte le arrebató-, la obra de teatro "Happyland" hace foco en Isabel Perón, a quien la vicepresidencia le llegó de casualidad y la catapultó a la presidencia tras la muerte de Juan Domingo Perón en 1974.
Isabel, la tercera esposa de Perón, inauguró la llegada de la mujer al máximo cargo político en Argentina -y en el mundo, según el Libro Récord de los Guinness- y también uno de los períodos más sangrientos de la historia del país sudamericano, que precedió a un golpe militar en 1976.
"Algunos ignoran que hubo una presidenta mujer anterior a Cristina (Fernández). Eso me impresiona y me hace pensar que, en efecto, como dice Isabel en mi obra, -una verdad que no está documentada, pero es una verdad poética-: '¿Por qué me quieren borrar?'. Yo respondo que porque da vergüenza", dijo Gonzalo Demaría, autor de la obra, en una entrevista reciente con Reuters.
Hoy, a los 88 años, Isabel Perón disfruta en Madrid de su acomodada vejez, mientras Argentina enfrenta el eterno retorno de una crisis con una inflación que supera el 50 por ciento anual, pobreza del 35,4 por ciento y creciente desempleo.
"Happyland", dirigida por el argentino Alfredo Arias, hace referencia al cabaret de Panamá donde Perón habría conocido a Isabel en 1955 de la mano de Joe Herald, quien dirigía el lugar y habría sido un espía de la CIA que propició el enlace.
En 1970, Arias, quien vive en París, estrenó la obra "Eva Perón", en la capital francesa, pero aquella función de la pieza escrita por Copi que presentaba a una Evita travesti fue interrumpida por un comando de la derecha argentina, que escribió en el teatro "Viva el justicialismo" (peronismo).
Los tiempos cambiaron y nada de eso pasa en las funciones que se presentan actualmente en el Teatro San Martín de Buenos Aires, aunque los temas que aborda, si bien están documentados en la historia, son tratados con una licencia poética que hace pasar de la risa al horror.
"Happyland" apela al humor cáustico para hablar de los mitos del peronismo a través de la figura oscura y esotérica de Isabelita, interpretada por la actriz Alejandra Radano, durante su encarcelamiento en 1976 en una residencia de la Patagonia tras haber sido derrocada por una dictadura militar (1976-1983).
La obra muestra sesiones de espiritismo de Isabelita, en las que invoca a "Chotito", como llamaba a Perón; menciona a los muertos de la Triple A, el grupo paramilitar que mató a militantes de izquierda en la década de 1970; y cuenta la relación del peronismo con el nazismo, todos temas que forman parte de los grandes mitos de ese movimiento político.
"Me importa que se entienda que es un mito sobre lo que escribí, que es un cuento de fantasmas y una sátira política, con la crueldad que las sátiras tienen", dijo Demaría.
EVITA VERSUS ISABELITA
La inquietante escenografía está compuesta por un pasillo de vidrios esmerilados que por momentos generan un efecto cinético y dos ataúdes que se iluminan y representan a los muertos de la Triple A y a los dos grandes mitos del peronismo, Perón y Evita.
Una de las escenas más fuertes de la obra es una especie de enfrentamiento entre Isabelita y Evita, quien le dice que si bien ella fue presidenta, nunca tuvo el amor del pueblo.
"Isabelita logró lo que no logró la otra, que tuvo que renunciar a la intención de ser vicepresidenta, que murió joven. Sin embargo, una es la olvidada y otra es la recordada", dijo Demaría, en referencia a Isabelita y Evita, respectivamente.
Demaría, quien tiene otras obras en cartel, muestra a Isabel como antifeminista y moralista, que declama que "el mundo es de las tontas" y que no le importa si la llaman reaccionaria.
"Yo me conformo con que la obra produzca cimbronazos y consecuentemente nos haga pensar (...) Esa es una sombra de nuestra historia, que no hay que rechazar ni sentir vergüenza. Tiene que ser integrada para seguir adelante porque si no vuelve en forma de fantasma. Ese es el problema. Los muertos vuelven siempre porque hay una cosa no resuelta, no asumida", concluyó.
(Reporte de Lucila Sigal, Editado por Juana Casas)