Por Geoffrey Smith
Investing.com - Carlo Messina llevó a un nuevo nivel el arte de poner buena cara al mal tiempo.
El director ejecutivo de Intesa SanPaolo SpA, el mayor banco minorista de Italia por activos, ha presentado este martes lo que algunos podrían llamar una previsión escandalosamente optimista para los próximos 19 meses, prometiendo un beneficio neto de 3.000 millones de euros este año —un cuarto menos con respecto a 2019 y nada menos que 3.500 millones de euros en 2021. También promete pagar el 75% del beneficio de 2020 en dividendos, si los reguladores se lo permiten. No es de extrañar que sus acciones hayan subió un 5%, incluso perdiendo un 0,7% este miércoles por la mañana.
Eso parece otro mundo ante las interminables advertencias sobre los resultados y las provisiones que salpican la temporada de presentación de resultados de los bancos europeos por ahora (Unicredit (MI:CRDI), su mayor rival, ha ido más con la tendencia al anunciar una pérdida de 2.700 millones de euros en el primer trimestre este miércoles).
Debe haber dudas razonables sobre que ningún banco italiano pueda sostener el tipo de golpes que el país está recibiendo en 2020. El entorno macroeconómico no está mejorando sustancialmente, a pesar de que Italia emerge lentamente de su confinamiento nacional a causa del Covid-19: la carga de la deuda soberana —un riesgo país contra el que Intesa no puede aislarse— no puede más que aumentar a partir de aquí. Las últimas estimaciones de la UE, publicadas este miércoles, muestran que ha alcanzado el 159% del PIB ya que la economía se ha contraído un 9,5% en lo que va de 2020.
Y, como ha mostrado el arrebato del Tribunal Constitucional alemán contra la flexibilización cuantitativa del Banco Central Europeo, el apoyo alemán a Italia es limitado y condicional.
Y sin embargo, el historial de Messina en los últimos años —ha reducido el riesgo y reenfocado los intereses del banco mientras explotaba los fracasos de sus rivales para fortalecer su posición en su mercado interno— exige que sus previsiones sean tomadas en serio. Las perspectivas de su oferta hostil por UBI Banca (MI:UBI) —que todavía está a la espera de autorización regulatoria— también han mejorado, ya que es muy probable que la pandemia debilite su objetivo más que Intesa (si acaso, Messina está en condiciones de cambiar la relación de canje de acciones en favor de sus propios accionistas).
La pandemia dificultará la lectura de casi todos los balances bancarios europeos, ya que los inversores tendrán que atender más a las medidas regulatorias y de apoyo estatal que hacen que los bancos (y las economías a las que sirven) parezcan más saludables de lo que pueden ser. De todos modos, la posición estratégica de Intesa, su mix de ingresos y la trayectoria de su gestión tienen un valor que es más difícil de discutir.
Sin embargo, puede que eso esté ya completamente descontado. Una prima de valoración relativa a Unicredit (Intesa opera a 0,45 veces el valor contable frente al 0,24 de su rival) parece algo excesiva, dada la diversificación geográfica de Unicredit, y la concentración de riesgo en el hogar de Intesa.