por Fernanda Celis
Infosel, febrero. 18.- Las personas que trabajan o cuyos negocios dependen de los restaurantes en la Ciudad de México experimentan una montaña rusa de sensaciones cada viernes que las autoridades capitalinas y mexiquenses definen el nivel de restricciones a sus actividades de los próximos días y que, en buena medida,dependen de qué tan ocupados estén los hospitales de enfermos de covid-19. Si decretan o mantienen semáforo rojo, siempre puede significar el fin.
Pedro Sañudo es el dueño de Antolina, un restaurante sofisticado de comida y bebidas mexicanas en la cosmopolita colonia Condesa. Antes de la pandemia su negocio ya innovaba con experiencias como las que ofrecía a extranjeros a través de la plataforma de hospedaje Airbnb. Esa creatividad para allegarse de clientela pasó a ser un tema de sobrevivencia para Sañudo a partir de la aparición de la pandemia.
Cuando ocurrieron los primeros cierres físicos de restaurantes que ordenó el gobierno capitalino al comienzo de la emergencia sanitaria Antolina contaba con los recursos suficientes para poder pagar las cuentas y los salarios de sus empleados durante 30 días. Las provisiones se acabaron porque los cierres duraron más semanas de lo que la mayoría pudo advertir y Sañudo ya veía el fin de su negocio.
El día que ordenó la limpieza profunda de su local para entregarlo a su casera, conoció al director de la Casa Hogar de la Fundación Renacimiento, José Vallejo, con quien acordó cocinar comidas para los niños de la Casa Hogar. Los recursos que salvaron a Antolina y que permitieron pagar por un tiempo los sueldos mínimos de sus trabajadores y las comidas llegaron a través de donaciones que provinieron de la plataforma de financiamiento colaborativo o crowdfunding, Donadora, así como de familiares y amigos.
"Empezaron los semáforos y nos tuvimos que empezar a convertir en otras cosas para seguir vivos y conservar los empleos de nuestra gente y los indirectos de nuestros proveedores porque también le damos empleo a chinamperos [agricultores que utilizan un método de cultivo prehispánico], maestros mezcaleros y de la red de pesca sustentable", dijo Sañudo.
Las donaciones que permitieron mantener las comidas de Fundación Renacimiento y sostener al Restaurante Antolina duraron unos meses; después, Sañudo mantuvo su negocio al implementar pedidos de comida empacada al vacío de varios días que eran entregados a domicilio hasta que el restaurante pudo recibir comensales de nuevo.
En la Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México han padecido las restricciones por semáforo rojo en dos periodos diferentes dentro de los poco más de 10 meses de emergencia sanitaria en México, la primera fue al inicio de la pandemia y la segunda en diciembre, cuando la capacidad de atender a enfermos de covid en los hospitales estuvo al límite.
Los dos periodos de restricciones sumadas superan ya los cuatro meses y desde que en México fue implementado el semáforo rojo en diciembre a la fecha está prohibido dar servicio al interior de los locales, pese a que la emergencia bajó y el semáforo está en naranja. El hecho de que puedan dar servicio ya a comensales con aforo limitado y al aire libre llegó tras la presión ejercida por los restauranteros.
Si bien los negocios de comida han padecido, hay otros que no han podido abrir, como es el caso de cines, antros, bares y centros nocturnos, casinos, museos, parques de diversiones y centros educativos que no han podido abrir, aún en semáforo naranja.
Muchos han criticado que las medidas de contención del coronavirus SARS-CoV-2 en realidad no están muy relacionadas con el color del semáforo que alerta qué tan crítico es el estado de la pandemia.
Siegfried Seedorf, especialista en economía y negocios de la Universidad La Salle, explicó que la falta de transparencia en los parámetros para aplicar cada color del semáforo epidemiológico en las diferentes entidades del país afecta a los inversionistas y empresarios, quienes no cuentan con la certeza de cuándo tendrán que cerrar.
El especialista dijo que el semáforo se ha movido de acuerdo con las necesidades económicas de cada estado, una estrategia que ha ocasionado el cierre de muchos negocios, en su mayoría del comercio formal y de sectores como el inmobiliario.
"Llegamos arañando las paredes hasta que nos dejaron abrir [nuevamente]… Yo como empresario estoy preocupado por cómo pasar de la sobrevivencia a la prosperidad, aún con la covid-19", dijo Sañudo, de Restaurante Antolina. "El tema de la vacunación y otros que todavía son inciertos, no dudo que haya otro semáforo rojo todavía, no dudo que en mayo o junio nos vuelvan a encerrar y cerrar los restaurantes".
Como Sañudo, hay otros empresarios y trabajadores que viven en la incertidumbre de que la capital del país, que ahora está en semáforo epidemiológico naranja, pase nuevamente a rojo y con ello lleguen nuevas restricciones.
Jesús Legorreta, gerente de un restaurante en la colonia Condesa y cuyo sueldo se vio reducido al igual que el de otros trabajadores por la pandemia, cuenta que el lugar donde trabaja registró mayores ventas entre octubre y noviembre de 2020 cuando Ciudad de México estuvo en semáforo naranja y la operación interna de los restaurantes estaba permitida.
No obstante, tras relajarse las medidas de confinamiento, la capital regresó a rojo a mediados de diciembre por el aumento en los contagios de la covid-19 y los altos niveles de ocupación de la capacidad hospitalaria, lo que significó nuevas restricciones operativas, menores ventas, bajas propinas --la principal fuente de ingresos de muchos establecimientos de comidas y bebidas-- y medidas como disminución de sueldos y atrasos en el pago de la renta del local.
"Es una navaja de dos filos, entre más gente salga y tenga confianza de ir a los restaurantes y a los parques, a todos estos negocios y al sector le irá bien, pero también corremos el riesgo de que los contagios aumenten y de que nos regresen a semáforo en rojo. Es como un albur", dijo Legorreta, cuyas funciones aumentaron en el restaurante donde trabaja por la disminución de la plantilla laboral.
En algunos casos, trabajadores tanto del sector restaurantero, como de otras industrias han tenido que buscar otras fuentes de ingresos, algunos de ellos incluso han visto en plataformas de transporte privado como Uber (NYSE:UBER), una opción para hacerse de recursos.
Seedorf, el especialista de la Universidad La Salle, agregó que la incertidumbre para los inversionistas continuará mientras no tengan certeza de los cierres de negocios y el esquema de vacunación contra la covid-19 que controle los picos de contagios.
De mientras las personas que laboran en el sector restaurantero que han resistido los embates económicos de la pandemia deben aguantar con la esperanza de que no vuelvan a aumentar las restricciones. La incertidumbre que causa no solo la capacidad del gobierno de México para vacunar a la población, sino también las complicaciones que pueden significar las mutaciones del propio virus, es latente.
También, deben lidiar, como cualquier otra persona, con los peligros del propio coronavirus. El gerente de Antolina contrajo la covid-19 a inicios de 2021 al igual que dos de sus familiares, entre ellos su madre, quien estuvo hospitalizada. Otros, como Juan Antonio Ávila, un mesero privado, han sufrido la pérdida de más de un familiar.
Infosel, febrero. 18.- Las personas que trabajan o cuyos negocios dependen de los restaurantes en la Ciudad de México experimentan una montaña rusa de sensaciones cada viernes que las autoridades capitalinas y mexiquenses definen el nivel de restricciones a sus actividades de los próximos días y que, en buena medida,dependen de qué tan ocupados estén los hospitales de enfermos de covid-19. Si decretan o mantienen semáforo rojo, siempre puede significar el fin.
Pedro Sañudo es el dueño de Antolina, un restaurante sofisticado de comida y bebidas mexicanas en la cosmopolita colonia Condesa. Antes de la pandemia su negocio ya innovaba con experiencias como las que ofrecía a extranjeros a través de la plataforma de hospedaje Airbnb. Esa creatividad para allegarse de clientela pasó a ser un tema de sobrevivencia para Sañudo a partir de la aparición de la pandemia.
Cuando ocurrieron los primeros cierres físicos de restaurantes que ordenó el gobierno capitalino al comienzo de la emergencia sanitaria Antolina contaba con los recursos suficientes para poder pagar las cuentas y los salarios de sus empleados durante 30 días. Las provisiones se acabaron porque los cierres duraron más semanas de lo que la mayoría pudo advertir y Sañudo ya veía el fin de su negocio.
El día que ordenó la limpieza profunda de su local para entregarlo a su casera, conoció al director de la Casa Hogar de la Fundación Renacimiento, José Vallejo, con quien acordó cocinar comidas para los niños de la Casa Hogar. Los recursos que salvaron a Antolina y que permitieron pagar por un tiempo los sueldos mínimos de sus trabajadores y las comidas llegaron a través de donaciones que provinieron de la plataforma de financiamiento colaborativo o crowdfunding, Donadora, así como de familiares y amigos.
"Empezaron los semáforos y nos tuvimos que empezar a convertir en otras cosas para seguir vivos y conservar los empleos de nuestra gente y los indirectos de nuestros proveedores porque también le damos empleo a chinamperos [agricultores que utilizan un método de cultivo prehispánico], maestros mezcaleros y de la red de pesca sustentable", dijo Sañudo.
Las donaciones que permitieron mantener las comidas de Fundación Renacimiento y sostener al Restaurante Antolina duraron unos meses; después, Sañudo mantuvo su negocio al implementar pedidos de comida empacada al vacío de varios días que eran entregados a domicilio hasta que el restaurante pudo recibir comensales de nuevo.
En la Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México han padecido las restricciones por semáforo rojo en dos periodos diferentes dentro de los poco más de 10 meses de emergencia sanitaria en México, la primera fue al inicio de la pandemia y la segunda en diciembre, cuando la capacidad de atender a enfermos de covid en los hospitales estuvo al límite.
Los dos periodos de restricciones sumadas superan ya los cuatro meses y desde que en México fue implementado el semáforo rojo en diciembre a la fecha está prohibido dar servicio al interior de los locales, pese a que la emergencia bajó y el semáforo está en naranja. El hecho de que puedan dar servicio ya a comensales con aforo limitado y al aire libre llegó tras la presión ejercida por los restauranteros.
Si bien los negocios de comida han padecido, hay otros que no han podido abrir, como es el caso de cines, antros, bares y centros nocturnos, casinos, museos, parques de diversiones y centros educativos que no han podido abrir, aún en semáforo naranja.
Muchos han criticado que las medidas de contención del coronavirus SARS-CoV-2 en realidad no están muy relacionadas con el color del semáforo que alerta qué tan crítico es el estado de la pandemia.
Siegfried Seedorf, especialista en economía y negocios de la Universidad La Salle, explicó que la falta de transparencia en los parámetros para aplicar cada color del semáforo epidemiológico en las diferentes entidades del país afecta a los inversionistas y empresarios, quienes no cuentan con la certeza de cuándo tendrán que cerrar.
El especialista dijo que el semáforo se ha movido de acuerdo con las necesidades económicas de cada estado, una estrategia que ha ocasionado el cierre de muchos negocios, en su mayoría del comercio formal y de sectores como el inmobiliario.
"Llegamos arañando las paredes hasta que nos dejaron abrir [nuevamente]… Yo como empresario estoy preocupado por cómo pasar de la sobrevivencia a la prosperidad, aún con la covid-19", dijo Sañudo, de Restaurante Antolina. "El tema de la vacunación y otros que todavía son inciertos, no dudo que haya otro semáforo rojo todavía, no dudo que en mayo o junio nos vuelvan a encerrar y cerrar los restaurantes".
Como Sañudo, hay otros empresarios y trabajadores que viven en la incertidumbre de que la capital del país, que ahora está en semáforo epidemiológico naranja, pase nuevamente a rojo y con ello lleguen nuevas restricciones.
Jesús Legorreta, gerente de un restaurante en la colonia Condesa y cuyo sueldo se vio reducido al igual que el de otros trabajadores por la pandemia, cuenta que el lugar donde trabaja registró mayores ventas entre octubre y noviembre de 2020 cuando Ciudad de México estuvo en semáforo naranja y la operación interna de los restaurantes estaba permitida.
No obstante, tras relajarse las medidas de confinamiento, la capital regresó a rojo a mediados de diciembre por el aumento en los contagios de la covid-19 y los altos niveles de ocupación de la capacidad hospitalaria, lo que significó nuevas restricciones operativas, menores ventas, bajas propinas --la principal fuente de ingresos de muchos establecimientos de comidas y bebidas-- y medidas como disminución de sueldos y atrasos en el pago de la renta del local.
"Es una navaja de dos filos, entre más gente salga y tenga confianza de ir a los restaurantes y a los parques, a todos estos negocios y al sector le irá bien, pero también corremos el riesgo de que los contagios aumenten y de que nos regresen a semáforo en rojo. Es como un albur", dijo Legorreta, cuyas funciones aumentaron en el restaurante donde trabaja por la disminución de la plantilla laboral.
En algunos casos, trabajadores tanto del sector restaurantero, como de otras industrias han tenido que buscar otras fuentes de ingresos, algunos de ellos incluso han visto en plataformas de transporte privado como Uber (NYSE:UBER), una opción para hacerse de recursos.
Seedorf, el especialista de la Universidad La Salle, agregó que la incertidumbre para los inversionistas continuará mientras no tengan certeza de los cierres de negocios y el esquema de vacunación contra la covid-19 que controle los picos de contagios.
De mientras las personas que laboran en el sector restaurantero que han resistido los embates económicos de la pandemia deben aguantar con la esperanza de que no vuelvan a aumentar las restricciones. La incertidumbre que causa no solo la capacidad del gobierno de México para vacunar a la población, sino también las complicaciones que pueden significar las mutaciones del propio virus, es latente.
También, deben lidiar, como cualquier otra persona, con los peligros del propio coronavirus. El gerente de Antolina contrajo la covid-19 a inicios de 2021 al igual que dos de sus familiares, entre ellos su madre, quien estuvo hospitalizada. Otros, como Juan Antonio Ávila, un mesero privado, han sufrido la pérdida de más de un familiar.