Mientras el Dalai Lama celebra hoy su 89 cumpleaños, la comunidad tibetana se enfrenta a la realidad de un futuro sin su líder espiritual. El Dalai Lama, que se encuentra actualmente en Estados Unidos recuperándose de una intervención médica, ha indicado que dará orientaciones sobre la cuestión de su sucesión en torno a su nonagésimo cumpleaños. Según las creencias budistas tibetanas, los lamas de alto rango se reencarnan en el cuerpo de un niño tras la muerte. El proceso de identificación de la reencarnación del Dalai Lama implica una búsqueda tradicional y signos, con el Medio del Oráculo Principal del Estado del Tíbet entrando en trance para pedir consejo al oráculo.
El actual Dalai Lama, el decimocuarto, ha recibido el Premio Nobel de la Paz y es una figura mundial del budismo y la causa tibetana desde su exilio. Sin embargo, China lo considera un separatista y ha declarado que elegirá a su sucesor. Esta postura suscita preocupación entre los tibetanos y los observadores internacionales sobre la legitimidad del próximo Dalai Lama y el futuro del movimiento tibetano. Preocupa que el movimiento pueda perder impulso o dar un giro más radical en medio de las actuales tensiones entre Pekín y Washington.
La Administración Central Tibetana (ACTA), el gobierno tibetano en el exilio, se prepara para la era post-Dalai Lama con el apoyo de Estados Unidos e India. Se espera que el presidente Joe Biden firme una ley destinada a contrarrestar las afirmaciones chinas de que Tíbet siempre ha formado parte de China. Este proyecto de ley representa un cambio de estrategia, que pasa de centrarse únicamente en las violaciones de los derechos humanos a cuestionar la narrativa histórica de Pekín sobre el Tíbet. La CTA ha estado presionando a los países para que apoyen este enfoque, que creen que podría presionar a China para que entable negociaciones.
Los legisladores estadounidenses han mostrado su apoyo bipartidista, y la ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y otros miembros del Congreso visitaron al Dalai Lama en junio con motivo de la aprobación del proyecto de ley. Mientras tanto, el gobierno chino se ha mostrado dispuesto a discutir el "futuro personal" del Dalai Lama si éste reconoce que Tíbet es una parte inalienable de China, condición que él no ha aceptado.
La cuestión de la sucesión también se complica por el caso del Panchen Lama, el segundo líder budista tibetano más importante, cuya elección avalada por el Dalai Lama fue desaparecida por las autoridades chinas en 1995. La insistencia de Pekín en aprobar al sucesor del Dalai Lama se ha topado con la resistencia de la comunidad tibetana y de partidarios internacionales, como el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Michael McCaul.
India, que comparte frontera con Tíbet y acoge al Dalai Lama desde hace más de 60 años, se ha mostrado cauta en sus declaraciones públicas, pero se espera que desempeñe un papel en el proceso de sucesión. Diplomáticos indios han expresado en privado su malestar por la injerencia de China y han abogado por un compromiso con el Dalai Lama.
Dado que la influencia del Dalai Lama sigue vinculando a la comunidad tibetana, se teme que su fallecimiento pueda desatar frustraciones reprimidas y un impulso hacia la plena independencia, especialmente entre los tibetanos más jóvenes. Por ahora, la atención sigue centrada en apoyar el deseo del Dalai Lama de regresar al Tíbet. Hoy se celebran en todo el mundo celebraciones y oraciones que reflejan la esperanza de una larga vida y el regreso a su patria.
Reuters ha contribuido a este artículo.Este artículo fue traducido con la ayuda de inteligencia artificial. Para obtener más información, consulte nuestros Términos de Uso.