Por Monica Machicao
LA PAZ, 4 mayo (Reuters) - En el Valle de las Ánimas en Bolivia, formaciones rocosas afiladas perforan el cielo azul sobre la cercana ciudad montañosa de La Paz, desde donde la expansión urbana registrada durante años ha dejado el sitio lleno de desechos plásticos y escombros de construcción.
Ahora, el cañón rocoso está siendo limpiado en medio de un impulso más amplio para mejorar determinados sitios y las vías fluviales del país sudamericano, con cientos de voluntarios, ayudados por maquinaria pesada, que trasladaron más de 15 toneladas de escombros en la última semana.
"Las limpiezas son importantes y hay que continuar con éstas porque hay un gran movimiento en todo el país", dijo Alex Dessard, un voluntario francés.
Él junto a otros voluntarios limpió el mes pasado el lago boliviano Uru Uru, golpeado por la sequía y la contaminación, que tenía zonas con más plástico que agua.
"Tenemos que continuar hasta que no quede un lugar con basura", dijo Dessard.
El Valle de las Ánimas, a 30 minutos de la capital administrativa de Bolivia, La Paz, en la región montañosa andina, es un atractivo para los turistas. Pero ante el avance de la ciudad, ha sido invadido por basura y desechos de la construcción.
Revolviendo entre montones de basura, la voluntaria Carola Rejas dijo que la gente necesita hablar más en defensa de la naturaleza, cada vez más amenazada por la actividad humana.
"El Valle de las Ánimas es muy especial y se ha reunido mucha gente para ser la voz de la naturaleza y del cuidado y respeto que se merece", sostuvo.
El valle es un área protegida a 3.965 metros sobre el nivel del mar y es apreciado por sus inusuales formaciones geológicas.
No todo lo que encuentran los voluntarios es basura, agregó Rejas, sosteniendo una colorida pintura abstracta de un paisaje montañoso que había encontrado en una pila de residuos.
"Es increíble cómo podemos encontrar dentro de estos montones de escombros y de basura, joyas como ésta", afirmó.
(Reporte de Mónica Machicao; escrito por Adam Jourdan; Traducido por Agustín Geist; Editado por Jorge Otaola y Juana Casas)