* Galería de fotos en: https://reut.rs/2YjbiDj
Por Stephen Eisenhammer
SAO PAULO, 6 dic (Reuters) - El fuego no es natural en la Amazonía. La selva tropical virgen está demasiado húmeda como para encenderse, no importa cuán fuerte sea la luz solar. Si el bosque arde, casi siempre se debe a los humanos.
En agosto, cerca del punto más alto de las llamadas "queimadas", como se conoce la temporada de quemas en Brasil, el número de incendios en la Amazonía brasileña aumentó a su nivel más alto desde 2010.
El fuego es la segunda etapa en la tala del bosque, generalmente para criar ganado. Primero, se cortan y venden árboles seleccionados y luego se quema el terreno. Es barato, es eficaz y es difícil encontrar a los responsables.
La tala del bosque sin permiso es ilegal, y el uso del fuego también, excepto en circunstancias excepcionales. Aun así, el fuego está cambiando el paisaje de la Amazonía.
Las últimas cifras, desde agosto de 2018 a julio de 2019, muestran que se despejó más selva tropical que en ningún otro momento en los últimos 11 años. Se cortó un área más grande que Puerto Rico. Datos preliminares sugieren que la tasa ha aumentado desde entonces.
Tres equipos de periodistas de Reuters pasaron semanas viajando miles de kilómetros a través de la selva tropical más grande del mundo este año, presenciando la devastación de lo que los científicos consideran una protección vital contra el cambio climático.
Algunas personas han protegido el bosque en sus propias manos. Reuters pasó siete días con un grupo de vigilancia indígena que lucha para mantener a los madereros ilegales fuera de sus tierras en el estado de Maranhao.
Una noche de septiembre, alertados por el ruido de camiones pesados, seis miembros de la tribu Guajajara, con los rostros pintados se apresuraron a emboscar a un grupo de madereros.
En un punto estrecho de la red local de caminos de tierra en mal estado, aguardaban con una camioneta bloqueando el camino, rifles y pistolas listas.
Cuando llegaron los camiones con unos ocho madereros, fueron los primeros en disparar. El Guajajara respondió obligando a los madereros a dispersarse en el bosque. Los guerreros indígenas quemaron los camiones, apilados con madera recién cortada.
Uno de los hombres esa noche era Paulo Paulino Guajajara. Sabía que era un trabajo peligroso y habló francamente de su miedo. "A veces tengo miedo, pero tenemos que levantar cabeza y actuar. Estamos aquí luchando", dijo.
Cuatro semanas después, estaba muerto. Miembros de su tribu dijeron que los madereros le habían disparado en la cabeza.
https://reut.rs/2YjbiDj
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^> (Reporte de Stephen Eisenhammer. Reporte adicional de Jake Spring, Ueslei Marcelino y Leo Benassatto Editado en español por Javier López de Lérida)