El miércoles de la semana pasada tras su reunión de política monetaria, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, mostró una postura mucho más “hawkish” (anti-inflacionista) de lo que el mercado esperaba, y desató el pánico.
De acuerdo a sus nuevas proyecciones económicas, ahora ese banco central espera elevar sus tasas de interés en 2023, lo que es una pésima noticia para los activos de riesgo.
Aunque parece lejano, en tiempos económicos eso es bastante cerca, y más, cuando consideramos que en su sesión previa de marzo, los miembros de ese comité todavía pensaban que los tipos se mantendrían sin cambios en el rango de 0.0 a 0.25 por ciento al menos hasta 2024.
Algunos de ellos incluso ven como probable el inicio del ciclo alcista de tasas en 2022, es decir, a la vuelta de la esquina. ¿Qué los hizo cambiar de opinión?
La respuesta es preocupante: la inflación en la Unión Americana.
Y es que por un lado los pronósticos de crecimiento en Estados Unidos se han disparado hasta el 7 por ciento este año, pero con las disrupciones que se crearon en las cadenas productivas – a consecuencia del error económico del confinamiento forzado- los precios se están viendo presionados agravados por problemas de oferta.
En ello han tenido mucho que ver los históricos estímulos de gasto, depresión de tasas de interés e inyección de liquidez (“impresión” de dinero) al sistema, que se siguen usando para contrarrestar el desplome de 2020.
Dicho de otro modo, el crecimiento económico que genera empleos y es algo positivo en condiciones normales, está “sobrecalentando” la economía y crea un problema inflacionario que afecta más a quienes ganan ingresos fijos y a los empleados de menores salarios.
La Fed elevó su previsión inflacionaria un punto porcentual a 3.4 por ciento este año. Están preocupados, y la forma de atacar ese problema de precios es adelantando el alza en las tasas de interés.
El problema para los mercados financieros y los inversionistas, es que tasas al alza vuelven cada vez más atractivos los bonos gubernamentales y al dólar, considerados como los instrumentos de menor riesgo.
Este “vuelo hacia la seguridad” que emprenden los capitales, presiona a la baja a los activos más riesgosos: acciones en las bolsas de valores, divisas de países emergentes (como el peso mexicano), materias primas y hasta criptomonedas, entre otros.
Eso explica por qué tras el anuncio de la Fed se pronunciaron las caídas en los índices bursátiles de Estados Unidos y México, se disparó el tipo de cambio por encima de los 20 pesos por dólar, y el bitcoin, otras “criptos” y hasta los metales preciosos también bajaron.
La Fed está en un callejón sin salida.
Su mandato dual de procurar el máximo empleo y mantener la inflación “bajo control” la tiene en una encrucijada: mantener los estímulos monetarios (inyección de liquidez y depresión artificial de tasas de interés) elevaría el empleo pero a costa del alza de precios y de la erosión del poder adquisitivo de los ciudadanos.
Por otro lado, combatir la inflación con alza de tasas corre el riesgo de tumbar los mercados de valores, desatar el pánico, la quiebra de empresas, y arrojar a la economía a una nueva crisis donde se desate el desempleo.
De las dos alternativas no tengamos duda, la Fed optará por la que considera el “menor” de dos males: volver a deprimir tasas y seguir monetizando la deuda estadounidense aunque ese implique soportar una inflación galopante.
Con un demócrata en la Casa Blanca, es impensable siquiera que ante una crisis se opte por la responsabilidad fiscal, la moderación en los gastos y la baja de impuestos, que es lo que se debería hacer. ¡Biden hará todo lo contrario!
De este modo, las presiones sociales y políticas sobre la Fed harían impensable que soportara ser señalada como responsable de reventar la burbuja que ha inflado.
En consecuencia, más que asustarnos con las bajas en activos que son verdaderos refugios contra la inflación, como el oro y la plata, debemos aprovechar su abaratamiento como históricas oportunidades de compra, porque tras darse cuenta de su error en el alza de tipos, la Fed volverá a la carga (la expansión crediticia).
Similares al oro y la plata debemos ver al bitcoin y a Ethereum, cuyas bajas los vuelven más atractivos conforme más se abaratan.
La Fed seguirá corrompiendo al dólar “ad infinitum” expandiendo el crédito, lo que fortalece el fundamento de valor de aquellos activos que escapan a los poderes de multiplicación de dinero de papel de los bancos centrales, como los mencionados en el párrafo anterior. Esos instrumentos depósito de valor empoderan la independencia financiera de quien los posee, y son por tanto, los activos a buscar.