La inflación es ahora mismo el gran protagonista peligroso de los mercados financieros globales. Se ha disparado y existe una total incertidumbre si sus presiones se moderarán en el corto plazo.
Ya lo comentó recientemente la Fed estadounidense, de que sorpresas al alza no pueden descartarse.
En este sentido, la atención de los operadores se enfoca en la cifra de los precios al consumidor correspondiente al mes de junio que se dará a conocer este próximo miércoles 13 de julio.
La expectativa es que sigamos observando presión al alza en la tasa general a 8.8%, desde el 8.6%, aunque también se pronostica cierta moderación en el rubro subyacente (aquel que excluye bienes volátiles como agropecuarios y energéticos) a 5.7% desde el 6.0% anterior.
Todavía es muy aventurado hablar de que un pico en la tasa anual esté próximo a alcanzarse, pero se sigue pensando en que en los próximos meses podría comenzar una tendencia ligera de retroceso, pero muy lejos de lograr la convergencia hacia los objetivos de la Fed, lo cual podría alcanzarse hasta 2024.
Conviene recordar que tras el dato de inflación de mayo, la lectura que le dieron los inversionistas fue de crecientes dudas. Las bolsas de valores cayeron con fuerza, las tasas de interés de los bonos soberanos se dispararon y el dólar se revalorizó de forma generalizada frente a la mayoría de las monedas en el mundo, incluido el peso mexicano.
Lo anterior orilló a la Fed a realizar ajustes a su política monetaria, y después de haber descartado alzas mayores a 50 puntos base, en su encuentro de junio la autoridad estadounidense terminó cediendo a las presiones y optó por un aumento de 75 pbs.
El escenario respecto a esa última reunión no ha cambiado mucho. Aunque pareciera que ahora hay más elementos para pensar en una posible sorpresa en la inflación a la baja. Esto es, se presentaron algunos factores que podrían provocar que la tasa final no supere el 8.8% o incluso quede ligeramente por debajo de ese nivel.
En junio, la mayoría de los precios de las materias primas dieron algunas señales de retrocesos. Particularmente, el precio del crudo en el sexto mes retrocedió más de 8% (la gasolina en EUA disminuyó 4.0%). Los metales acumularon bajas del 15.0%.
El problema es que el sector servicios es el que está en los últimos meses siendo el mayor contribuyente en la tasa de inflación. Este todavía tiene margen para seguir subiendo conforme se equilibran los niveles respecto a los que se tenía previo a la pandemia de Covid-19 en 2020 y a medida que los consumidores siguen pasando de los bienes a los servicios.
Comentario final
El comportamiento del peso mexicano para las próximas semanas estará muy definido por esta cifra de inflación estadounidense. Es de esperarse, que un dato que supere las expectativas podría generar que la moneda mexicana inicialmente se presione hacia $21.0 spot, por la especulación que se generaría en torno a todavía un mayor endurecimiento de la política monetaria de la Fed. En caso contrario, una cifra por debajo de lo pronosticado, le ayudaría a la moneda mexicana a recortar parte de las pérdidas actuales y no se descartaría que en el corto plazo en determinado momento se acerque de nuevo a los $20.0, sobre todo si no aumenta más el riesgo de recesión económica global.
En términos generales, el peso mexicano continúa muy dependiente de los rendimientos reales en términos relativos de México con EUA. Ese parámetro le sigue jugando a favor a la moneda, aunque el diferencial se ha ido reduciendo, por lo que ante presencia de mayores elementos de incertidumbre, la presión sobre el peso se puede intensificar.