Esta semana toca turno a Banco de México. La reciente decisión de política monetaria de la Reserva Federal estadounidense (Fed) le pone un piso a lo que tendría que anunciar la autoridad mexicana en materia de alza de tasa de fondeo.
Esto es, de rebote la Fed ayudaría a que Banxico cumpla con lo advertido en su último encuentro cuando agregó una línea a su comunicado de prensa de que “actuará con mayor contundencia” en caso de que la inflación siga presionando a la economía.
Con ello, nuestra expectativa es que Banxico suba su tasa de interés de fondeo en 75 puntos base (que se ubique en 7.75%). Es probable que la decisión sea dividida, sin descartar votos por 50pbs o incluso algún integrante podría inclinarse por los 100pbs. Para cierre de año, por lo menos la tasa concluiría en 9.25%.
En sentido estricto, para mantener la competitividad en términos de tasas, Banxico tendría que seguir subiendo la tasa de referencia cuando lo haga la Fed. Lo que menos se requiere es agregar un elemento adicional de posible presión a la inflación, a través de un traspaso del tipo de cambio a los precios.
La inflación está poniendo en jaque a todos los actores, que ven como los precios no dejan de subir. Con los datos observados de la segunda quincena de mayo y lo que se espera al final de esta semana para la primera quincena de junio, la inflación anual volverá a subir en términos generales, y más preocupantemente en la llamada inflación subyacente (la que excluye los bienes energéticos y agropecuarios). La alta inflación global no va a desaparecer pronto y podría demorar hasta el 2024 para observar niveles dentro de los objetivos de los bancos centrales (en el caso de México menor al 4.0%).
Existen por lo menos tres grandes riesgos que podrían mantener presionado los precios a nivel global y por ende, localmente.
El primero tiene que ver con los precios de las materias primas, en particular los de energía y alimentos y el impacto que sigue teniendo en ellos la guerra en Ucrania. En días recientes, cuando parecía que el costo de combustibles se había estabilizado después del choque generado por la invasión de Rusia en Ucrania, los precios de gas y de petróleo crudo se mantienen altos y han vuelto a repuntar, lo que regresa los temores de efectos contagio en otros precios de bienes y servicios. Además, los precios de alimentos han aumentado (en promedio) cerca de 20% y con lo que se sigue observando en el costo de los fertilizantes, existe el riesgo de mayores aumentos en el valor de productos alimenticios. De nueva cuenta, Rusia (y su aliado Bielorrusia) y Ucrania juegan un papel preponderante en ello, y ya que no se vislumbra una salida rápida del conflicto, el tema seguirá latente.
El segundo, es el impacto de la política china de cero-Covid en las cadenas globales de suministro. Aunque parece que las autoridades lograron contener el rebrote de casos nuevos de coronavirus registrados en abril y mayo, por un lado el país no está exento de nuevos surgimientos de contagios y con ello, la necesidad de aplicar de nuevo fuertes medidas de confinamiento, y por otro es probable que los actuales cuellos de botella en la cadena de suministro persistan durante algún tiempo.
El tercero, son las repercusiones de la recuperación del sector servicios. Al comenzar su reactivación un poco más tarde que la industria, la demanda por este tipo de actividades comienza a equilibrarse, por lo que al ser un sector intensivo en mano de obra, con mercados laborales ajustados, podrían traducirse en mayores costos salariales.
En su más reciente decisión de política monetaria (12 de mayo), la institución mexicana ha evaluado la magnitud y diversidad de los choques que han afectado a la inflación, así como el riesgo de que se contaminen las expectativas de medio y largo plazo. Asimismo, ha considerado también los mayores retos derivados del endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, las tensiones derivadas de la guerra en Ucrania y el rebrote de casos de Covid-19 en China.
Comentario final
El mercado cambiario mexicano prácticamente descuenta el alza de 75pbs, por lo que de confirmarse este escenario, podría presentarse una reacción positiva, aunque limitada del peso, entre 10 y 15 centavos en su cotización. Previo a la decisión de Banxico, el presidente de la FED, Jerome Powell intentará tranquilizar a los mercados financieros en su comparecencia con el Congreso de EUA, en dónde recalcará que una próxima recesión no es inminente, que la economía se ralentizará de forma suave. Lo anterior podría ayudar a que se recuperara más la moneda mexicana previamente a la decisión de Banxico (del jueves).
Para que la magnitud del impacto sea mayor, Banxico debería implementar un tono más hawkish respecto a sus futuros pasos o presentar algunas novedades en términos de un forward guidance. Un aumento de 100 pbs podría provocar que el peso mexicano bajara otra vez de los $20.0 por dólar. Tampoco se puede descartar que sorprenda al mercado financiero negativamente, con una subida de tasas menor a la esperada (50pbs). Esto se traduciría en presiones sobre la moneda, cercanas a 20-25 centavos.