En 2024, más de 4 mil millones de personas (casi la mitad de la población en el mundo) saldrá a votar en más de cien países (en 50 naciones se realizarán elecciones presidenciales) para decidir no solo sobre su futuro político, también sobre la paz, estabilidad y economía.
Uno de los procesos electorales más esperados es el de Estados Unidos, un país para el que se estimó una posible recesión en 2024 (incertidumbre que golpeó a los mercados internacionales), pero finamente logró evitarla. En la elección del próximo 5 de noviembre, los votos se dividirán entre el demócrata Joe Biden para un segundo mandato como presidente, o el regreso del republicano Donald Trump.
Los votantes están atentos a las propuestas sobre el manejo de ciertos temas como la economía del país. Según una reciente encuesta de CBS News, la mayoría de las personas en Estados Unidos sigue sintiendo pesimismo en torno a la economía, y 6 de cada 10 la califican como 'mala' o 'muy mala'.
Los estadounidenses han seguido la ruta de la inflación, el dolor de cabeza de la actual administración; tras tocar un máximo de cuatro décadas en 2022, el indicador anual llegó al 9.1%. La variación de los precios se ha estabilizado hasta 3.3%, pero la Reserva Federal la requiere en 2%. Estos datos han mantenido en niveles históricos las tasas de interés. Tras la pandemia, la tasa de desempleo casi tocó el 15%, su peor comportamiento desde la Gran Recesión de los años 30 y las peticiones semanales de subsidios por desempleo registraron un número nunca visto de 6.8 millones.
La agenda de Trump considera políticas inflacionarias como la imposición de nuevos aranceles, el recorte de impuestos y las deportaciones masivas de inmigrantes. Trump ha prometido imponer un arancel general del 10% sobre todas las importaciones y aranceles mínimos del 60% a los productos chinos. De acuerdo con una investigación de Peterson Institute, estos planes arancelarios añadirían mil 700 dólares al gasto anual de la familia media en Estados Unidos. El expresidente también ha mencionado posibles recortes de impuestos a las empresas estadounidenses, del 21% al 20%, y que podría presionar a la Reserva Federal para que baje las tasas de interés. Estas políticas podrían provocar un aumento en los impuestos a los consumidores estadounidenses e inflarían los precios. Con su plan de deportación masiva de migrantes, se reduciría la fuerza laboral y crearía más competencia entre los empleadores, quienes podrían subir los salarios y causar un efecto que implicaría en la inflación. Dentro del perfil de Donald Trump, también se analizan las estrategias que pueda llevar en su política exterior, ya que muchos consideran la relación internacional como parte del éxito económico del país.
Se considera que un posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca con “los caprichos” de sus acciones y políticas, amenazaría la estabilidad y la posición de Estados Unidos en el mundo. Mientras tanto, la campaña de Joe Biden intenta “capitalizar” esto a su favor, pero no parece estar teniendo aún el éxito esperado con los electores, quienes consideran que no ha manejado de la mejor manera las finanzas del país.
Biden ha prometido una ayuda fiscal de 400 dólares al mes para los próximos dos años para pagar las hipotecas mientras no bajen las tasas de interés. Entre otras cosas, se fijó como objetivo recortar el déficit federal, obligando a las grandes corporaciones y las personas ricas a pagar más impuestos; el límite lo fijó en quienes ganan más de 400 mil dólares al año. Sobre China, dijo que ya aborda el tema de las prácticas comerciales injustas del país asiático. En sus primeros cuatro años como presidente, Biden promulgó importantes inversiones en la economía estadounidense, en infraestructura, manufactura nacional y clima, lo que continuaría promoviendo para un próximo mandato.
En los próximos meses, previos al proceso electoral, no solo los mercados estarán atentos a las promesas y políticas económicas que intentará implementar cada perfil para llegar a la presidencia, también lo harán los votantes.
Los procesos electorales pueden afectar la confianza de los consumidores y los inversores, ya que un cambio de gobierno puede llevar a cambios en políticas económicas y regulaciones, lo que a su vez influye en la percepción de estabilidad y oportunidades económicas. Los resultados electorales determinan en gran medida las políticas económicas que se implementarán, como la política fiscal (impuestos y gastos públicos), la política monetaria (control de la oferta de dinero y tasas de interés), y las regulaciones económicas (normativas para sectores específicos).