Realmente, ¿podría decirse que el horario y el reloj de los traders es diferente al del resto de las personas?
Conozco gente a la que estoy ayudando y formando para empezar a hacer trading, y me comentan que, o bien se les pasan las sesiones a velocidad de vértigo (si hay volatilidad y oportunidades de entrar al mercado) o transcurren lentas y cansinas... y están deseando que se cierre una vela para que se abra la siguiente.
A menudo, en la vida y en el trading, tendemos a valorar de modos totalmente diferentes las diversas percepciones con las que nos enfrentamos al transcurrir de los tiempos horarios. Está claro que parece que tenemos la sensación de que las horas pasan volando cuando hacemos algo con lo que disfrutamos enormemente, mientras que en las ocasiones en las que nos aburrimos, lo pasamos mal o simplemente tenemos prisa por comenzar a realizar una actividad o desplazarnos de lugar, pensamos que todos los relojes se han parado.
A un insomne, las señales horarias que escucha cada 60 minutos en una radio lejana le parece que tardan una eternidad en sucederse entre una hora y otra y a alguien que duerme de un tirón, cuando suene el despertador pensará que acababa de acostarse.
A alguien que trabaja a destajo y tiene que entregar o realizar una tarea en un plazo predeterminado le parecerá que su jornada transcurre velozmente, mientras que a algún que otro funcionario de los de 60 minutos el café, se le hará excesivamente corta su merecida pausa, y hará un esfuerzo por estar mañana un rato más. Percepciones y profesiones.
Para un trader, las manecillas de su reloj pueden estar formadas por velas y franjas de 1 minuto, de 3, de 5, de 10, de 15, de 4 horas... e incluso de días enteros. Debe armarse no solamente de eterna paciencia, sino de una enorme capacidad de espera, ya que, a diferencia de otras ocupaciones, por muy rápido que uno pretenda ir, no va a terminar antes su trabajo, y por mucha prisa que tenga, no va a moverse el precio a la velocidad que uno desee.
A veces se sienta frente a la pantalla y parece que su reloj se ha parado: no se mueve absolutamente nada. El verde y el rojo se alternan en movimientos mínimos, cansinamente pausados. De nada vale la impetuosidad, y la celeridad a la hora de darle al ratón, ya que el mercado nos premiará con una sonora pérdida si nos adelantamos en nuestra entrada.
Pueden pasar 10, 15 minutos, hasta 1 hora o más, sin que ocurra nada, sin que nuestro sistema nos dé una señal decente digna de tirar la caña, y adquirir esa calma, ese autocontrol para saber esperar, también requiere su esfuerzo y entrenamiento, realizado después de muchas horas frente a las pantallas viendo cómo no pasa nada de importancia. Otros días, al trader no le da ni tiempo a reaccionar.
Se sienta a operar y las prolongadas velas se suceden unas a otras con una volatilidad endiablada, abriendo y cerrando operaciones, acompasadas de gritos de júbilo o rabia según los resultados, pero puede darse el caso de dejar de operar pasados 15 minutos y parecer que han transcurrido 3 horas, o estar 3 horas y haber sufrido/disfrutado tanto que uno piense que lleva un cuarto de hora sentado...
Es una de las principales cosas que estoy intentando implementar en la gente a la que doy formación. Saber aguantar, saber esperar. Entrar en el momento justo y adecuado, no cuando deseemos sino cuando haya que entrar. Salir cuando suene la campana de nuestros beneficios o de nuestro stop... Aprender a dar cuerda a nuestros diferentes relojes, con paciencia, dedicación, calma y entrega.
Muchas veces las agujas rojas o verdes de mi reloj se vuelven locas a poco de comenzar la sesión, y antes de 5 minutos ya he terminado de operar con un resultado decente, otras veces éso no ocurre hasta unas cuantas horas después... el ritmo y la alarma corren a un ritmo diferente al del resto de los mortales...
Aprender a dejar transcurrir el tiempo, aprender a saber poner en hora tu reloj, para que marque los minutos y las velas al ritmo que te resulte a tí beneficioso, conseguir que siempre esté en marcha porque, como siempre, en el trading, igual que en la vida, solamente se llega a tu destino... si no te paras.