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En ocasiones veo muertos...

Publicado 13.08.2018, 05:12 a.m
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Supongo que casi todo el mundo ha visto la película El Sexto Sentido...

Yo la he vistos varias veces y para los que tenemos una cierta edad (y que disfrutamos de la época en la que no existían teléfonos móviles y la gente hablaba y se escuchaba mirándose a la cara...) nos supuso un cierto impacto emocional y muchos hasta la calificaríamos de mítica.

Dirigida por un sr. de nombre impronunciable, M. Night Shyamalan, y protagonizada entre otros, por un niño también de nombre difícil, Haley Joel Osment, se me quedó grabado en el subconsciente la famosa frase que esta criaturita tan dulce y a la vez atormentada, repetía con frecuencia a lo largo de la misma: "En ocasiones, veo muertos...".

No voy a desvelar más datos sobre la historia ni el argumento y recomiendo verla a quien aún nolo haya hecho, pero no sé por qué, últimamente, me ha venido muchas veces esa lapidaria frase a la cabeza, y aunque no sean de la misma naturaleza que los que el niño veía, yo también, bastantes veces, veo muertos, pero muchos...

Hace unos cuantos meses, paseando después de haber terminado la sesión de operativa de trading, a lo largo de varias calles en barrios diferentes, ví cómo estaban reformando una serie de locales para inaugurar próximos negocios, y en todos, aunque por fuera ponía ya el cartel anunciando un nombre distinto con rótulos luminoso,s yo (y no hace falta ser economista para ello, sino solamente tener ojos y pasear mucho) solamente veía esquelas mortuorias y próximos anuncios de cierre o de traspaso.

Por desgracia, mis negras predicciones se han ido cumpliendo, y después de volver a hacer ayer el mismo recorrido, más de la mitad de esos negocios están cerrados, en otros luce ahora un cartel de "se traspasa o se alquila" y otros languidecen como zombies, pero sabiendo que su final y su destino será inminente y el mismo que el de los demás.

Cuánto dinero perdido, cuántas ilusiones enterradas, cuántos sueños rotos y hasta cuántas nuevas deudas pueden originar la muerte de esos negocios que intentaron sacar valientemente gente a la que la maldita crisis dejó sin su puesto de trabajo, pero que, lamentablemente, por falta de conocimientos, de formación, de aptitudes, de asesoramiento, por no perder un pequeño tiempo más en analizar todo bien, por falta de un plan o de un estudio detallado de la viabilidad del proyecto... lo que se intentó fuera el nacimiento de una solución airosa a sus problemas económicos, se convirtió en un paso hacia atrás y todo su intento e inversión se esfumó y murió antes de cumplir el primer año de vida...

Con respeto y dolor para todo el que haya pasado por toda esa situación, por supuesto, pero enumero solamente alguno de los negocios y actividades que (sin ser adivino ni mucho menos), cuando vi que estaban preparándose para abrir, ya intuía que eran crónicas repetidas de muertes anunciadas. Ví cómo un señor abría una lujosa parafarmacia (en la que invertiría un dineral) a escasos 2 metros de una farmacia en la misma acera, y enfrente de un establecimiento de una muy conocida cadena de supermercados. Me asomé a varias fruterías, con estanterías repletas y decoradas con esmero y dedicación... pero comprobé también que no tenía que avanzar más de 100 metros, para encontrarme otra frutería y que en un mismo barrio había ya, con esa, cinco.. Para celebrar varios días que había terminado pronto y de modo exitoso mi operativa en el Dax con cfds con mi humilde sistema desayuné hasta en tres churrerías diferentes, inauguradas todas en menos de dos meses y en dos calles... paralelas. Compré el pan en cuatro nuevas panaderías de diseño y ultramodernas, cupcakes para un regalo en varios y desiertos nuevos establecimientos, me dieron folletos de un montón de ostentosas clínicas dentales, de varias tiendas que se dedicaban a reciclar cartuchos de impresora, de una tienda de bisutería situada en medio de otras dos similares regentadas por orientales... y todo ello, en el mismo barrio: en un puñado de calles, ni demasiado habitadas ni demasiado concurridas.


El fracaso, por desgracia, estaba asegurado... Reconozco que hasta en ocasiones, cuando pasaba por delante y veía que estaban iniciando las obras y empezando a montar las instalaciones, me entraron ganas de "dar el chivatazo", de gritar que huyeran, que se pasearan conmigo por las calles de alrededor y que vieran que ya existían negocios similares, que la competencia les iba a impedir al suyo salir adelante... Pensé en decirles que pararan y se retiraran a tiempo, antes de firmar un contrato de alquiler de miles de euros y se gastaran solamente unos cientos de euros en acudir a una consultoría, o una asesoría de confianza, que al menos les hiciera un estudio de viabilidad... Seguro que no me habrían hecho caso: quién va a creer a alguien que entra en su local y les dice que, por no haberse parado un momento a pensar, a planificar, está viendo muertos...

La verdad (en la vida y en el trading) duele. Yo prefiero que me la digan, pero normalmente, duele y no gusta. Y también me ha ocurrido y me ocurre muchas veces que en el trading, en ocasiones veo muertos...

Veo gente que prefiere no detenerse un poquito a elaborar un plan, a aprender un sistema, a formarse y capacitarse (presuntamente por ahorrar algo de dinero) y que luego pierde en una sola sesión más de la más que asequible cantidad que yo y el primo de mi vecino cobramos por explicar nuestro sistema y enseñar y compartir las verdades y las mentiras del trading...

Veo otra gente que se deja engañar por otros muy vivos que les cobran miles de euros por un curso con mucho marketing y muy buena comida, pero en los que no hay nada más. Veo personas que cambian de plan ó de sistema o de mercado (o de todas esas cosas a la vez) cada mes, cada semana o incluso cada día. Otros que se dejan hipnotizar por cantos de sirena y operan por encima de sus posibilidades y de su cuenta y que operan con futuros, lanzando casi una moneda al aire cada día, deseando cerrar la operación en cuanto dan la orden al mercado y rezando para que un día desastroso no les quite todo de golpe. Veo gente que hace trading por moda, por aburrimiento, por relacionarse socialmente... pero que no tienen ni la actitud ni las vísceras necesarias (y lo malo es que no quieren cambiar...). Veo otras personas que pierden, pero no quieren pararse a afilar su hacha, a replantearse y ver qué hacen bien y qué hacen mal, o que no se atreven a pedir ayuda a alguien que ya ha pasado por sus mismas fases e igual podría darles la mano...

En demasiadas ocasiones, veo muertos...

Pero también estoy viendo y conociendo gente muy viva y muy válida. Personas anónimas y valientes, grandes hombres y grandes mujeres, que plantan cara día a día a los mercados, con esfuerzo, disciplina, cabeza, conciencia y humildad. Que han decidido aprender, formarse y que se han obligado a seguir sus reglas estrictamente, que se han comprometido a dominarse emocionalmente...y lo están consiguiendo. Poco a poco, pero se puede. Para sacar una rentabilidad, un sobresueldo, un jornal, un sueldo...lo que sea, pero que se ocupan en vez de preocuparse. Hay mucha más gente preparada y que hace buen trading diariamente,de modo esforzado (y silencioso) de lo que la gran mayoría imagina. Gente que se ha cansado de ser un muerto en vida y se ha obligado a revivir. Recibir correos o conversar o ayudar o formar o intercambiar experiencias con héroes cotidianos del trading, es uno de los mayores premios que el esfuerzo de sacar adelante todo este proyecto del trading me está proporcionando.

Nuestra película (ni en la vida ni en el trading) tiene por qué tener ya un trágico final... Aún podemos decidir nosotros (y sé de sobra de lo que hablo), si cuando nos miramos al espejo, en ocasiones queremos ver muertos o ya nos obligamos a vernos y sentirnos siempre vivos.

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