No te preocupes por el hecho de que los precios del petróleo vayan a bajar de 20 dólares. Ya bajaron entre el cierre del viernes y la apertura del lunes, en ese agujero negro llamado 'trading electrónico'.
En el momento de redactar estas líneas, el petróleo del West Texas Intermediate de Estados Unidos vuelve a situarse por encima de 20 dólares por barril a mediodía de la jornada de negociación en Singapur después de tras registrar mínimos de 19,92 dólares, su nivel más bajo desde febrero de 2002. Podría, por supuesto, volver a registrar niveles inferiores a 20 dólares antes o durante la jornada de negociación de Nueva York.
Pero pase lo que pase en la sesión de hoy o durante la semana, es poco probable que el WTI alcance un nivel mucho más bajo que ese mínimo de 18 años. Si deja atrás el valle de 19,09 dólares alcanzado en febrero de 2002, los próximos mínimos serán los 17,85 dólares de enero de 2002, los 17,80 dólares de diciembre de 2001 y los 16,70 dólares de noviembre de 2001.
Sin embargo, no se trata de cuánto más podría bajar el petróleo a partir de aquí. Se trata de si se puede hacer algo para detener la aniquilación sistémica de los perforadores de esquisto de Estados Unidos, la mayoría de los cuales apenas pueden sobrevivir en menos de 35 dólares por barril.
Ésta no es una historia cuyo final vamos a ver esta semana. Pero es una historia que no debemos perder de vista porque será la más relevante para el petróleo una vez que se resuelvan los estragos causados por la pandemia del COVID-19.
Miseria y desolación en el panorama del petróleo de esquisto
La conclusión es la siguiente: no importan los recortes de gastos de capital, de la exploración o de la producción directa o incluso la intervención de la administración Trump; es poco probable que la industria del crudo de Estados Unidos vuelva a ser la misma, y se espera que alrededor del 30% o más de los perforadores locales acaben de cabeza.
Tanto los saudíes como los rusos, que están en modo de máxima producción contribuyendo a la destrucción de la demanda provocada por la crisis del coronavirus, tienen la intención, en los próximos seis meses, de hacerse con la mayor parte de la cuota de mercado mundial de petróleo que aún no poseen.
Una manera de lograrlo será diezmar los perforadores de esquisto estadounidenses, que han ganado un volumen de crudo de 4 millones de barriles al día en los últimos tres años para convertirse en el productor mundial número uno con un total de 13 millones de barriles al día, mientras que Riad está aplicando diligentemente las reducciones de producción en el marco del acuerdo de la OPEP+ y el Kremlin ha hecho novillos en el mismo acuerdo.
El sector petrolero de Estados Unidos es ahora un componente crítico de la economía nacional, respaldando 10,9 millones de empleos, según el Instituto Americano del Petróleo. Pero el petróleo de esquisto no está hecho para precios bajos y se enfrenta a quiebras y grandes recortes de puestos de trabajo del gancho del COVID-19 a los saudíes/rusos, ya que la mayoría de los pronosticadores prevén un descenso de la demanda de al menos un 10% o 20 millones de barriles al día.
"La diferencia entre hoy y 2015/16 es que los productores de petróleo de esquisto y alto coste ya se enfrentaban a costes elevados de capital este año pasado debido al constantemente pobre rendimiento de los accionistas", dijo Goldman Sachs (NYSE:GS) en una nota.
"De hecho, estas restricciones de capital no han sido más que exacerbadas por los últimos acontecimientos, mientras que en 2015/16 el capital nunca se acabó, lo que hace que la probabilidad de capitulación de los productores de la E&Ps y EM estadounidenses sea mucho mayor ahora mismo", añade el banco de Wall Street, refiriéndose a los exploradores y productores de esquisto, así como a los productores de mercados emergentes.
Los saudíes empeoran una situación ya horrible
Energy Intelligence, en otra nota, ha dicho que la medida de Arabia Saudí para inundar el mercado tras el colapso de la OPEP+ a principios de marzo ha empeorado una situación ya horrible de por sí. "Tan horrible, de hecho, que la administración Trump está haciendo gestiones diplomáticas con Arabia Saudí para poner fin a su guerra de precios con Rusia y proporcionar apoyo a los maltrechos precios del petróleo, que están devastando la industria del petróleo de esquisto de Estados Unidos".
La consultora energética con sede en Nueva York añade: "Tras 40 años de golpes contra la OPEP, Washington está considerando una medida antes impensable: una acción coordinada con Arabia Saudí, Rusia y otros productores, reflejo de los extraordinarios tiempos en que los mercados petroleros se han adentrado".
Desde tratar de conseguir que Texas, el estado productor de petróleo más grande de Estados Unidos, haga cumplir con las reducciones a los perforadores de su región, hasta jugar un papel pacificador entre saudíes y rusos para convencerlos a ambos de volver a reducir la producción y perseguir un acuerdo exclusivo entre Estados Unidos y Arabia Saudí para gestionar el mercado mundial de crudo, Washington trabaja a toda máquina en varios flancos a la vez.
"Hay muchas, muchas ideas flotando por el espacio político", ha dicho el secretario de Energía de Estados Unidos, Dan Brouillette, subrayando el celo de la Administración por salvar a una industria que ha hecho de Estados Unidos un exportador neto de petróleo y parcialmente independiente en el campo de la energía.
Hasta ahora ninguno de los trucos de Washington parece estar funcionando. Los saudíes están decididos a aumentar su producción en un enorme 30% en marzo para alcanzar un récord de 12,3 millones de barriles al día a finales de abril.
Todo en el ámbito del petróleo son problemas
No es sólo la industria estadounidense la que está sufriendo. El crudo a 20 dólares también está provocando grandes daños a una economía saudí ya exprimida, que necesita un precio de 80 dólares por barril. Eso está enviando los presupuestos de otros productores de petróleo de Oriente Próximo a una crisis también. Por su parte, se espera que Rusia sufra un colapso de la demanda de sus Urales, una composición de crudo pesado de petróleo producido en la región económica del Ural, Siberia Occidental y Povolzhye, con el que es más costoso producir gasolina que con el más ligero Brent, el petróleo de referencia internacional.
"La economía global es un sistema físico complejo con fricciones físicas, y la energía se encuentra casi en la cima de esa complejidad. Es imposible eliminar tanta demanda sin grandes y persistentes consecuencias en el suministro", dice Goldman.
El banco de Wall Street añade:
"Creemos que la actual crisis del petróleo hará que el sector energético finalmente logre la reestructuración que tanto necesita. Hemos argumentado durante mucho tiempo que lo que importa es la oferta y la demanda de capital, no la oferta y la demanda de barriles; mientras haya capital, las empresas pueden soportar períodos difíciles y los barriles siempre regresan".
El oro y las acciones
Todo apunta a que el oro y las acciones vayan de la mano esta semana, ya que Wall Street probablemente decidirá sobre el rumbo del metal precioso, particularmente si las preocupaciones en torno a un mayor deterioro de la situación del COVID-19 en Estados Unidos desatan el riesgo en todos los mercados. Estados Unidos superó a China la semana pasada como país con mayor número de infecciones por coronavirus. Hasta el lunes, se han detectado más de 145.000 casos en Estados Unidos y más de 2.500 muertes por la pandemia.
Los futuros del oro para entrega en abril subieron un 9,5% hasta 1,625 dólares por onza la semana pasada hasta registrar su mejor semana de los últimos casi 12 años, a pesar de que el mercado perdió parte de su lustre el viernes, ya que los inversores recogieron parte de sus sobrealimentados beneficios del metal precioso registrados tras la implementación de estímulos de 2 billones de dólares de Estados Unidos aprobada para combatir el impacto del COVID-19.
Todas las miradas se dirigen a los datos de empleo de Estados Unidos de marzo, que se publican el viernes, que se espera indiquen la destrucción de al menos 100.000 puestos de trabajo. Esto se suma a las impactantes cifras de solicitudes iniciales de subsidio por desempleo de la semana pasada que ascendían a 3,3 millones.
"Si acaso, el oro parece vulnerable a un mayor descenso hasta situarse por debajo de 1.600,00 dólares por onza si las acciones se mueven según lo esperado y su actuación empeora según avanza la semana", dice Jeffrey Haley, analista de OANDA.
Haley añade:
"Aunque fundamentalmente, el oro debería seguir siendo una opción fantástica de compra, incluso tras el repunte del dólar la semana pasada, la impaciencia y una clara preferencia por el efectivo por parte de los inversores globales significan que es poco probable que el oro pase de 1.650,00 dólares por onza esta semana.