El futbol mexicano atraviesa actualmente por un periodo complejo. De hecho, para muchos analistas esta es la peor crisis que experimenta la Selección Nacional y la Liga Mx.
Después de ser eliminados en la fase de grupos de la Copa América y de la pasada Copa del Mundo en Qatar 2022, el fracaso del futbol nacional ha alcanzado niveles incalculables en cuanto a credibilidad, sin embargo, el negocio sigue viento en popa e incluso parece tener un panorama alentador al corto y mediano plazos.
El negocio del futbol mexicano viene desde las fuerzas básicas y la formación de talento. Hoy por hoy, inscribir a un niño (que cada vez inician más pequeños) representa entre 20 y 30% del ingreso familiar mensual, siempre con el gran riesgo de que la carrera termine antes de iniciar por posibles lesiones, enfermedades, no mantener la capacidad económica o la buena o mala relación con visores o cazatalentos.
Desde hace décadas y en muy contados casos (Pachuca, América, quizá Atlas), los clubes han invertido en la generación de nuevos talentos, sin embargo, ese mal necesario para el negocio conocido como promotores, han enriquecido a unos pocos, dejando fuera toda posibilidad a miles de niñas y niños ilusionados con su talento y sueños.
Los equipos han dejado de ser solo clubes y se han convertido en consorcios dueños de múltiples equipos (multipropiedad), acumulando poder a tal nivel que son ahora quienes toman las decisiones desde el club de tercera división hasta la propia Selección Mexicana.
Otro de los aspectos que han enturbiado al futbol nacional es la compra de derechos televisivos, particularmente en Estados Unidos, pues ahí no importa si los equipos o la liga son buenos o malos, la búsqueda de identidad y la nostalgia de la población migrante, provoca que los estadios se llenen y se mantenga un crecimiento en el consumo de derechos de los juegos, independientemente de su calidad de estos.
Con esto, las empresas y sus dueños inversionistas están más enfocados en ver donde sacar dinero de los derechos televisivos o del streaming, abandonando aspectos tan simples como relevantes como la seguridad en los estadios, los precios de los alimentos son estratosféricos; la comodidad de asientos, sanitarios, accesos y estacionamientos, entre otros.
Hoy por hoy, la falta de talento y de hambre de triunfo desde las fuerzas básicas parecen perdidos, ya que, al formar parte de la élite de la primera división, los jóvenes no buscan salir al extranjero y foguearse en otras ligas, sino que se enfocan más en el beneficio económico.
En la pasada final de la Liga Mx entre América y Cruz Azul, la derrama económica fue de más de 400 millones de pesos ‘limpios’ pero sin contar factores como la reventa, transporte, comercio informal, consumo, entre otros. Además, el hecho de que ambos equipos son de los más populares y jueguen en la Ciudad de México, representa un nivel de ganancias aún mayor.
Solo por poner un ejemplo, los eventos deportivos, de espectáculos y esparcimiento representaron en 2022 el 0.4% del PIB con un valor superior a los 131 mil millones de pesos a nivel nacional, sin embargo, en el caso de la capital del país, la actividad representa 2 veces más que el promedio nacional con una participación que representa el 0.9% del PIB total (solo de la CDMX) y un valor de 39,000 millones de pesos. En otras palabras, por cada peso generado por estas actividades, 30 centavos se originaron en la CDMX en 2022.
¿Qué importa el tamaño de la caída o de la humillación, si hay 130 millones de clientes potenciales que por años podrían financiar la Liga Mx y a su Selección Nacional?
Hace unos días se llevó a cabo una nueva junta de dueños donde lo que menos importó fueron los resultados del ‘Tri’ en la Copa América o la pésima calendarización para que iniciara el torneo de la liga. Fueron varios temas que se abordaron, entre ellos la posible llegada del fondo de inversión, Apollo Global Management, el cual inyectaría mucho dinero al futbol mexicano.
En su sitio web, Apollo Global Management dice que su objetivo es ayudar “a construir y financiar empresas más sólidas mediante soluciones de capital innovadoras que pueden generar rendimientos superiores ajustados al riesgo”. Sus activos alcanzan los 500 mil millones dólares y en México, el plan es una inversión de 1,300 millones de dólares en la Liga MX, a cambio del 10% de los derechos televisivos y de futuros patrocinios.
¿Quién no querría parte del pastel? Seguramente todos se frotan las manos, aunque para tener una rebanada tendrán que ceder en varios aspectos como realizar una auditoría a los 18 equipos actuales, aceptar que no haya multipropiedad ni ascenso y descenso, pues se requiere que la inversión recaiga en un grupo cerrado sin riesgo de perder franquicias.
Esto evidentemente traerá cambios en la estructura de la Liga Mx, pues aumentaría de 18 hasta 22 clubes en un lapso de 2 años.
Pero no solo los dueños se verán beneficiados. Regresando al universo de la materia prima, o sea los futbolistas, son cada vez más los que regresan de Europa y otro continente con el objetivo de encontrar una mejor opción laboral-económica.
Nombres como Andrés Guardado, Héctor Moreno, Guillermo Ochoa, Miguel Layún, Diego Reyes y Javier Aquino hace unos años y actualmente Carlos Salcedo, Érick Gutiérrez, Raúl Gudiño, Diego Lainez, Marcelo Flores y recientemente Gerardo Arteaga han dejado sus equipos en el extranjero para enrolarse en clubes como América, Chivas, Cruz Azul, Tigres y Monterrey, algunos hasta con menos de 25 años cumplidos.
El último es Gerardo Arteaga, que, de acuerdo con Sports Illustrated percibía un salario anual de 10 millones de pesos en el Genk de Bélgica y a partir de este año percibirá 20 millones de pesos con Rayados de Monterrey.
En resumen, sin importar que el futbol mexicano atraviese actualmente por un periodo de crisis, el negocio es redondo para todos los que están ya dentro de ese universo. Afición y nuevos talentos tendrán que esperar.
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