Dos importantes noticias ocupan la actualidad de Argentina en materia económica en la última semana.
La buena noticia es que el peso argentino frenó su espiral ascendente y acumula una apreciación del 4,35% en el transcurso del mes de junio en línea con la debilidad de la moneda global de referencia.
La mala noticia fue la publicación mensual del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que en materia de inflación registró un incremento interanual del 57,3% contra mayo del 2018 y una caída del PBI del 5.8% para la misma medición. En el mercado laboral, el dato de desempleo empeoró con un crecimiento del 9,1% hasta el 10,1% en el primer trimestre del año.
Estos son los peores registros de la gestión de Mauricio Macri, quien proyectaba culminar su mandato con una inflación anual de un dígito.
Hace un año veíamos cómo el salto cambiario del peso argentino anotaba una depreciación del 25% durante el mes de mayo. Este salto cambiario fue un golpe de gracia para la frágil economía austral, con efectos acuciantes en la economía real que aceleró el "pass through" a los precios internos de la economía y obligó al Banco Central a elevar las tasas hasta un 70% para estrangular la demanda de dinero.
Si miramos el gráfico en compresión diaria, el par abandona el canal ascendente iniciado el 27 de febrero en tiempos donde estaba vigente la zona de no intervención en el mercado de cambios por parte del Banco Central.
El 29 de abril el Banco Central cambió la táctica y anunció la decisión de intervenir, en la zona de no intervención, en el mercado cambiario debido al aumento en la volatilidad observada en los últimos días de abril, luego de una semana donde el dólar aumentó 9% su cotización. Decisión tomada con la anuencia del Fondo Monetario Internacional, rector del plan económico, modificando el programa original del organismo.
Esta decisión se dio en conjunto con un aumento del fondo de reserva destinado para la intervención de $150 millones a $250 millones de dólares aportando mayor poder de fuego al Banco Central.
Un año después, ¿cómo está la economía argentina?
Datos del primer trimestre
La depreciación de la moneda generó el encarecimiento los bienes y servicios importados respecto a los de producción interna, las importaciones se contrajeron un 24,6% y se redujo drásticamente las cantidades de bienes y servicios importados, pero no fue afectada de tal manera las cantidades de producción interna. Las exportaciones crecieron un magro 1,7%.
La demanda global tuvo una caída del 10,3% en el período, liderada por la contracción de la inversión del 25% y del consumo con el 10,5%.
El INDEC señaló que el valor agregado del sector agricultura, ganadería, caza y silvicultura creció 7,7% con respecto al año anterior, mientras que el sector pesca tuvo un crecimiento interanual de 5,5%.
El sector más afectado, la industria manufacturera presentó una caída en el nivel de actividad del 10,8%; así como también el sector electricidad, gas y agua que cayó un 5,2%.
La construcción tuvo una baja de 6,8% y el sector de comercio mayorista y minorista, y reparaciones una caída de 12,6% interanual.
Volatilidad y confianza
Si miramos la foto general de la actualidad, la volatilidad cambiaria se ubica en el menor nivel en los últimos 10 meses y la tasa de inflación mensual se desacelera un punto porcentual con respecto al mes de abril de la mano de un crecimiento en la confianza en el gobierno.
A pocas horas del cierre de listas con vistas a las elecciones presidenciales de octubre el gobierno goza de un buen momentum y aparecen las primeras encuestas que proyectan una victoria en los comicios.
El mercado en sintonía aporta a la estabilidad cambiaria.
El primer paso está dado: estabilidad cambiaria. El tema a resolver sigue siendo el nivel de actividad, el PBI en el primer trimestre medido a precios del 2004 (base estadística) retrocedió a niveles de 2012.