Europa y Wall Street operan con tono positivo, esta semana será de vital importancia para el sentimiento del mercado. Si bien el jueves se espera que el BCE mantenga el precio del dinero, el principal foco estará puesto en si habrá o no algún tipo de programa de estímulo cuantitativo.
El viernes será el turno del BpC (Banco popular de China) y la próxima semana se celebrarán reuniones en la Reserva Federal, el Banco de Japón y el Banco Nacional Suizo.
Se ha comentado mucho sobre la capacidad de los bancos centrales para recomponer la confianza de los agentes económicos, sin embargo es importante destacar que a estas alturas, los bancos centrales ya no tienen la capacidad disuasiva que tenían hace unos pocos años, principalmente el europeo.
La bazuca de Mario Draghi ya está prácticamente agotada, las tasas de interés están en 0% desde 2016 y la facilidad de depósito en terreno negativo desde 2014. El Euro ha perdido cerca de un 3,7% durante 2019 y a pesar de todo esto la institución no ha podido impedir que el promedio del desempleo persista cerca del 10%, que Alemania e Italia estén en recesión y que Francia crezca a tan sólo 1,4%.
Entonces, ¿Que podría hacer ahora el BCE para recomponer la confianza que no pudieron restaurar todos los programas de estímulos cuantitativos anteriores?
Es una pregunta difícil de responder, sobre todo porque personalmente creo que el principal problema de confianza que tiene la Zona Euro es sobre el Euro y no sobre lo que pueda hacer el BCE.
El tener una especie de socialismo monetario, en la cual una moneda única intenta igualar la productividad alemana con la griega, o la española con la italiana ha permitido entre otras cosas colectivizar los riesgos soberanos y con ello el avance desmedido de la deuda.
Tampoco permite hacer devaluaciones monetarias, provocando que los países altamente endeudados tengan que hacer apalancamientos internos para cumplir con los requisitos que impone Bruselas.
Esto está incrementando el circulo vicioso, porque a medida los estados reducen gastos, mas cesantía hay y más descontento social se produce. Esto obviamente está alimentando los grupos euro escéptico.
Otro factor importante es que en 2016, se dijo que si Inglaterra votaba por salir de la Zona Euro, el futuro económico del país estaba en serio peligro.
Han pasado más de 3 años desde el referéndum y no sólo no ocurrió lo pronosticado, está pasando exactamente lo contrario.
Mientras Alemania e Italia están en recesión y el BCE intenta implementar programas de estímulo para revertir el fantasma de la deflación y devolver la confianza económica, en Inglaterra a pesar de toda la convulsión política que provoca el Brexit, en su gran mayoría, las grandes compañías no han abandonaron el país, su economía crece al 1,2% y el desempleo persiste en mínimos históricos bajo el 4%.
Esta situación no sólo nos hace reflexionar sobre si es mejor estar dentro o fuera de la UE, también sobre si el BCE tiene en sus manos poder ilimitado para salvar el proyecto europeo.