Esta semana todos los reflectores estarán sobre la cifra de inflación al consumidor de EUA correspondiente al mes de junio, la cual se dará a conocer el 12 de julio. La expectativa es que en términos anuales se modere al 3.1%, desde el 4.0% previo. El rubro subyacente se pegaría al 5.0%.
En el caso de la inflación general, se trataría del duodécimo mes consecutivo con retrocesos a tasa anual. Desde que alcanzara su pico del 9.1% en junio del 2022, la inflación ha ido bajando como consecuencia, en mayor medida, de las subidas de tasas de interés que buscan enfriar la economía.
Estos datos, junto con los de empleo de la semana pasada, serán definitorios para la que la Reserva Federal (Fed) decida en su próxima reunión a finales de este mes y los futuros pasos que buscaría implementar en materia de tasas de interés.
Los integrantes de la Fed, incluido su presidente, han insistido que las futuras subidas dependerán de las cifras económicas que registre el país norteamericano en las próximas semanas/meses y que datos como el desempleo o la tasa de inflación serán fundamentales.
En su última reunión, el banco central estadounidense optó por hacer una pausa en su endurecimiento monetario, lo que les permitiría evaluar el impacto de sus acciones anteriores y vigilar las presiones inflacionistas antes de realizar nuevos ajustes en su política monetaria.
Sin embargo, dejaron abierta la puerta a mayores incrementos. Se habla de que podrían ser dos más en lo que resta del 2023.
El mercado todavía no compra del todo esa idea de varias alzas adicionales, más allá de la de este mes. En el mercado de futuros, las apuestas le otorgan una probabilidad superior al 90% a que habría un incremento a finales de julio, pero sería el último.
En este sentido, una desinflación general rápida hará que a la Fed le resulte más difícil justificar el aumento de las tasas nuevamente. Esto podría pasar con el dato de la semana. Las implicaciones para los mercados financieros pueden ser significativas.
La semana pasada tuvimos una prueba de ello. El tono un poco más hawkish de lo esperado en las minutas de la Fed y unos indicadores de empleo estadounidense mejor a lo pronosticado, aumentaron la especulación en torno a la necesidad de llevar a cabo más alzas de tasas.
Esto generó, por momentos, un retroceso en el peso mexicano de cerca de 40 centavos, alejándolo un poco de su mejor nivel desde diciembre de 2015.
El problema es que, a partir del siguiente mes, será más lenta la convergencia de la inflación hacia el objetivo de la Fed. Incluso, puede haber dos meses con rebotes en la tasa anual (por efecto base), que podría dar la sensación de cierto riesgo inflacionario. Este juego de percepciones puede cambiar constantemente. En ese sentido, la autoridad monetaria tiene la necesidad de seguir insistiendo en la posibilidad de mantener abiertas las puertas a un mayor endurecimiento monetario.
Reacción del peso mexicano
Si el reporte de inflación cumple con la expectativa o es mejor a lo pronosticado, la moneda mexicana podría verse beneficiada, ya que disminuirían las apuestas sobre mayores incrementos en la tasa de interés. Esto podría generar que la cotización cambiaria se mantenga un tiempo por debajo del psicológico de los $17.0 spot. Por el contrario, un reporte con datos por arriba de lo pronosticado podría presionar a la moneda mexicana hacia $17.30.