Metas de Inflación: el Modelo Chileno como caso a seguir

Publicado 28.06.2016, 05:31 a.m
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(Artículo escrito por el economista Juan Manuel Invernizzi)

El 14 de diciembre de 2015, el presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger, en su discurso inaugural y lineamientos de gestión, anunció la necesidad de movernos hacia un esquema de metas de inflación con flotación administrada del tipo de cambio. Las referencias y similitudes con la experiencia chilena motivaron el presente artículo. El Banco Central de Chile (BCCh) fue uno de los primeros bancos de la región en implementar un régimen monetario basado en una meta de inflación explícita, incluso antes de que el término “metas de inflación” fuera formalizado. La primera meta fue anunciada en septiembre de 1990, producto de la necesidad dado que la tasa anual de la inflación era de aproximadamente el 25% por el aumento de las presiones inflacionarias a causa de políticas expansivas y el shock de precios del petróleo de la Guerra del Golfo en 1990, junto con el establecimiento de un BCCh independiente requerido por Ley. En rigor, el marco de metas de inflación fue adoptado en Septiembre de 1990 conjuntamente con un tipo de cambio flotante.

En su momento este régimen monetario todavía competía contra otros regímenes (caja de conversión, en Argentina llamada “Convertibilidad” y dolarización total de la economía). Una de las razones más importantes que argumenta el BCCh para la adopción de metas de inflación fue que dar a conocer al público un objetivo explícito de inflación y comprometerse a su cumplimiento mediante la implementación de una política monetaria consistente, disminuiría la magnitud de los extendidos mecanismos de indexación de la economía chilena de precios y salarios, reduciendo el costo de estabilizar. La combinación de metas de inflación y tipo de cambio flexible (flotación cambiaria) es un régimen popular en el mundo, tanto para economías emergentes como industrializadas. Para una economía pequeña y abierta como la chilena, con precios inflexibles a la baja domésticos y sujeta a shocks importantes, el esquema de metas de inflación dominó al de abandonar la moneda nacional (peso chileno, CLP) en favor de la moneda de otro país o conjunto de países.

El programa chileno tuvo una primer etapa de transición o estabilización de precios y fue sumamente gradual, tardaron 10 años en bajar la tasa de inflación desde una tasa cercana al 25% en 1990 a 4.5% en el año 2000), con especial énfasis en la producción (PBI) y el empleo. La segunda etapa comenzó en el año 2000 cuando se establecieron metas de inflación a mediano plazo, 3% la mayor parte del tiempo, con un rango de tolerancia de +/- 1 punto porcentual. El horizonte de política es de 2 años, reconociendo los rezagos de la política monetaria y permitiendo la adaptación de la economía a shocks.

El principal instrumento de la política monetaria es la tasa de interés de política monetaria (TPM), una tasa más alta implica una política monetaria más dura (menor emisión monetaria) y que una tasa más baja implicara una política monetaria más laxa (mayor emisión monetaria). Los cambios en la TPM se deciden mensualmente en la Reunión de Política monetaria. Desde el punto de vista de los agentes del mercado de capitales, las variaciones en la TPM podrían generar cambios en las carteras de inversión. En este régimen es usual y deseable medir la inflación con los cambios en el índice de precios al consumidor (IPC) al que se agrega su versión Core (núcleo) o de inflación subyacente en el que se excluyen por lo general los rubros más volátiles (petróleo, alimentos, y precios regulados de los servicios públicos, entre otros) dado que el objetivo del mismo es medir la tendencia de mediano y largo plazo de la inflación de la economía.

La variable de absorción de shocks en este esquema es el tipo de cambio. Desde 1999, Chile tiene un régimen de tipo de cambio flotante que le permite enfrentar shocks externos y facilita el ajuste de la economía a estos shocks con el menor costo asociado posible. El BCCh se reserva el derecho de intervenir en el mercado cambiario si lo considera apropiado, dado que se debe considerar que la intervención tiene costos asociados (por ejemplo, para comprar dólares el BCCh tiene que emitir CLP y esto podría entrar en conflicto con el objetivo principal de política entre otros). Cualquier incremento en la volatilidad o cambio de tendencia del tipo de cambio puede ser aprovechado por los inversores en el mercado de capitales. Además, otras de las características que se pueden observar en el esquema de metas de inflación es que se reduce sensiblemente el coeficiente de correlación entre depreciación y tasa de inflación, dicho de otra manera, disminuye el traspaso (pass-through) de las depreciaciones del tipo de cambio a precios, porque una inflación más baja reduce el coeficiente de traspaso y, a su vez, un coeficiente de traspaso más bajo disminuye la inflación.

Un régimen de metas de inflación tiene que incluir al menos los siguientes instrumentos y debe ser adaptado por los bancos centrales y gobiernos a las particularidades de cada país:

  1. Meta numérica explícita.
  2. El compromiso con esa meta debe estar por encima de cualquier otro objetivo de política que pueda entrar en conflicto con la inflación en el horizonte determinado.
  3. El banco central tiene que tener independencia de aplicar los distintos instrumentos de política en cuanto a ser capaz de aplicar su política monetaria con el fin de cerrar cualquier brecha entre la inflación estimada y la meta de inflación.
  4. El banco central debe tener la capacidad técnica para implementar modelos que le permitan predecir la inflación.
  5. Fortalecer la credibilidad y transparencia del banco central, dado el rol de ancla nominal de la meta de inflación y que el mismo trabaja sobre las expectativas de todos los agentes económicos para converger a la meta de inflación anual, es fundamental la transparencia y comunicación en el proceso de toma de decisiones de la política monetaria como medio para fortalecer la credibilidad del banco central y la efectividad para alcanzar la estabilidad de precios. Esto explica la popularidad de los Informes De Política Monetaria y el creciente uso de proyecciones cada vez más explícitas en estos reportes comunicados por el BCCh en los que se da a conocer la evaluación sobre el estado actual y las perspectivas de la economía y los riesgos que se enfrentan (se publican trimestralmente).

A modo de síntesis es importantísimo destacar que la economía chilena desde la adopción de metas de inflación suavizó sus ciclos económicos como se puede ver en el gráfico de variación anual del PBI 1925-2015. El gráfico es contundente, se suavizan los picos de crecimiento logrando un crecimiento sustentable, y por sobre todo disminuyeron significativamente las caídas abruptas del PBI (crisis).

La estabilidad monetaria y de precios de Chile no se pudo lograr solamente con un banco central independiente y con un esquema de metas de inflación con flotación cambiaria, sino conjuntamente con una política fiscal responsable y predecible, un adecuado marco de regulación y supervisión del sistema financiero y con la integración con los mercados internacionales.

Para finalizar, las principales características e instrumentos aquí enunciados están incluidos en el Plan Monetario presentado por el presidente del BCRA el pasado 28 de abril. En el mismo se explicita la adopción formal de metas de inflación a partir de Septiembre de 2016 para el año 2017 (Alfonso Prat Gay, actual Ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, había propuesto este esquema en su discurso de apertura de las Jornadas Monetarias y Cambiarias 2003 cuando estuvo al frente del BCRA). Se abre así un nuevo capítulo en la historia de la política monetaria Argentina. El tiempo dirá si estamos a la altura de las circunstancias.

El Modelo Chileno como caso a seguir

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