El barril de referencia estadounidense, el West Texas Intermediate, se mantuvo durante mayo y junio alrededor de los US$60; sin embargo, en los últimos siete días ha caído un 18%, a precios por debajo de los US$52. Hay varios factores que generaron esta corrección, a continuación los explicamos:
Productores estadounidenses: Uno de los disparadores iniciales de la gran corrección que presentó el barril de petróleo al final del año pasado fue la revolución estadounidense, mediante nuevas tecnologías como lo son el “fracking” o la perforación horizontal. De esta forma, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) actuó con el propósito de sacar a los productores estadounidenses del mercado; no obstante, las últimas cifras demuestran que la entidad no logró su propósito.
Datos de la semana pasada muestran que la producción está creciendo de nuevo. Por primera vez en el año el número de perforaciones presentó un aumento. Esto implica que los niveles actuales son rentables para algunas de estas empresas, lo que incrementaría la oferta en los próximos meses.
Irán: Desde hace unos meses ese país está en negociaciones con seis potencias mundiales, el objetivo es lograr un acuerdo que evitaría que obtenga armas nucleares a cambio de eliminar las sanciones que han mantenido sus exportaciones fuera del mercado. Un acuerdo entre ambas partes aumentaría la oferta de crudo.
China y Grecia: Las últimas noticias provenientes de estos países han generado incertidumbre por la demanda del petróleo en los próximos meses. La situación actual de Grecia redujo el apetito por riesgo de los inversionistas, por lo que muchos rebajaron sus posiciones en el petróleo, presionando así los precios a la baja.
La caída en los mercados en China generó temores sobre el impacto que podría tener sobre su crecimiento económico. Ese país es el principal consumidor de petróleo, y de otras materias primas, por lo que muchas han reaccionado ante la noticia.
Durante este año la expectativa de Aldesa es que el petróleo se mantendrá promediando los US$60 por barril, debido a que precios mayores impulsarían a empresas estadounidenses a aumentar su producción, generando una especie de techo para el precio.