Suelo escuchar con frecuencia que la más popular de las criptomonedas, el bitcoin (BTC), “no tiene ningún tipo de respaldo”, y por lo tanto, su elevado precio que a la fecha rebasa los 56 mil dólares, no es sostenible. “Es una burbuja”, se dice a menudo.
Sin embargo, la creencia señalada en el párrafo anterior, es errónea.
A ese error se llega por la vieja y equivocada costumbre de atribuir el valor a las cosas por sí mismas, cuando en realidad, el valor sólo está en la mente de las personas.
Precio y valor no son lo mismo, aunque en el lenguaje cotidiano solemos usarlos como sinónimos. El valor es subjetivo, y por tanto, es algo cualitativo. Una cosa será valiosa entre mayor sea el número de personas que demandan ese bien. Si la cosa en cuestión no es muy demandada y deseada, aunque sea escasa, será de poco o nulo valor. En cambio, otro bien con una elevada demanda por parte de las personas, aunque sea abundante, tendrá un valor muy alto.
Del lado contrario, el precio es algo objetivo y cuantificable. Lo habitual es que un valor elevado se traduzca asimismo en un precio también alto, pero no por fuerza siempre será así.
Para fines de la corriente de inversión “en valor”, los activos más buscados y deseados son justo aquellos que a pesar de ser cualitativamente muy deseables por sus fundamentos, se cotizan por un precio bajo que no se corresponde con su elevado valor. Con el tiempo, el desbalance siempre se corrige y los precios del bien en cuestión terminarán por subir, momento en el cual el inversionista en valor venderá y realizará sus ganancias.
En este sentido, el bitcoin es un activo virtual que cada día que pasa se ha vuelto más deseado y buscado no sólo ya por inversionistas pequeños, sino por grandes inversores corporativos.
Lo que lo “respalda” es su innovadora tecnología de cadena de bloques (blockchain), que por primera vez permite usar dinero virtual como si fuera dinero en efectivo material, esto es, dinero que no puede gastarse de manera ilimitada – como una moneda o billete físicos que no pueden ser gastados al mismo tiempo en distintos lugares-. Sólo aquellos que poseen bitcoin en su cartera virtual y deciden celebrar un intercambio, acceden a la entrega y recepción de dicha criptomoneda o a las fracciones de esta.
A diferencia de las monedas corrientes, bitcoin se subdivide no sólo en centavos sino en pequeñísimas cantidades llamadas “satoshis”, equivalentes a una diezmillonésima de BTC.
Así, con la tecnología blockchain como “respaldo”, y reitero, una creciente demanda, el valor del bitcoin no ha hecho más que elevarse como tendencia mayor de largo plazo, y en su precio, también se ha hecho sentir. Por eso desde que comenzó a cotizarse pasó de valer simples centavos de dólar a más de 56 mil dólares cada unidad entera de BTC al día de hoy.
Mientras esta tendencia se mantenga, el valor y precio del bitcoin seguirán aumentando de manera constante.
Es ahí cuando la oferta limitada de la “reina” de las criptomonedas, de la mano de su creciente demanda, contribuira a aumentar su escasez relativa en comparación con el apetito que se tendrá cada vez más por ella.
Debido a lo anterior, hay que evitar caer en el error de desacreditar al bitcoin. Las criptomonedas llegaron para quedarse, y resistirse a ellas será como haberse resistido a cambiar los caballos por los autos, o las velas por la luz eléctrica. Nos adaptamos y avanzamos, o nos volvemos obsoletos.