Por Yuri y García
GUAYAQUIL, Ecuador, 6 jul (Reuters) - Decenas de miles de fieles ecuatorianos se congregaban el lunes para ver al Papa Francisco en la ciudad costera de Guayaquil, donde muchos pasaron la noche acampando, cantando y orando a la espera de la primera misa multitudinaria del sumo pontífice en su gira por Sudamérica.
Después de su arribo la víspera a la capital ecuatoriana, Francisco, de 78 años, partió el lunes hacia Guayaquil, en donde visitará el santuario de la Divina Misericordia antes de celebrar la misa y después se reunirá con sus colegas jesuitas.
Los fieles hicieron largos peregrinajes desde diferentes puntos del país aprovisionados de alimentos, agua, colchones y mantas para participar de la ceremonia que encabezará el Papa nacido en Argentina y a la que autoridades esperan asista un millón de personas.
Familias enteras, personas con capacidades especiales, niños y ancianos seguían llegando al parque Samanes, al norte de Guayaquil, con la esperanza de recibir la bendición del Papa.
"He venido a este encuentro espiritual y a pedir que el Papa me sane porque tengo cáncer, yo sé que con la gracia de Dios estoy aquí", dijo Franklin Borbor, de 48 años, quien pese a su enfermedad viajó por más de cinco horas para ocupar un lugar en el parque.
La espera era amenizada por cánticos alegres y oraciones en Guayaquil, considerada la capital económica del país y bastión de la oposición al presidente Correa. La ciudad costera ha sido epicentro de protestas contra el Gobierno durante las últimas semanas, donde muchos salieron a las calles para manifestarse en contra de planeados aumentos impositivos y para acusar al mandatario de autoritarismo.
Correa acusa a sus opositores de querer opacar la visita del Papa y asegura que sus reformas sólo afectan a las clases más acomodadas y buscan distribuir mejor la riqueza.
Los críticos del presidente suspendieron las protestas por el viaje del sumo pontífice, pero algunos abuchearon el lunes a funcionarios del gobierno que acompañaban la caravana papal. Al llegar al país, Francisco exhortó al diálogo y a valorar las diferencias para que los progresos sociales lleguen a todos los ecuatorianos.
"Este es un momento de encuentro, una espera que vale la pena", dijo Vanessa Mejía, una empleada de 38 años, quien viajó junto a su anciana madre y sus dos hijos adolescentes desde la ciudad de Machala, al sur del país, por más de ocho horas para llegar a Guayaquil.
Cuando salió el lunes de la Nunciatura en Quito, el sonriente Francisco bendijo a las personas apostadas en las calles que cantaban y tocaban instrumentos en su honor. El Papa tiene planeado regresar a la capital el mismo lunes para mantener un encuentro con Correa por la tarde.
En Quito, los fieles también comenzaron a llegar al parque Bicentenario para hacer fila y poder ingresar al lugar, aunque la misa campal está prevista para el martes. En el lugar se ha levantado una cruz gigante en honor al Papa Francisco.
Su visita ha atraído a devotos de Colombia y Perú, que llegaban por aire y tierra para participar de los encuentros religiosos.
"Venimos a pedir a Dios tolerancia y que mi país (Colombia) encuentre esa paz tan deseada por nosotros", dijo Filiberto Rojas, un comerciante de 38 años, quien arribó a Quito la noche del sábado vía terrestre procedente de Bogotá, aludiendo a las negociaciones que mantiene el Gobierno colombiano con la guerrilla para superar un viejo conflicto armado interno.
Después de Ecuador, el Papa seguirá su gira por Bolivia y Paraguay. Se espera que lleve un mensaje de esperanza a presos, indígenas y campesinos tras el pronunciamiento papa más controvertido en medio siglo: un exhorto en una encíclica a defender a los pobres y el medioambiente.
Francisco había visitado Brasil en el 2013 en reemplazo de su predecesor Benedicto después de su repentina renuncia. Pero como Francisco eligió a estos tres países sudamericanos para esta gira, asesores del Vaticano aseguran que su viaje a Latinoamérica es un "regreso a casa".
(Reporte adicional de Philip Pullela, Girish Gupta y José Llangarí en Quito, escrito por Alexandra Valencia. Editado por Pablo Garibian)