Por Julia Symmes Cobb
BOGOTÁ, 14 jun (Reuters) - Un paciente de COVID-19 permanece sin camisa en una camilla en un frío pasillo de un hospital de la capital colombiana, Bogotá, con tubos de oxígeno enrollados en su pecho. Se necesitan cinco personas en bata, máscaras y protectores faciales para llevarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos.
Su intubación toma tiempo. Para protegerse de la saliva infectada por el coronavirus durante el complicado procedimiento, los médicos colocan un gran escudo orbital sobre la cabeza del hombre.
La jefa de enfermería de la UCI, Fernanda Castañeda, dijo que su personal acostumbrado a atender pacientes ventilados está descubriendo que los casos de COVID a menudo ocupan las camas durante semanas, en lugar de los tres o cinco días que tardan pacientes con otras afecciones pulmonares.
Su unidad de 14 camas, una de las tres UCI reservadas para pacientes con COVID en el hospital El Tunal, en los suburbios del sur de Bogotá, ya se está llenando.
Las UCIs de COVID en Bogotá, el epicentro del brote en Colombia, han experimentado un aumento progresivo de sus tasas de ocupación en los últimos meses y la semana pasada alcanzaron el 50% de su capacidad, según la alcaldesa de la ciudad.
Si bien sigue siendo una cifra baja en comparación con algunos países vecinos como Brasil -donde algunas áreas están utilizando más del 80% de la capacidad de la UCIs-, los médicos dicen que es sólo el comienzo.
El personal de aquí está preocupado de que la epidemia se esté agravando justo cuando el Gobierno se prepara para reducir su cuarentena nacional.
"Esto se va a salir de control realmente", dijo Castañeda, liberada de su bata quirúrgica después de la intubación. "Va a llegar a un momento en que se va a colapsar y ni el personal médico, ni el Gobierno, ni nadie va a lograr controlar eso si la gente no sigue por lo menos acatando las recomendaciones".
Colombia, que comenzó una cuarentena nacional desde el 25 de marzo, puede llegar a 50.000 casos confirmados este domingo.
Se prevé que el aislamiento preventivo obligatorio termine el 1 de julio, aunque cientos de miles de negocios reabrieron bajo protocolos de seguridad mientras el Gobierno del presidente Iván Duque intenta mitigar las dificultades.
La actividad económica cayó en picada y el desempleo se disparó durante el cierre, lo que generó fuertes críticas al Gobierno de centro-derecha de Duque por parte de familias que luchan por llegar a fin de mes.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y el Ministerio de Salud han mantenido a la ciudad -que representa más de un tercio de los casos de Colombia- bajo estricta vigilancia y medidas preventivas que se espera se actualicen el lunes.
López ha hecho sonar repetidamente la alarma sobre la capacidad de la UCIs, diciendo que la ciudad podría tener 1.000 camas adicionales una vez que el Gobierno Nacional suministre ventiladores.
"Avanzar en la reactivación económica si y solo si se garantiza que no se cope ni colapse el sistema de salud y UCIs", escribió el sábado en su cuenta de Twitter. "Sin garantía de cuidado no podemos asumir mayores riesgos".
En todo el país, sólo alrededor del 2% de los pacientes con casos de coronavirus activos están en la UCI, pero los hospitales han continuado preparándose antes de un pico de infección que puede estar todavía a semanas de distancia.
"La cuarentena es el tiempo que nos da al personal de salud, a los hospitales, al Gobierno, a la economía, de prepararnos de ver como se va a manejar eso" dijo Castañeda, sentada en un colchón en una unidad de 7 camas que pronto será otra UCI de COVID, una vez lleguen los ventiladores.
"Si fuera por nosotros, consideraremos que se extendiera la cuarentena, pero sabemos de antemano que la situación es muy precaria. Realmente la gente necesita trabajar", afirmó.
VIDEOS DE ADIÓS
Para aliviar la angustia de las familias que no pueden visitar a sus seres queridos, el hospital puso en marcha un programa que permite a los pacientes ver los videos enviados por sus familiares en una tableta.
Jairo Velandia, cuyo primo Miguel, de 31 años, fue intubado en el hospital a finales de mayo, se sintió abrumado por la emoción y el alivio la primera vez que pudieron hablar por videoconferencia.
"Fue muy poco el diálogo que tuvimos, fue más como las lágrimas", dijo Velandia, cuyo primo está ahora fuera del respirador y recuperándose en una unidad general de COVID.
"Más que mi primo lo veo como un hermano".
A veces esos videos sirven como despedida final.
La bisabuela Blancanieves Daza de Rodríguez, de 85 años, murió de COVID el 3 de junio después de 52 días en el hospital.
Hernando y Joselín Rodríguez, dos de sus seis hijos, dijeron que los videos familiares siempre animaron a su madre, una amante de la cocina que provenía del montañoso departamento de Boyacá, en el centro de Colombia.
"Mi mamita, a pesar de lo enferma, se le veía ese ánimo, se veía como con ganas de coger esa tablet y abrazarla", recordó Hernando Rodríguez, quien contó que la familia planea enterrar sus cenizas junto a los restos de su esposo en Boyacá.
"La pérdida de una madre yo creo que no se supera," concluyó.
(Traducido por Luis Jaime Acosta; editado por Carlos Serrano)