Citi ha revisado sus previsiones de crecimiento económico de China para 2024, rebajando la tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 5,0% interanual al 4,8% interanual. El ajuste responde a varios factores que indican una ralentización del impulso económico del país.
El banco citó una significativa falta de crecimiento en el segundo trimestre de 2024, con un crecimiento real del PIB inferior a las expectativas, del 4,7% interanual. Este bajo rendimiento, junto con la continuación de las políticas de apoyo incrementales, llevó a la revisión para tener en cuenta la debilidad económica observada.
En julio se observó un nuevo debilitamiento de la actividad económica, con datos de alta frecuencia que apuntaban a una desaceleración. En particular, las ventas inmobiliarias en las 30 principales ciudades registraron una contracción del 20,0% interanual en el periodo comprendido entre el 1 y el 28 de julio, frente al descenso del 19,5% interanual registrado en junio. La actividad industrial también se vio afectada por fenómenos meteorológicos como inundaciones y tifones, que interrumpieron las cadenas de suministro y mantuvieron bajos los ratios de producción de materiales como el asfalto y el cemento.
Citi también destacó la naturaleza mesurada de los recientes esfuerzos políticos tras el Tercer Pleno. A pesar de la nueva ronda de políticas, éstas se caracterizaron por ser reactivas y selectivas, más que cambios radicales. El banco señaló que el ritmo de los recortes de tipos y la relajación fiscal no introdujeron nuevos estímulos, sino que reasignaron los fondos existentes, amortiguando las expectativas de un impulso económico inmediato.
El entorno económico actual no ha sido propicio para una recuperación de la confianza, y es probable que el consumo y la inversión privada sigan siendo moderados. Citi anticipa que las medidas de estímulo podrían cobrar mayor protagonismo en 2025, en previsión de posibles fluctuaciones de la demanda externa y de las próximas elecciones presidenciales en EE.UU..
El banco prevé un posible aumento del déficit fiscal global hasta alrededor del 3,5% del PIB en 2025 y anticipa recortes en el tipo de interés de los repos a 7 días al año siguiente, lo que sugiere una creciente urgencia de estímulo político si empeoran las condiciones externas.
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