En septiembre, China registró una ralentización de la inflación al consumo, junto con una caída más acusada de los precios de producción, lo que indica la persistencia de las presiones económicas a pesar de los esfuerzos por estimular la demanda y estabilizar la actividad económica. La Oficina Nacional de Estadística (ONE) publicó datos según los cuales el índice de precios al consumo (IPC) sólo aumentó un 0,4% en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que supone una desaceleración con respecto a la subida del 0,6% observada en agosto y no alcanza el aumento previsto del 0,6%.
En términos intermensuales, el IPC se mantuvo estable, en contraste con la subida del 0,4% observada en agosto y sin alcanzar el 0,4% previsto. Este estancamiento apunta a un entorno inflacionista moderado para los consumidores en China.
Por otra parte, el índice de precios a la producción (IPP), que mide el coste de los bienes en la puerta de la fábrica y es un indicador de la rentabilidad industrial, disminuyó un 2,8% en septiembre con respecto al año anterior. Esta caída fue más pronunciada que el descenso del 1,8% registrado el mes anterior y más pronunciada que la caída del 2,5% prevista por los economistas.
La profundización de la deflación de los precios de producción refleja los retos a los que se enfrenta el sector manufacturero chino, que ha estado lidiando con el debilitamiento de la demanda y el impacto de las medidas de estímulo introducidas por Pekín para vigorizar la economía.
Los datos sugieren que estas medidas aún no han contrarrestado significativamente la presión a la baja sobre los precios, lo que indica las dificultades que sigue atravesando la economía china.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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