A medida que la renta variable estadounidense prosigue su trayectoria alcista, el S&P 500 ha alcanzado la notable cifra de 47 máximos históricos este año, impulsado por el miedo de los inversores a perderse (FOMO) una racha alcista que ha persistido durante dos años. La tendencia no muestra signos de remitir, y Estados Unidos es el mercado preferido para exponerse a la renta variable, gracias a la solidez de los datos económicos y los beneficios empresariales estadounidenses.
Tanto el S&P 500 como el NASDAQ han subido más de un 20% este año, superando a otros grandes índices mundiales como el Nikkei japonés, los blue chips chinos, los valores asiáticos excluido Japón, los valores de la zona euro y el FTSE 100 británico. Incluso descontando el impacto de las grandes empresas tecnológicas, el índice S&P 500, ponderado por igual, registra unas ganancias del 15% en lo que va de año.
A pesar de la preocupación de que la renta variable estadounidense pueda estar sobrecomprada, los fundamentales sugieren lo contrario. El modelo GDPNow de la Fed de Atlanta prevé un crecimiento anualizado del 3,4% para el tercer trimestre, el más alto desde julio. Las perspectivas de las empresas estadounidenses también son sólidas, ya que las estimaciones de LSEG I/B/E/S prevén que el crecimiento de los beneficios repunte hasta los dos dígitos en los próximos trimestres, estableciéndose en torno al 15% para 2025.
Los estrategas de renta variable de Goldman Sachs predicen que el S&P 500 podría alcanzar los 6000 puntos a finales de año, con la posibilidad de llegar a los 6270, reflejando los patrones históricos observados en años electorales.
En cambio, Alemania está al borde de su segunda contracción anual consecutiva, una situación no vista en más de dos décadas. China se enfrenta a una grave crisis inmobiliaria y a riesgos de deflación, lo que ha llevado a Pekín a adoptar importantes medidas políticas. Mientras tanto, Japón mantiene la cautela a la hora de subir los tipos de interés para evitar el estancamiento económico.
Esta divergencia ha llamado la atención de los inversores extranjeros, que ahora poseen una cuota récord del 18% de todo el mercado de renta variable estadounidense, según Goldman Sachs.
El mercado bursátil estadounidense se parece cada vez más a su homólogo de renta fija, caracterizado por la liquidez, la seguridad percibida y el dominio sobre sus rivales internacionales. Esto ha llevado a que la cuota de Estados Unidos en la capitalización del mercado mundial de renta variable haya alcanzado un máximo histórico del 72%.
A pesar de que las acciones estadounidenses son las más caras del mundo desarrollado, según el ratio CAPE de Shiller, y de su elevada valoración en relación con las acciones mundiales durante más de dos décadas, parece improbable una reasignación drástica por parte de los inversores. Scott Rubner, de Goldman, ha puesto de relieve una nueva preocupación para los inversores institucionales: el "temor a obtener resultados materialmente inferiores a los de los índices de referencia de renta variable" o FOMU.
Los datos históricos de Ryan Detrick, de Carson Group, sugieren que los mercados alcistas que celebran un segundo aniversario suelen prolongarse durante varios años.
Reuters ha contribuido a este artículo.
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