Por Geoffrey Smith
Investing.com - Los inversores han tenido muchas razones para pensar que las valoraciones de las acciones se han desvinculado de la realidad este año, y no paran de parecen razones.
El mercado de las ofertas públicas de venta sigue funcionando ridículamente bien, especialmente en Estados Unidos y China, donde los inversores minoristas, en particular, se precipitan a las ofertas pensando poco en las valoraciones tradicionales.
Los debuts la semana pasada de la compañía de alquiler de apartamentos vacacionales Airbnb y el grupo de reparto de comida DoorDash establecen nuevos estándares de exuberancia para las acciones tecnológicas, que producen pérdidas, que no se observan desde 1999. Aunque su actuación ha sido discreta esta semana, DoorDash sigue operando casi un 60% por encima del precio de salida a bolsa e incluso por encima del precio que los banqueros —que no suelen vender sus productos precisamente por debajo de su precio— creen aconsejable. AirBnB, por su parte, cerró el lunes casi un 100% por encima de su precio de salida a bolsa.
Incluso en un año lleno de pensamiento mágico sobre las acciones con una narrativa de crecimiento, éstas dos han destacado. Tampoco son rentables, aunque DoorDash obtuvo un pequeño beneficio de 23 millones de dólares en el segundo trimestre y sus cifras podrían mejorar de nuevo en 2021, cuando ya no tendrá que gastar decenas de millones de dólares en campañas para que sus conductores sean considerados empleados.
Pero el indicio más revelador de lo disparatadas que son las cosas fue cuando el director ejecutivo de AirBnB, Brian Chesky, no pudo encontrar palabras cuando se le dijo lo elevado que había sido el precio de las acciones en su debut, visiblemente dividido entre el arrepentimiento por todo el dinero que había dejado sobre la mesa y el impulso de explicar a los inversores por qué estaban equivocados.
Este pasado mes de abril, AirBnB había tenido que recaudar 2.000 millones de dólares de capital nuevo en una valoración reportada de sólo 18,000 millones de dólares. Al final de su primer día de negociación, su valoración ascendía a 86,500 millones de dólares.
La contradicción implícita en el rendimiento de ambas compañías está clara: el negocio de DoorDash se ha visto impulsada por una pandemia que ha obligado a los restaurantes a cerrar y entregar sus comidas a domicilio para mantenerse a flote. El Covid le ha venido bien. Por extensión lógica, cuando los restaurantes vuelvan a abrir sus puertas, el crecimiento de DoorDash flaqueará.
Por el contrario, la pandemia ha sido negativa para AirBnB: las reservas se han reducido en términos anuales hasta en un 67% en el segundo trimestre, para después recuperarse. La compañía puede atribuirse el mérito de alejar su negocio de las vacaciones a corto plazo, aunque el hecho es que la pandemia casi con toda seguridad ha aplanado la curva de crecimiento del negocio de los viajes en todas sus formas de cara al futuro previsible. La erradicación del Covid seguramente ayudará a la recuperación de su negocio.
Así que, si bien es posible argumentar que una de los dos repuntará, sería muy difícil explicar la explosión de ambas, excepto alegando una exuberancia irracional.
No sólo en Estados Unidos ha sido sorprendente el rendimiento. El mercado bursátil de China tiene muchas de las mismas señas de identidad, incluida una huida precipitada de los inversores minoristas hacia nuevas acciones que ha impulsado el índice de crecimiento de Chinext un 22% desde sus niveles prepandemia. Sólo este mes, la rama sanitaria de la plataforma de comercio online JD.com (NASDAQ:JD) se ha casi duplicado en una semana desde su salida a bolsa, mientras que el fabricante de juguetes Pop Mart subió 56% en su debut y se ha sumado a ellos desde entonces. La franquicia india de Burger King, por su parte, subió un 125% en su debut el lunes, sin inmutarse ante los posibles escollos en la venta de carne de vacuno a un país de mil millones de hindúes.
En Latinoamérica, el mercado de OPV de Brasil va camino de su mejor año desde 2007, ya que un bienvenido repunte ha permitido a las empresas ceñirse a sus planes de salida a bolsa elaborados mayormente durante el período de relativa estabilidad del presidente Michel Temer. Sólo en Europa, al parecer, es imposible elaborar una historia de crecimiento que pueda convencer a los inversores.
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