(El autor es columnista de Reuters Breakingviews. Sus opiniones son personales)
Por Tom Buerkle
NUEVA YORK, 30 mayo (Reuters) - Si un negocio parece demasiado bueno para ser verdad, puede que simplemente lo sea. Los gestores de Goldman Sachs (NYSE:GS) GS.N compraron bonos de Petróleos de Venezuela PDVSA.UL con un valor nominal de 2.800 millones de dólares, lo que provocó la ira de los opositores al presidente Nicolás Maduro. Las inversiones no son necesariamente elecciones morales, pero pueden llegar a dañar la reputación.
Venezuela puede en el papel ser uno de los más solventes mercados emergentes, porque cuenta con las mayores reservas de petróleo y gas del mundo. Sin embargo, la economía ha estado en una caída brusca desde que Maduro sucedió al fallecido Hugo Chávez en 2013.
La producción ha bajado en casi un tercio en los últimos tres años y se prevé que la inflación superará el 1.000 por ciento a fines de este año, según el Fondo Monetario Internacional. Los anaqueles vacíos y las protestas con violencia se han convertido en lo normal.
La oposición del país está molesta porque Goldman, en efecto, le hizo la vida más fácil al banco central -el dueño anterior de los bonos de la petrolera estatal PDVSA- dando así sustento al régimen de Maduro. La firma de Wall Street dice, sin embargo, que compró el paquete de bonos, con un precio de alrededor de 31 centavos por cada dólar, a través de un corredor y no interactuó directamente con el gobierno.
Pero sería sorprendente que los gerentes de activos de la empresa no hayan entendido de dónde provenían los valores. La deuda venezolana es parte del referente de bonos de mercados emergentes más ampliamente seguido, el índice EMBI Global Diversified de JPMorgan (NYSE:JPM), y muchos inversionistas la tienen, pero estos bonos de PDVSA son diferentes.
Maduran en 2022 y no están en el índice porque no cotizan en los mercados, según JPMorgan. El valor nominal comprado representa más del 90 por ciento de la emisión de 3.000 millones de dólares, según datos de Eikon.
Goldman puede obtener una ganancia considerable si la economía venezolana se recupera. Sin embargo, al igual que con otras transacciones controvertidas, el beneficio puede tener un costo.
El banco ganó honorarios extraordinarios por gestionar la emisión de bonos para 1Malaysia Development, conocido como 1MDB, a principios de esta década. Hoy, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y las autoridades suizas están investigando acusaciones de fraude y lavado de dinero del fondo soberano del país asiático. El banco también sintió la presión de las autoridades europeas para organizar swaps de divisas que ayudaron a que Grecia enmascarara préstamos antes de su crisis de deuda.
Con ese historial, a Goldman no se le puede acusar de ingenuidad. En estos momentos, la empresa ya debería tener un mejor olfato para los negocios problemáticos. (Editado en español por Javier López de Lérida)