Análisis escrito el 21/04/20
Donald Trump ha llamado "amigo" al menos a uno de ellos, y ha hablado por teléfono cuatro veces sólo este mes con el otro.
Sin embargo, pocos podrían estar más complacidos que el príncipe heredero saudí Mohammad bin Salman y el presidente ruso Vladimir Putin con el histórico cierre del petróleo estadounidense este lunes en menos de cero dólares. Finalmente, algo esperado durante años por ambos líderes con estrechos vínculos con el presidente de Estados Unidos parece posible: la lenta y segura destrucción de la industria petrolera del petróleo de esquisto de Estados Unidos, que tardará muchos años más en reconstruirse.
La pandemia del coronavirus ha reducido la demanda de petróleo como el mundo nunca podría haber imaginado, con unos 4.000 millones de personas, o la mitad de la población de la tierra, bajo algún tipo de restricción de desplazamiento.
No es sólo el crudo West Texas Intermediate de Estados Unidos el que está luchando por encontrar compradores; el Arab Light de Dubai, EAU, el Bonny de Nigeria, el crudo ruso Urals y el Brent del Mar del Norte del Reino Unido se están asfixiando en un mercado petrolero cada vez más saturado por una producción que se reduce a un ritmo tremendamente más lento del que requiere la demanda.
Sin embargo, el desafío al que se enfrenta WTI es mucho mayor que el de sus competidores homólogos de referencia, ya que el espacio de almacenamiento de crudo de Estados Unidos parece estar disminuyendo más rápido que en cualquier otro lugar del mundo.
El centro de Cushing, Oklahoma, que sirve como punto de entrega para los futuros del petróleo de referencia de Estados Unidos a punto de expirar, tenía el lunes unos 60 millones de barriles almacenados, frente a una capacidad de unos 90 millones.
La pesadilla del almacenamiento
Al ritmo que aumentan las reservas de Cushing —una media de 16 millones de barriles semanales en las últimas tres semanas— los analistas dicen que el centro podría completar su capacidad a mediados de mayo, o en las primeras semanas de junio, a más tardar.
Hay otras vías de almacenamiento para el WTI: oleoductos, vagones e incluso la Reserva Estratégica del Petróleo del Gobierno, que según dijo Trump el lunes, podría albergar otros 75 millones de barriles. Pero incluso sumando todo eso, la capacidad existente de Estados Unidos podría ascender a sólo unos 150-200 millones de barriles, ha dicho Rystad Energy, una consultora de Oslo, Noruega.
Cuando Cushing se llene por completo a principios de junio, podrían pasar otras seis u ocho semanas como máximo antes de que se le agoten todas las vías a un mercado estadounidense en el que la producción se está reduciendo más rápido que en otras partes del mundo, aunque no lo suficientemente rápido como para compensar la destrucción de la demanda provocada por el COVID-19.
La semana pasada, la producción descendió hasta sólo 800.000 barriles al día frente a la producción récord de 12,3 millones de barriles al día de marzo. El número de plataformas de perforación de crudo activas de Estados Unidos, descendieron en un 35% en el mismo tiempo, aunque eso es un indicador rezagado que sólo se verá en otras cinco semanas más o menos.
Todo esto ha hecho del WTI una presa fácil para los saudíes y los rusos en su búsqueda de una mayor cuota de mercado una vez pasada la pandemia. La estrategia es llevarle la corriente a Trump comprometiéndose a reducir la producción, pero sin llegar nunca a perjudicar a ninguno de sus mercados o clientes.
Riad también está desplegando tácticas más astutas que el Kremlin, ofreciendo generosas condiciones de crédito a las refinerías que compraron petróleo a la estatal Saudi Aramco (SE:SE:2222) y grandes descuentos a sus clientes asiáticos mientras apaciguaban a Trump subiendo los precios del petróleo que envía a Estados Unidos.
Las 'ojivas' saudíes
A pesar de eso, se espera que 20 petroleros saudíes lleguen a los puertos estadounidenses de Luisiana y Texas a finales de mayo para descargar un total de 40 millones de barriles de crudo, según fuentes de las empresas de inteligencia de envíos y mercado Vortexa Ltd. y Kpler Inc. que ha hablado con el Wall Street Journal.
Ese petróleo saudí se sumará a un mercado prácticamente inundado de crudo estadounidense. Los cargamentos que llegan aparentemente tienen compradores predeterminados; aunque el Wall Street Journal no ha identificado a los clientes, Motiva, el mayor refinador estadounidense ubicado en Port Arthur, Texas, con capacidad para procesar 630.000 barriles al día, es de propiedad saudí.
"Piense en ello como si fueran 20 ojivas que se dirigen a Estados Unidos en una novela de Tom Clancy", dijo John Kilduff, socio fundador del fondo de cobertura energético de Nueva York Again Capital.
"Ese es el nivel de destrucción con el que podrían llegar a los perforadores de petróleo de esquisto en un mercado de crudo de Estados Unidos ya en situación de superabundancia".
"Después de eso, se espera que los saudíes continúen con sus fuertes descuentos a los compradores asiáticos y condiciones de crédito de 90 días para otros refinadores bajo la extensión de su política de tierra quemada", añade Kilduff, refiriéndose a la estrategia militar que tiene como objetivo destruir cualquier cosa que pueda ser útil para el enemigo al retirarse de una posición.
La ironía es que esto está sucediendo a pesar del llamado acuerdo GLOPEC de reducción de la producción entre el cártel de la OPEP liderado por Arabia Saudí y una alianza de productores mundiales, incluidos Rusia y Estados Unidos.
El propio Trump negoció ese pacto para rescatar el precio del crudo estadounidense, que cotizaba en menos de 20 dólares, llamando al príncipe heredero Mohammad, a quien describió como su amigo, y más tarde al presidente Putin. Trump y el líder ruso han hablado por teléfono cuatro veces en abril para discutir los esfuerzos conjuntos contra la crisis del coronavirus.
Para que conste, los saudíes y los rusos han participado en tres pactos de productores en cuatro años, antes de que un desacuerdo en marzo desencadenara una guerra de precios y producción que, combinada con el COVID-19, condujo a una tormenta perfecta a los precios del crudo.
Reducciones lamentablemente inadecuadas
El objetivo declarado del GLOPEC de reducir en 9,7 millones de barriles al día el suministro del mercado mundial se ha quedado lamentablemente por debajo del descenso de la demanda estimada entre 20 y 30 millones de barriles al día en los próximos meses.
Además del descenso del consumo, tenemos el fantasma tan esperado de una recesión en Estados Unidos, si no una a nivel global, para la segunda mitad del año debido a las decenas de millones de pérdidas de empleo sufridas por los estadounidenses.
Mientras que los rusos han mostrado más adherencia al espíritu del GLOPEC manteniendo sus planes de producción en secreto, Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin, dijo el lunes que Moscú está listo para vender petróleo con un contrato "take or pay", una medida destinada a proteger su cuota de mercado en el crudo.
Los 20 buques cisterna de petróleo saudí con destino a Estados Unidos fueron aparentemente enviados antes del acuerdo GLOPEC del 20 de abril, lo que ha dificultado que la Administración Trump se opusiera a los envíos.
Kevin Cramer, un senador del partido republicano del presidente, lo ha estado presionando repetidamente estas últimas dos semanas para que imponga aranceles sobre todo el petróleo entrante, incluso el de Arabia Saudí y Rusia, para proteger a la industria estadounidense. Cuando los periodistas preguntaron a Trump el lunes, dijo que estaba "mirando" el tema de los aranceles, sin dar detalles.
La industria de Estados Unidos no tiene escapatoria
Pero incluso esos derechos de importación podrían hacer poco por salvar a la industria del petróleo de esquisto.
"Hipotéticamente, cualquier arancel sobre las importaciones de petróleo podría alejar a los petroleros saudíes de Estados Unidos, pero el petróleo seguirá ahí fuera como una reserva flotante en aguas internacionales y eso no ayuda al panorama general del petróleo", ha dicho Tariq Zahir, miembro gerente de Tyche Capital Advisors, en Nueva York.
Cushing sin duda se llenará antes de mayo. Los productores estadounidenses podrían empezar a quedarse sin lugares donde almacenar su petróleo para entonces y muchos podrían detener la producción e ir a la quiebra", explica Zahir.
"Básicamente, todo lo que los saudíes y los rusos han hecho en las últimas semanas es inventarse una canción y bailarla delante de Trump. Si la demanda se recupera, digamos en diciembre, incluso en enero, los saudíes y los rusos podrían ganar una enorme cuota de mercado vendiendo todo el petróleo que tienen almacenado y en reservas flotantes por todas partes".
Añade que el petróleo de esquisto se recuperará, pero será muy diferente y estará debilitado.
"Va a haber quiebras. Habrá daños permanentes causados al fracking, así como a la perforación en alta mar y la perforación en aguas profundas. Como hay tanta superabundancia que resolver, eso tardará un año o más en producirse. Volverá a haber actores más débiles y los grandes actores que están ahí, como Exxon (NYSE:NYSE:XOM) y Chevron (NYSE:NYSE:CVX), estarán preocupados por cómo perjudicará a sus balances que el petróleo pase mucho tiempo en torno a 20 dólares”.