Estados Unidos, al parecer, quiere utilizar el arancel global sobre el acero y el aluminio como arma negociadora para el TLCAN. Se espera que esta semana, Donald Trump anuncie la orden ejecutiva sobre dichos aranceles, que serán del 25% para el acero y del 10% para el aluminio. Pese a la oposición de varios altos jerarcas del bando republicano, incluyendo al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, Trump asegura que no se echará para atrás.
El anuncio, realizado el jueves de la semana pasada, cayó como una bomba en plena séptima ronda de negociaciones del TLCAN. Un impuesto de ese calibre, establecido de manera unilateral, es completamente contrario al espíritu de cualquier Tratado de Libre Comercio y era casi como hacerlo saltar por los aires. Algo así como un abandono de facto ¿O acaso no es una afrenta al libre comercio? ¿Cómo se puede estar sentado en la mesa negociadora con un país que de un día para otro amenaza imponer un arancel brutal de manera unilateral?.
El tema de la seguridad nacional por la excesiva dependencia de las importaciones de acero y aluminio se había tratado hasta ahora como un tema aparte de las discusiones del TLCAN. Pero ya no lo es más: Canadá es el principal proveedor de acero a Estados Unidos, con un 16% del total, y el cuarto es México, con un 9%. En medio están Brasil y Corea del Sur. También es Canadá el principal exportador de aluminio. Pero además, uno de los sectores que más se vería afectado es el automotriz, uno de los rubros donde la integración regional es más fuerte.
En consecuencia, ahora Estados Unidos parece querer utilizar el arancel sobre el acero y el aluminio como arma negociadora en el TLCAN: si cedéis, os dejo exentos de pagar el arancel. Es decir, si me dais lo que pido y logramos un acuerdo exitoso, ustedes, Canadá y México, no pagáis esos aranceles. Ahora resulta que es, en palabras del Representante de Comercio de Estados Unidos, “un incentivo para lograr un acuerdo”.
Por otro lado, Estados Unidos parece dispuesto a seguir negociando. Y cada vez parecen más inclinados a irse hasta después de las elecciones. Lograr un acuerdo en el corto plazo, con las tensiones elevadas y aún muchos puntos en desacuerdo parece imposible. Lightizer afirmó hoy que de los 30 temas que se están tratando, sólo hay acuerdo en seis. Y los más complicados siguen pendientes y con progresos muy lentos, como el de la reglas de origen o la resolución de controversias, dos de los temas más espinosos.
Todavía no se ha fijado fecha para la próxima ronda negociadora, que sería la octava, y que acontecería en Washington. Se prevé que se celebre en abril, pero no hay aún nada en firme. En un principio se esperaba que se alcanzara un acuerdo para finales de este mes.