Por Sabela Ojea
MADRID, 23 nov (Reuters) - Migrantes de Centroamérica han vuelto a poner sus esperanzas en España, en momentos en que Estados Unidos ha endurecido su política fronteriza, pero las calles de Madrid les ofrecen poco alivio en su intento de escapar de la violencia y la pobreza que asola a sus países.
El número de solicitantes de asilo de América Central y Venezuela ha crecido exponencialmente el mes pasado después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó a las caravanas de migrantes que se dirigen a su país como una "invasión" y enviara tropas a la frontera con México.
No obstante, sus esperanzas de un mejor trato chocan con una dura realidad en España, que junto con otros países europeos también recibe una oleada de migrantes desde el norte de África y Oriente Medio.
"Mi bebé tiene dos meses, y ahora tenemos que afrontar un gran problema, porque teníamos una habitación de hotel pero se nos terminó el tiempo y no tenemos más dinero para cubrir un gasto así", dijo el salvadoreño Nelson Delgado, de 40 años, mientras hacía fila por tercer día fuera del único centro de inmigración de Madrid donde se puede solicitar asilo.
Al llegar por fin al centro de inmigración, reciben una cita para iniciar el proceso de asilo. Los más afortunados la han recibido para 2019, y otros recién para 2020. El número de solicitantes de asilo en España se ha multiplicado por 12 desde 2010.
En lo que va de año y hasta finales de octubre casi 45.000 solicitantes de asilo entraron al país, según datos oficiales, principalmente desde Venezuela, Colombia, Siria y Honduras. En la actualidad, hay 63.000 solicitudes acumuladas por resolver.
Delgado, un exconductor de autobús, dice que él y su esposa huyeron de la ciudad de Ahuachapan, fronteriza con Guatemala, después de que él fuera brevemente secuestrado y luego amenazado por pandillas en otra ciudad a la que se mudaron.
"Hubo unas caravanas donde personas de Centroamérica se dirigían en enormes cantidades a Estados Unidos, nosotros podríamos haber emigrado para allá sin tener dinero, pero no lo hicimos por temor a ser deportados o separados de nuestro bebé", dijo Delgado.
La parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid, con un largo historial de ayuda a colectivos marginados, terminó acogiendo a Delgado y su familia.
El párroco Javier Baeza acusó al gobierno de impedir el acceso a programas humanitarios a los migrantes. "Esta gente necesita ser atendida, es un derecho humano", destacó.
(Editado por Javier Leira)