Entre los inversores se lleva tiempo hablando de la curva invertida de tipos y su relación con las recesiones económicas, y es que cada recesión estadounidense en los últimos 60 años estuvo precedida por una curva de rendimiento invertida.
Concretamente, una curva de rendimiento invertida se produce cuando los rendimientos de los bonos de corta duración superan a los de largo duración, o cuando los de larga duración caen por debajo de los rendimientos de corto plazo. El algo atípico, ya que lo normal es que el bono ofrezca un rendimiento mayor que compense el riesgo de duración en relación con las previsiones económicas para el país en cuestión. El lado positivo es que una recesión no ocurre de manera inmediata tras una curva invertida, de media suelen pasar 19 meses. Además, el rendimiento medio del índice S&P 500 desde la fecha de la inversión de la curva hasta la recesión fue del 12,7%.
Pero conviene no quedarse sólo en ese dato. Tomemos, por ejemplo, el Índice de Indicadores Económicos Líderes de EE.UU. que en realidad se desarrolló para pronosticar la actividad económica futura. Este indicador se ha tornado negativo año tras año antes de cada recesión desde principios de los años 70. Su última lectura se mantiene por encima de cero, de manera que calma.
¿Qué se espera del S&P500? En Wall Street la opinión dominante es que subirá hasta los 3.056 puntos para finales del próximo año. Morgan Stanley (NYSE:MS) es el menos alcista, con un objetivo en 2.750 puntos, Bank of America (NYSE:BAC) en 2.900 puntos, UBS (SIX:UBSG) lo ve en los 3.200 puntos y Credit Suisse (SIX:CSGN) tiene el objetivo más optimista en los 3.350 puntos.
Se ha actualizado la encuesta que se realiza en Wall Street a un número elevado de fondos de inversión. Se espera que el índice Stoxx 600 alcance los 365 puntos para finales de año y 373 puntos en 2019. Se espera también que el índice Euro Stoxx 50 alcance los 3.250 puntos para finales de año y 3.325 puntos en 2019. El índice DAX alemán los 11.670 puntos este año y los 11.850 puntos en 2019, mientras que el CAC de Francia alcanzará los 5.339 puntos este año y los 5.300 puntos el próximo ejercicio.
El índice CSI 300 de China, con un descenso del 24% y el índice MSCI Emerging Market, con una caída del 13%, seguramente ya no dispongan de tiempo material para dejar los números rojos antes de terminar el año, pero de cara al 2019 las acciones de los mercados emergentes podrían recuperarse. El sector fue golpeado en este ejercicio debido al aumento de las tasas de interés y las crisis en Turquía y Argentina.